Me río, porque no haces más que soltar todas esas barbaridades, como si realmente creyeras en ellas. Pero yo sé que mientes, Carlos. En realidad eres un tonto muy tierno, sólo vas de acá para allá levantando la voz, haciéndote notar, eso es lo que te gusta... Tratas de impresionarme, y está bien, no te diré que no me sienta halagada. Pero todos esos juegos, las palabras que utilizas, bueno, quizá te sirvan con alguna otra, pero conmigo vas a tener que trabajar un poco más, me temo.
Sonríe, se aparta el fleco de un soplido, aún mantiene su mano en la mía, entre nosotros la mesa de la terraza, demasiado sol, no corre ni una mísera ráfaga de aire... Está demasiado segura de sí misma. ¿Va a jugármela así? ¿Sin conocernos? Detesto a las mujeres que creen saber más de mí que yo mismo: se me hacen intolerablemente atractivas. Y existe un máximo que puedo soportar. A partir de ese punto empiezo a sentir y todo se va al carajo. No sería la primera vez.
- No estés tan segura, puede que te equivoques...- digo, mientras se me ocurre algo un poco más original.
- Sé que no eres así. Antes has preguntado cómo me sentía.
- Sólo estaba siendo amable.
- No tienes que demostrarme nada. Eres un tío duro, de acuerdo. Sólo sexo.
- ¿Así de fácil?
- No he dicho que vaya a suceder. Pero es lo que tú quieres escuchar, y yo voy a jugar un rato a eso.
No me gusta el giro que está tomando el asunto, así que replico, medio airado:
- Oye, no estoy jugando, me gustas de verdad.
- Claro, para un polvo.
- Para un polvo... Lo has dicho tú, no yo.
Vuelve a sonreír. Además parece una sonrisa tierna, sí, no hay duda, es tierna...
- Ay, Carlitos...
¿Me ha llamado Carlitos? Bebo un trago de agua.
- No te pongas nervioso...- la escucho decir. Empiezo a ver doble. Estoy sudando.
- Oye, no puedes hacer esto- protesto, con un hilo de voz.
- Hacer qué- continúa sonriendo, aparta dulcemente su mano de la mía.
- Bueno... creer... creer que lo sabes todo. No me conoces.
- Leo en tus ojos. Para mí es bien fácil.
- Pues te equivocas, yo no soy como piensas. Todo esto... esta cita... ¿quieres saber la razón por la que estoy aquí en este momento?
- No hace falta. Me la imagino.
- No seas tan condescendiente. Empieza a molestarme.
- Uhm, si lo prefieres me marcho- hace ademán de recoger sus cosas.
De pronto en mi interior algo que se libera y sale a borbotones.
- No. Lo siento.- digo- Quédate. Es que nunca antes...
- Sí, a veces pasa.- hace una pausa, me mira a los ojos, arruga la nariz, luego añade-: ¿Sabes que eres adorable?
Siento una punzada en la boca del estómago.
- Oye, chica.
- Dime.
- Si follas como hablas, me vas a volver loco.
- Lo tomaré como un cumplido- dice. Vuelve a coger mi mano.
Y entonces... ocurre.
Carlos Bonino
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