viernes, 29 de enero de 2016

SÍ, YO TAMBIÉN SOY UN TRASTORNADO


A la vista de la polémica desatada por la foto del torero Fran Rivera con su niñita en brazos, y de sus "gloriosas" declaraciones a la prensa, quiero declarar y declaro:

En un país donde algunos defienden la tauromaquia como si torturar a un animal fuese arte, convierten a carniceros en artistas, y elogian sus actuaciones como si de premios Nobel se tratasen, decir que es un auténtico disparate hacer correr un peligro innecesario a una menor es ser un trastornado, un impresentable, un antitaurino, vamos, un antiespañol de todas a todas.

Algunos, imbuidos por un espíritu mesiánico por el cual se creen estandartes de todos los valores y de todas las patrias, se vanaglorian de sus actos de estupidez, y descalifican a instituciones tan prestigiosas como el Defensor del Menor. Quizá porque, en su interior, esos mismos señores votarían por volver a una sociedad de señoritos y caciques, de monasterios y cuarteles, donde los únicos espectáculos dignos de respeto y subvención fuesen los toros y el fútbol. Vamos, como si el tito Paco estuviese de nuevo entre nosotros.

Sí, señor, yo soy uno de esos trastornados que sigue sintiendo náuseas cuando usted, o uno de sus adláteres, maltrata, sangra, hiere y mata a un toro. Soy de los que se espantan cuando un padre o una madre llevan a su hija en coche sin el correspondiente cinturón de seguridad, o la dejan a solas en un parque infantil sin ninguna vigilancia. Claro que a ellos, lo mismo, les cae con todas las de la ley la correspondiente multa o sanción penal. Y con razón.

Pero no a usted, ni a los que lo defienden, por Dios. Usted y los suyos representan a España, a la única España que está permitido existir, esa que defiende a capa y espada lo indefendible: las corridas de toros y toda la parafernalia que la rodea (llámese todo un santoral lleno de velas, llámese torear con una niña en brazos o con una rubia del brazo).

Sí, señor ¿intelectual?, yo también soy un trastornado. Y lo voy a seguir siendo hasta que usted, y todos los que piensan como usted, puedan dedicarse a otra profesión que no sea la de matar bestias indefensas y regodearse en la ignorancia del común de la plebe.

Francisco J. Segovia -Granada-

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