"Tened el valor de equivocaros."
(Hegel)
La mentira de color del mundo
era un sol rancio y azulado
conteniendo la juntura del conformismo.
Se escuchaba algún sollozo
a puerta cerrada,
embrujado de un viento
vociferante y molesto,
un aldabonazo fuera de tono.
Nosotros dos, tras besarnos,
despilfarrando toda desesperación,
nos apretamos las manos
y comenzamos a caminar sin tino
como dueños de un destino.
El destino era un destello en la nieve
que perdía lustre al acercarte;
una inmensa bola de algodón
repleta de buitres desalados
devorando fuegos fatuos.
"Amor de todos mis amores,
eterno amor de simiente inagotable
fundiéndote en mi razón de ser",
decía el bardo, copulando
con la estrecha cintura del zarzal
mientras sus versos se deshojaban
entre la melosidad espinosa.
Nosotros dos nos bebimos
los labios cuarteados,
nos sobamos los cuerpos
arrugados hasta que los sexos
boquearon como dos embustes más.
El tránsito era una noche finita
al fondo de un sol rancio y azulado.
Nos preguntamos por penúltima vez
y fuimos silentes y tan sinceros
como aquel zarzal chamuscado
que hasta evitaban los carroñeros.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
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