“Todo es veneno. Nada es veneno.
Todo está en la dosis”
Paracelso
Rosa verde de mis encantos
condúceme a través de tu vientre espumoso
para conocer tu verdad.
Rompe con el vértice que te hace cautiva
y olvídate de tu destino solitario.
Amanece y te veo dormida
pero eso no indica que no estás allí
te veo luchando contra ti misma
para encontrarle el verdadero sentido
al viento.
Rosa verde alivia al incrédulo que no cree en tus palabras.
Rosa mágica espérame en tu regazo
Y haz que mi búsqueda tenga un para qué.
Verde te veo venir
a veces creo que me pierdo
en medio de tus pétalos
pero ellos lloran con sangre de manantial.
No conozco de extravíos
pues tú siempre has estado
soy yo el nuevo.
Así como nueva es mi destrucción
que dice amarte.
Soy libre de quererte a mi manera
aunque sea solo una vez.
Mi amor asesino
es un amor autodestructivo.
Siento que salgo a trotar fumando un cigarrillo.
Y te siento mía
te siento una en mi precipicio.
No te vayas sin despedirte
aunque sea yo quien te expulse.
Perdóname por lastimarte
pero necesito que me enseñes a quererte
como te lo mereces.
Soy quien te ama
más allá del dolor.
Quiero amarte y que el dolor
no duela.
Quiero que siembres en mí
tu verde de esperanza.
Rosa verde del crepúsculo
sé que es posible amarte
sustentablemente.
Sé que es posible
crecer
homeostáticamente.
Sé que es posible
conocer los ciclos circadianos
de tu mirada.
Sé que es posible
transitar por la avenida
de tu ecosistema.
Sé que es posible
y estoy dispuesto
a vincularme
simbióticamente
con tu aroma.
Óscar José Fernández Galíndez -Venezuela-
Publicado en el suplemento de Realidades y Ficciones 66
No hay comentarios:
Publicar un comentario