Un cine de verano
un rincón al final de una cuesta
puertas que no cierran
pisadas en el estiércol
una casa con un piano
adónde nunca llega nadie
unas vías muertas
el río quieto
arañas que flotan en el cieno
las nubes, grumos de asfalto
un grillo roza sus patas
mariposas que esconden su fealdad
entre alas de niebla,
el horizonte que ciega
flores de pétalos hinchados
esperan el eterno retorno
una pareja se besa
junto a un coche en llamas
la tarde adormece los sentidos
huele a huevos podridos
y a tierra mojada
es el atardecer
solo para iniciados.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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