Empiezo a clarecer entre tus días
y visten tus desnudos mi alborada
reflejo mi delirio en tus pupilas
que prende mi candor en tu mirada.
Empiezo a someterme a tus caricias
que abrogan a una espina desangrada
y encubres con tus brazos mis heridas
vestigios de una ajada madrugada.
En tu boca vestida de papel
se deshojan los versos de mis sombras
y acaricias jirones de un ayer
desangrados en colores de amapolas.
Hoy mi piel se transforma en tu placer.
Las crisálidas se hacen mariposas...
María José Redondo Sánchez.
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