El otoño ha llegado con el un frío húmedo
que baja desde las altas montañas
cubiertas por la nieve, es un espectáculo
formidable de admirar.
Las hojas tímidamente se descuelgan
de las ramas de árboles imponentes,
son llevadas por la fría brisa que nace
entre las cumbres de las montañas,
parecen elevarse con orgullo hasta casi tocar el cielo.
Algunas hojas juguetean con la brisa, otras son
aplastadas por la gente al pasar.
El parque parece un retrato de algún cuadro
perdido, que un pintor grabó en un lienzo
amarillento bajo el tibio sol del otoño frío.
Los árboles quedan desnudos, se han despojado
de su amarillento atavío, locas y alborotadas
palomas rompen el silencio
de la tarde que se va durmiendo.
La noche viene temprano, cada uno parte a su casa
en locas carreras tratan de llegar a su destino.
Me levanto del banco de la plaza, me prendo
mi abrigo mientras me voy alejando con pasos lentos.
Aún escucho el bullicio de las palomas
que tratan de abrigarse del frío...
Un aire helado recorre mi cuerpo recordándome
que tú junto a mí caminabas por este mismo parque...
Martha Elena M. Gaspar -Argentina-
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