lunes, 5 de octubre de 2015

RITUAL


Al llegar la noche
el rocío silencioso
del follaje y la espuma
se derrama sobre la rosa
como un grito lento.
Separa sus pétalos
y recorre ávidamente
con su lengua nocturna
las regiones blandas
del hábito y el placer.
La rosa se despega de su tallo
y vuela por geografías ocultas:
gaviota transparente
de consumida fragancia.
Crecen las tinieblas:
golpes de asombro
en la frente de la noche.
La rosa gime.
El jardín es su alcoba.

SERGIO BARTÉS (Santa Fe-Argentina)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 106

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