"... Su espacio, universo enjaulado, donde contempla al mundo indolente..."
(Del poema "Para alguien en el manicomio", Ernest Christopher Dowson)
Cuelga el abandono
como la máxima de la soledad.
Sin fisuras para escapar
de la opresión que nos menudea
en los pedazos huidos
donde antes nos conformábamos.
Sólo el filo de un estremecimiento
contonea nuestra huella sombría
presta a desvanecerse indiferente.
El resentimiento es el brebaje
de los hijos desheredados
como fue escapar del miedo
un tormento que trajo esta locura
que enarbola quijadas de asno
cercenando rostros sorprendidos,
bocas ante la última palabra,
cráneos que habitaron altivos.
No hay tregua que ganar
porque perder se perdió todo;
ríos desbordados de sangre
compactan las orillas
germinando el nuevo territorio,
el pavor es la plegaria,
la destrucción es el fin.
La muerte es una señora
sentada sobre una degollina
abanicándose con un andrajo
de piel aún tibia.
Se terminó la opresión
y la venganza ondea silenciosa
en el viento de un amanecer
que hiede a putrefacción.
Habrá que olvidar el desafecto
y cimentar sobre los cadáveres
aquel sol reacio
que parece abrasarse
en su monólogo.
Amén.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
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