EL BOSQUE
Hace ya mucho tiempo, una ardilla podía atravesar la Península Ibérica de Punta Europa a Cabo Finisterre.
Andalucía tiene buenos parques y bosques de pinos piñoneros, alcornoques, queguigos, y acebuches.
En estos bosques hay mucha vida de variadas especies.
Me gusta el silencio del bosque y la paz que en él se respira.
Escuchar el canto de los pajarillos que en él pasan toda su vida.
Esperar y contar con buena voluntad y el respeto de hombres y mujeres que es nuestra vida la que arde cuando un bosque lo hace
ANTONIO BASALLOTE
EL BOSQUE
El bosque donde el aire es puro, la vida brota por todos los rincones y los enamorados pasean su amor.
Cuando veo sufrir al bosque es como si algo mío sufriera.
Hay que cuidarlo y protegerlo para que todos podamos disfrutar de él.
PEPI RIVERA
EL BOSQUE
El bosque del otro lado del río estaba prohibido
porque los padres le habían dicho que no entraran en aquel río.
Cada año alguien se ahogaba en el río.
Era peligroso con corrientes fuertes e hierbas bajo las aguas.
Éramos siete: primos, primas, jóvenes seguros de nuestras fortalezas.
Hablábamos del bosque, soñábamos el bosque,
un mundo verde desconocido. Teníamos que cruzar el río
peligro o no peligro, prohibido o no prohibido.
Una tarde, en pleno verano, nos quitamos las ropas, hasta las bragas,
cogimos las sandalias en la mano y entramos en el río.
Entre andando y nadando cruzamos el río,
culpables en nuestros corazones… pero
¿por qué hay un bosque en el que nadie puede entrar?
Un bosque silvestre, un bosque muy verde,
olores picantes, sonidos encantados.
Vimos conejos, las ardillas, el ciervo, los faisanes.
Subimos a árboles gigantísimos.
Después de un rato tuvimos que salir
para ver a los padres al otro lado del río
esperándonos con caras ansiosas y enfadadas.
“Ay, ay, tenemos problemas”, dijo un primo.
Aquella noche nos fuimos tempranos a nuestras camas, deshonrados.
Palabras como “confianza” sonando en nuestros oídos.
Pero éramos jóvenes, inmortales, en nuestras mentes
un pensamiento… “he estado en el bosque”.
ANNE SAMPSON
EL BOSQUE
Bosque oscuro y sombrío
adentrarme en tus entrañas de noche,
me da escalofríos.
Siento miedo de esos mitos,
leyendas e historias que de ti
se han escrito.
Aunque contemplarte a la luz del
alba, hasta el miedo se me quita.
Ver los primeros rayos del sol
jugueteando entre las ramas,
las gotas del rocío acariciando
las hojas, sentir el olor de la
hierba mojada, el trinar de los
pajarillos, el murmullo del viento.
En definitiva, un ir y venir de
melodías deleitándonos los
sentidos, con gusto exquisito
envuelto de encanto y pureza.
¡Quién dijo miedo a tan inmensa
belleza!
¡Regalo de la naturaleza!
CARMEN PÉREZ MARTELL
EL BOSQUE DE PINOS
Al caer la tarde el pinar es un inacabable murmullo de trinos y luces que de rama en rama se pierden.
La luz se filtra entre los pinos, abriendo mágicos caminos, que se hunden en el verde sediento de menuda hierba.
El sol quiere que le dejen dormir sobre las pobladas copas porque no hay sitio mejor que este hermoso pinar de Conil.
El sendero se estrecha y el azul del cielo, por un instante, se cambia en verde.
Nunca hay silencio en el pinar de Conil. Todo en él son sonidos gozosos y armónicos.
JOSÉ LUIS RUBIO
EL BOSQUE
Pasaban velozmente los días y los meses,
ninguna señal de ti.
En el bosque caían sin cesar
las hojas cenicientas, tristes y desoladas.
Aquel otoño no hubo olor a canela,
a membrillo y a tristeza.
Tan sólo a recuerdos amarillos
de amores olvidados.
Lo que siento
sólo lo siento yo,
ni el paisaje,
ni la tormenta
ni esta tarde triste,
lo tienen porqué sentir.
MANUELA MISE SÁNCHEZ RAMOS
EL BOSQUE
El miedo al bosque
nace con nosotros mismos.
Pequeños, indefensos
con un terror innato
a estar solos, perdidos.
Crecemos oyendo cuentos
en bosques profundos, oscuros,
donde animales feroces nos acechan,
donde caballeros ocultos
de su propia identidad,
nos atacan por sorpresa.
Crecemos ,
con miedo a quedar olvidadas,
con miedo a la distracción del entorno.
Un miedo que nos niega
el encuentro,el conocimiento de él mismo,
el sentirnos parte de él.
Huimos del bosque
como del enemigo, quedándonos
en sus fronteras,
No hay misterios que nos empujen,
solo el miedo a perdernos,
el miedo a valernos por nosotras mismas.
Para otros, el bosque
es un lugar de aventuras,
de misterios por descubrir,
lugar donde ocultarse,
donde ser héroe o villano,
lugar de supervivencia,
lugar para medir fuerzas.
lugar donde adivinar seres ocultos en las sombras,
Pisar, trepar, oler, tocar
orientarse ,
perderse y encontrarse.
no sentirse perdido,
no sentirse solo,
aun estándolo.
El bosque,
aun siendo el mismo bosque,
es distante el uno del otro,
sentimientos dispares
que confluyen ante la misma realidad.
Para perderse y reencontrarse
en un mismo bosque,
para sucumbir al bosque
como a la propia vida,
hay que deshacer concepto enraizados,
dejarse llevar por su luz,
deslizarse por sus sombras,
redescubrirlo en cada árbol,
en cada rama,
en cada nido,
en cada grieta,
o simplemente entre hojas secas.
EL BOSQUE II
Una luz tenue le acompaña,
entre sombras que le acechan,
un ruido constante, armonioso,
le sigue a cada paso.
Puede oler la hierba fresca,
sentir la maleza,
tatuando su piel,
sin anestesia.
El sol sale a su encuentro,
pero sucumbe, distraído,
ensimismado y absorto
en el silencio,
se deja abrazar por todos ellos.
No se siente perdido,
aunque pudiera estarlo,
no se siente solo,
aun pareciéndolo..
Encuentra misterios a cada instante,
observa rastros de otros tiempos,
encuentra huellas de desechos.
Tendido sobre una alfombra
de vida seca,
se pierde en el silencio,
con cantos que le envuelven,
y susurros que le duermen.
VIRTUDES ROLDÁN
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Hace 1 día
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