Porque tú vienes hacia mí
y me desvaneces tibiamente,
me vuelves tu capricho.
Estoy aquí: cegado y fugado,
sembrado a tu misma carne,
dibujándote la espalda;
a tu lado, fijo,
rotándote y girando permanentemente hacia tu eje,
llenándote de nubes y alegres guacamayos,
besándote y besándote,
besándote y amándote.
Del libro Poemas íntimos de
SALVADOR PLIEGO
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