jueves, 25 de junio de 2015

BAZAR.


Olor tierno de madera,
de la que asaltan los niños,
gnomos a lomos de armiños,
sol, sal ya por Antequera.
En la mañana primera,
ventanas de fuegos rojos,
tablas con cientos de ojos
que te miran cuando pisas,
eso ya provoca risas,
como esos soldados cojos.

Negro techo, tan relleno,
que no ves de qué está hecho,
por un pasillito estrecho,
se va llegando a lo bueno.
En el sitio más ameno,
la maqueta con mil trenes,
con la mirada detienes
el que para ti quisieras,
tal vez si muy rico fueras,
si tu padre hubiera bienes.

Si te vas hacia la izquierda,
hay millones de muñecas,
las hay guapas, hay con pecas,
hay gatitas y una cerda.
Hay robotitos a cuerda,
hay señoritos muy pijos;
los bazares no son fijos,
se acabarán como el mundo,
en ese final profundo,
¿qué comprarás a tus hijos?

Julio G. del Río -Valencia-

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