miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA INTERRUPCIÓN

         
Dos yacijas:
su cama de manta rayada,
su caja funeraria,
las coronas de flores,
prohibidas por la religión,
el espejo del corredor tapado con una tela floreada.

Y la caja.

La caja y la cama,
antes del rito de preparación
hecho por la mujer de la comunidad,
componía una unidad con el cuerpo,
una forma sólida y quieta.

El cuarto
ahora
era el cuarto en que se contaba de nuevo
para un nuevo calendario.

Una escultura blanda,
desalentada,
vuelta cosa sin alojo,
sin huésped.
         
A quién le habla uno, al cuerpo, al huésped, quién hablar.
Al doble desbocado que susurra la persecución
Al mayordomo
Al vecino de más allá
Al primo segundo que vino desde el extranjero para la condolencia
A los administradores de la piedad
A la amiga íntima que se prueba el collar
A la mujer del rito que viene lavar el cuerpo a solas

Al oficiante que desgarra un borde de las ropas

En el desierto que crece a expensas del conjunto.

Del libro “Algesia” de Susana Romano Sued -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti

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