Cuando logramos conjurar
la culpa judeo-cristiana de espiar
a la mujer primera (que suele ser
la que nos amamanta)
concentramos la irrigación
que mana hacia el sur de nos
cada vez que asoma una hembra mediática
en culebrón o calendario,
pero con formas de guitarra.
Por entonces la belleza
que - al decir de Shakespeare - solo tiene
el espesor de la piel
acostumbra a ser caucásica.
Más luego la vida ofrece
sus lecciones con rigor,
y algunos hasta cambiamos
el glamour de Marilyn
por la aguerrida morocha de aquí.
Los días del deseo acostumbran concluir
trocando el esmero del envase
por el mérito de la actitud.-
Del libro Alpargatas de JORGE FALCONE
Publicado en la Editorial Alebrijes
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Hace 7 horas
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