“ … Tu cuerpo huele a jazmín y rosas, es un verdadero azmicle sensual que me transporta al séptimo cielo cuando rebobino y experimento en soledad y exhalo tu perfume embriagador que me lleva a horizontes lejanos, a sueños-despiertos, de los que nunca me gustaría despertar. Pero se pasa el sueño y llega la realidad y recorro tu cuerpo con avidez, visualizo con excitación tus accidentes geográficos sutilmente perfectos y apetecibles entre sábanas de blanco satén y edredones nórdicos calentitos para pasar la noche invernal castellana, cuando los rescoldos de la chimenea de leña se van consumiendo y la helada invernal hace su aparición, con la Luna Llena luciendo en el Cielo esplendorosa y radiante y tú me estás esperando después de tantos años de desamores, de incertidumbres cotidianas, acudes a mi con un perfume renovador e innovador, con una fragancia olorosa desconocida y ya no me pareces la misma persona, mis recuerdos tuyos de ayer se han esfumado inesperadamente y llegas también con otra armonía vital, con otra música en tu alma y yo obnubilado y desorientado alucino en colores por ese cambio a mejor y radical que has dado y dejo atrás la añoranzas, los recuerdos de antaño monótonos y rutinarios y veo en ti a la renovada mujer, más femenina que nunca, también más liberal, más abierta a nuevas experiencias de todo tipo, más sincera, más complaciente, con más recursos convincentes y con una sensualidad desbordante.
Y en ese “déja vu” demostrado, has roto con tu pasado, lleno de incertidumbres, de miedos, has roto con las ataduras traicioneras, te has reconvertido en una persona llena de alegría, de pasión y devoras con fruición todos los placeres mundanos sin límites, vas contracorriente, encantado de conocerte a ti mismo y conociendo a los demás…”
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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