El olvido de las hormigas
planea
sobre el corazón del viejo abedul
que entorna sus ramas de musgo.
¿Dónde se han refugiado los ojos
que observaban el lento transcurrir
de las palabras inversas?
¿Dónde
las voces y los ecos
que celebraban el misterio de las plumas
ancladas a las rendijas de la sed?
Las hormigas laboran
ciegas de noche y quejidos
velando las risas apagadas
de los marineros sin salitre.
El abedul se funde
en el corredor de los campos baldíos
reciclando verdes
que se tornaron de sal y oasis.
(Olvidos para olvidar
los paredones de las manos
inmoladas en la sangre)
Luis E. Prieto
Publicado en el blog escribidor
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