Ante un despliegue de infinitas
y ágiles secuencias, archivadas,
en el arcón azul de mi mente,
una luz sutil infinita arde
y a la vez se nutre de ella.
En un río, amuralladas sus laderas,
por la dura niebla de la noche,
con mi corpóreo roce, a mi paso,
haciendo ágiles piruetas densas,
giran como de humo las volutas,
con sonido ecoico, de mí se aleja.
El profundo silencio es elocuente,
pues es, del pensamiento el edén,
donde las almas, risueñas cantan
ondeando, tal súbitas saetas,
reflejando dos veces las estrellas.
Cumpliendo con riguroso ritual,
guardadas con celo son en mi arcón,
para trazar una noche venusina,
un atajo de Terra a Marte,
cruzando el puente por un rayo
plateado, de polvo universal.
Omar Aburto -México-
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