Alma cristalina de lánguido suspiro
suenan las maracas del árbol en el campo
sacudidas por la brisa de una tarde lluviosa,
éxtasis en sus hojas movidas con ritmo,
doblan sus ramas de arco tensado
del bosque oscuro con niebla enredada.
Danzan las luciérnagas entre el espeso follaje
alejando el sueño de los acantilados,
caen rayos blanquecinos de un sol afilado.
Añoro tus besos en el horizonte dorado
aunque estés distante mi pensamiento te extraña.
Se estremece la brisa con una sonrisa de mi solitaria vida.
El corazón se incrementa de añoranzas perdidas;
amado mío: siento el palpitar en mis adentros
ofrenda silente cuajando nuestro amor de energía embriagadora
plenilunio de ternura en su naciente manantial.
Amarilis Salazar -Venezuela-
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