miércoles, 5 de febrero de 2014

DOÑA HERMINIA


No tardó en aparecer en escena doña Herminia, que con el calzonazos de Fulgencio se estableció en el Caracol. Don Fulgencio, nada. No tenía otro destino que comer huevos ¡a veincticuatro por día¡ Ah, pero doña Herminia… Doña Herminia no sabía más que el Baylly- Baylliére (como si deijeramos hoy Meridiano). Hizo lo que quiso, lo que le dio la gana: timó, engañó… Reponía la primitiva honradez en las muchachas deslizadas en la hora tonta, devolvía maridos alejados o extraviados a sus propias mujeres. Y se decía que algunas famas de honestidad femenina en trance de verse ante la prueba palpitante habían salido sin tacha de entre sus hábiles manos. Doña Herminia precedió a Jardiel Poncela, en aquello de que el honor es un tambor, cuando se rompe se le pone un un parche y suena mejor….

Del libro Intrahistoria de Marín.de José Ruiz Guirado -El Escorial-Madrid-
Publicado en la Biblioteca

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