La
noche se enamoró de mí.
que
si. Se enamoró de mí
y
yo me fui caminando para no verla.
Llegué
cansado a mi casa
con
la intención de no verla
le
tuve miedo a su cabellera negra.
Tembloroso
me acosté
para
no verla.
Y
pasaron veinte lunas
y
una mañana cualquiera
vino
la estrella del alba
con
una esquela.
Leí
la carta de un soplo
el
mensaje de la noche,
noche
morena.
Eran
trece las palabras:
“Tengo
las piernas
abiertas
de par en par
esperando
temblorosa
que
me poseas”
No
pude más, nada dije
y
cuando murió la tarde…
¡fui
el amante de la noche
después
de verla!.
Del libro Nieve sobre El Cairo de
Óscar Perdomo Marín
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