Soy agua manriqueña pero en el mar no busco
el fin inevitable de los ríos
sino esa luz de espejo que brilla y no se corta
en el amplio bisel del horizonte.
Porque en el mar encuentro las pleamares de gozo
poderosas del triunfo de inundar las arenas
y el fulgor del ocaso que la bajamar trae
con láminas de niebla que embrumecen la vista.
En este mar existe el germen de nosotros
aunque es inabarcable su eternidad sin fecha.
Aquí nos reflejamos leyendo nuestra historia
en un folio sin márgenes
escrito con la tinta volátil del misterio.
Y seguirá el mar siendo cuando ya nuestra sombra
no se ondule en la playa ni la dibuje el viento
que forma, a su capricho, el perfil de las dunas.
Este mar que me habita
me irá sobreviviendo porque ya estuvo antes.
Continuará en mi ausencia el ritmo de sus olas
y cuando me evapore tal vez apenas quede
la sal de lo que he sido.
Pero digo su nombre porque así no me ahogo
en la pizarra inmensa que comienza en la orilla
donde mis pies se asientan entre randas de espuma…
Y sigue allá, a lo lejos,
el lugar infinito en el que se reitera
hermoso, deslumbrante, inalcanzable, eterno…
Pequeñas cosas
ANA MARÍA ROMERO YEBRA -Almería-
Publicado en Luz Cultural
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