Te acostumbras a la metafísica
a la malísima costumbre de morirse.
Sin más
cosa que te hace observar
la ligereza, y fugaz
naturaleza de las cosas.
La silenciosa calma
del ser errante
y nos empeñamos en olvidar
el azote creciente.
Romántica rinconera
es el único movimiento ermitaño.
En algún lugar
y te sientes el latido
del causador tiempo.
Nos disculpamos
no vaya a ser repetible.
Cada día
me acostumbro más a la muerte
ese paseante cojo y perfecto
que camina tranquilamente
sus pasos ligeros
en una plaza tan cercana
que no te da tiempo
a contemplar la escena
ni darte tregua
a presenciar la lucidez.
ABDUL HADI SADOUNI -Irak-
Publicado en Luz Cultural
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