PRIMAVERA
Almendros y cerezos
me anuncian su llegada,
vistiendo sus ramas
de palomas blancas y rosadas.
Y la luz que crece cada día,
y el azul intenso de las aguas,
y las flores que despiertan del letargo,
y los insectos que acuden en bandada,
y el azul celeste de los cielos
con motas de color volando despistadas.
Así llega cada año
despertando al amor y a la esperanza.
VIRTUDES ROLDÁN
LA PRIMAVERA
Es prácticamente casi imposible a estas alturas decir algo original sobre la Primavera.
Estoy segura que mucho antes que la humanidad aprendiera a comunicarse con signos gráficos, nuestro ancestros neardenthales los cuales nos superaban en capacidad craneal, y su percepción extrasensorial dicen los expertos era mayor le haría alcanzar en primavera a sensaciones impensables para nosotros los “sapiens modernos”. Los cromagnones y los que les siguieron debieron a su manera celebrar y llenarse de júbilo y alegría cuando llegaba el buen tiempo que les permitía salir al exterior y empezar la temporada de caza. Primavera. Las especies que les suministraban alimento tenían nuevas crías lo que les permitía mantener a las propias y continuar su propia especie. Ahora se llevarán a cabo nuevas hazañas que les servirán de entretenimiento en las largas noches de invierno alrededor del fuego. Los egipcios, sumerios, fenicios y otros allende de los mares orientales ya escribían y ensalzarían poéticamente la belleza reflejada en las mejillas de las jóvenes arreboladas por el calor tanto de la temperatura interna como externa. En el medioevo juglares y trovadores poetas, dicen, que siempre enamorados de la galana doncella que les inspiraba, le daban al dulce devaneo tanto carnal como la mayoría de las veces platónico con enervantes versos y glosas a la belleza, color y olores de flores, escotes y dorados cabellos. En el Al Andalus, todo era igual excepto que el cabello se tornaba azabachito, azulado como ala de cuervo. Ojos almendrados y demás tópicos.
¡Oh, pintores, poetas, escultores del Renacimiento que maravilloso pretexto os ofrecía el cambio de estación, fuente de inspiración in infinitum. Pero donde se glorificó, enalteció y sublimizó Ella, la Primavera, fue en el Romanticismo. Se podía morir de amor en Primavera.
¿Y queréis que yo, pobre mortal, pueda decir algo nuevo e interesante de la Primavera? ¡Mi osadía no llega a tanto!
CONCHA GOROSTIZA
LA PRIMAVERA
Recuerdo un viaje en primavera,
un viaje aquí en España.
Mares rosas de flores de almendros
batallones de verdes olivas
y vistas para alegrar el corazón
me regalaron un viaje inolvidable.
Comenzó en Denia
con quince de exploración
una ruta sin extranjeros,
una ruta entre las montañas.
Me quedé en los campings
con mi autocaravana y mi perrita.
Llegué a Segorbe
a un camping en lo alto
con vistas de 360 grados
y en el crepúsculo
vería muy pocas luces
con un sentido de aislamiento satisfecho.
Seguí a Villamartín
el mundo moderno a lo lejos;
un prado, un río helado,
nieve, campanas, soledad.
Un hombre de Perú, llevándome
al pueblo, pobre, pero precioso.
Volví al siglo veintiuno
en Haro. Al pie del pueblo
había un río corriendo locamente,
cigüeñas blancas buscando
trocitos para construir sus nidos.
Buen vino de Rioja, momentos mágicos.
Me reuní con el mundo de camiones
para llegar a San Juan de la Canal
a las afuera de Santander,
las playas contaminadas por el petróleo
de un barco hundido por las olas.
Al día siguiente me embarcaría.
Miré a España en la distancia
me senté en la cabina del barco
pensando en la belleza,
en la amistad, en la naturaleza
de las cosas que había visto
en el viaje de la primavera.
ANNE SAMPSON
LA PRIMAVERA
Ya está aquí como todos los años siempre expone su belleza, hace renacer la vida en las plantas, en las aves y en muchísimas especies de peces.
Se aparean y se multiplican, en definitiva hacen que el ciclo de la vida continúe. El clima de la tierra cambia, nos desprendemos de varias prendas de vestir, los días son más largos, deja de nevar y los frentes fríos que nos aportan la lluvia casi desaparecen.
Los prados, los montes y los mares cambian de color y olores, todo es distinto da más gana de viajar, de andar por las calles y plazas. Se sonríe más, dan ganas de vivir, es esperanza.
Pero por desgracia no es así en todas las partes de este mundo. Uno por culpa de la naturaleza y otras por la ambición de los hombres.
Primavera nuclear en Japón y en el Líbano primavera de guerra. En Egipto y Siria muy parecido y hay más. Puede que llegue el día que la ambición del hombre haga desaparecer al hombre, es verdad que no sabemos el rumbo que llevamos, espero que el capitán de con tierra pronto y reaccione.
Y si cambiamos las leyes que se ponga en el primer renglón: Los hombres tienen que amarse, respetarse y compartir las riquezas de este mundo.
ANTONIO BASALLOTE
LA PRIMAVERA
Por el sendero la vi venir
con aromas de jazmín
con colores de arco iris
envuelta en aguas de rocío
acompañada con trinos de pajarillos.
Con caricia de calor y suaves
brisas del mes de Mayo.
Serena, por el sendero la vi
llegar; tapada de un verde
manto enloñado de bellos
colores que a su paso al
campo iba adornando y con
su fragancia el ambiente perfumando.
Por el sendero la vi pasar cargada
de florecilla de entusiasmo y
alegría a rebozar.
Al verla la sangre se me altera
el corazón se me acelera pues
ha llegado “La Primavera”.
CARMEN PÉREZ MARTELL
LA PRIMAVERA
Después de un crudo invierno donde la lluvia, la nieve, el frío, han castigado a la naturaleza llega la primavera que lentamente, poco a poco, con la ayuda del sol, hace renacer los campos y los jardines. Todo se altera. Todo se llena de vida. La solitaria amapola nace a un lado del camino. Las margaritas llenan terrenos sin cultivar. Florecen los naranjos y su bella flor blanca nos embruja con su olor. Corren las aguas mansas y las golondrinas en ellas mojan sus picos para ir, sin prisa, construyendo sus nidos bajo los aleros de casas abandonadas. Las plazas se llenan de risas de niños que juegan al sol. Es hermoso pasear a la orilla del mar y dejar que las olas nos moje los pies. Es impresionante ver ocultarse el sol, allá a lo lejos, detrás del faro del Roche. La primavera ha llegado un año más a llenar de color y vida a la dormida naturaleza que recupera fuerzas y sonríe porque ni el frío, ni la lluvia han podido destruirla. Está de nuevo dispuesta a seguir viviendo. A continuar su complicado caminar y a llenar nuestros ojos con su sorprendente belleza que nunca desaparece, que siempre está ahí, a nuestro lado.
JOSÉ LUIS RUBIO
lunes, 25 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
POEMA
Alegrías: Soledades.
Y, así como el Cielo
pudiera ser
que con las nubes llorara,
y con el Sol sonriera…
… Pudiera ser también
que el hombre
con su corazón llorara,
y con su Alma sonriera.
Corazón que metido
dentro de su pecho,
con él muriera:
Y su Alma
libre por el ancho Cielo,
en él perdurara.
Desvelo.
Me envuelve tu recuerdo
como único consuelo,
consuelo como un desvelo
que en mi corazón yo llevo.
Solitud.
Solo. Es como siempre
he vivido, y ahora
al final del camino
con mi soledad yo sigo.
Nunca tendré compañía
muriendo en la solitud
un día, día que será
como otro día
de los muchos que viví
con mi soledad vacía.
Pensé.
Pensé solo todo el día,
solo con mi soledad baldía
preguntándome a mí solo
cómo dejar de estar solo
y dejar esta compañía
que solo conmigo tenía.
Anoche.
Anoche cuando dormía
soñé que soñaba solo,
solo con mi sueño solo.
Alegrías.
Ríe.De la profundidad del ser,
la risa brota: siempre,
igual hoy como ayer.
Risa de niño, risa de hombre
igual risa es: siempre,
y al exterior fluye,
en donde todo claridad es…
…Y, nada se oculta
y todo se ve:
como la verdad. Pudiera ser.
Autor: Julio Guzmán Sánchis.
Y, así como el Cielo
pudiera ser
que con las nubes llorara,
y con el Sol sonriera…
… Pudiera ser también
que el hombre
con su corazón llorara,
y con su Alma sonriera.
Corazón que metido
dentro de su pecho,
con él muriera:
Y su Alma
libre por el ancho Cielo,
en él perdurara.
Desvelo.
Me envuelve tu recuerdo
como único consuelo,
consuelo como un desvelo
que en mi corazón yo llevo.
Solitud.
Solo. Es como siempre
he vivido, y ahora
al final del camino
con mi soledad yo sigo.
Nunca tendré compañía
muriendo en la solitud
un día, día que será
como otro día
de los muchos que viví
con mi soledad vacía.
Pensé.
Pensé solo todo el día,
solo con mi soledad baldía
preguntándome a mí solo
cómo dejar de estar solo
y dejar esta compañía
que solo conmigo tenía.
Anoche.
Anoche cuando dormía
soñé que soñaba solo,
solo con mi sueño solo.
Alegrías.
Ríe.De la profundidad del ser,
la risa brota: siempre,
igual hoy como ayer.
Risa de niño, risa de hombre
igual risa es: siempre,
y al exterior fluye,
en donde todo claridad es…
…Y, nada se oculta
y todo se ve:
como la verdad. Pudiera ser.
Autor: Julio Guzmán Sánchis.
sábado, 23 de abril de 2011
TEXTO
LA REVISTA POÉTICA AZAHAR, DE CONIL, ESTUVO EN LA I RUTA QUIÑONESCA
La Revista Poética Azahar estuvo en la I Ruta Quiñonesca representada por su coordinador José Luis Rubio que, tras felicitar a los organizadores, leyó, en la Peña Flamenca Juanito Villar, un poema, de Fernando, publicado en la Revista en Abril de 1990, titulado Manuel de Falla en “La Antequeruela”, la Oda al cante y un poema de su autoría.
MANUEL DE FALLA EN "LA ANTEQUERUELA"
Algo de pronto oí
recién echado el sol.
Aquello.
Lo que se escapa al orden de la música
porque es la misma música
y no su orden, necesario pero
ajeno casi a ella: sé
lo que digo,
lo que un instante oí, olvidé
y debo recordar. Muy poco y todo,
dos, tres compases imprevistos
que tal vez me conduzcan a cambiar el andante.
No temo extraviarlos
aunque se me hayan ido, y son, diría,
el leve cabeceo de esa rama
contra la cal del patio en sombra,
una memoria blanca o carmesí
de adelfos al azul, en la Alameda
de Cádiz, sobre el mar de la infancia.
O esta gota de luna temblando en el tazón
que ahora me traes callada,
hermana, Carmen.
FERNANDO QUIÑONES
IX
Aquella tarde busqué al sol,
lo busqué,
en la Caleta y lo encontré,
lo encontré,
jugando con el faro del castillo
mientras el agua saltaba
sobre las milenarias piedras.
Lentamente el sol cedió su luz,
la cedió,
al faro y este coqueto la regaló,
la regaló,
a las olas traviesas
donde nadaban caballas,
morenas, doradas y mojarritas.
Desde el espigón no sabía,
no sabía,
donde posar mis sorprendidos ojos,
no sabía,
si en el agua, en el faro, o en el sol
porque los tres me deslumbraban
con bellos y ardientes colores.
Atrapar no conseguí la luz,
no la conseguí,
porque sin continuidad jugaba,
sin continuidad,
en el alejado horizonte
donde el mar y el cielo
dejaban de ser dos para ser uno.
Se me escapaban los colores,
se escapaban,
y retenerlo era imposible,
imposible,
porque ni tan siquiera
quedaron impregnados en un negativo
que recordara el instante.
De nuevo volví a perder,
de nuevo,
el rayo de luz marina,
el rayo,
que dejándome solo en la oscuridad
me escondía en las sombras
la exuberante belleza del mar.
Unas gotas en las mejillas,
unas gotas,
traídas por el viento,
traídas,
me recordaron que a mis pies,
oculto en la acosadora oscuridad,
el mar seguía yendo y viniendo.
DEL LIBRO INÉDITO ATARDECERES DE JOSÉ LUIS RUBIO
POEMA
HECHIZO PRIMAVERAL
I
Me llega Mayo florido
que abriendo mi puerta viene;
y en su venida mantiene
torrentes de colorido.
Este precioso vestido
de olorosa primavera
por adentro y por afuera
un hechizo va dejando
y éste se va derramando
debajo del sol naciente;
y su florida corriente
su efluvio nos va dejando.
II
Este florecido manto
de infinidad de colores
fue tejido por las flores
para mostrarnos su encanto.
Aquí late el amaranto
entre la diversidad
de flores de calidad
como las sutiles rosas,
¡para mí las más preciosas!,
otras hay que son también,
en las cuales al vaivén
se mecen dos mariposas.
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO
I
Me llega Mayo florido
que abriendo mi puerta viene;
y en su venida mantiene
torrentes de colorido.
Este precioso vestido
de olorosa primavera
por adentro y por afuera
un hechizo va dejando
y éste se va derramando
debajo del sol naciente;
y su florida corriente
su efluvio nos va dejando.
II
Este florecido manto
de infinidad de colores
fue tejido por las flores
para mostrarnos su encanto.
Aquí late el amaranto
entre la diversidad
de flores de calidad
como las sutiles rosas,
¡para mí las más preciosas!,
otras hay que son también,
en las cuales al vaivén
se mecen dos mariposas.
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO
jueves, 21 de abril de 2011
POEMA
NO TE PARES
Sube despacio, muy despacio,
tan despacio como un caracol
sin mirar atrás, sin hablar,
pero sin esconder la cara
porque nada tienes que ocultar
porque nada dejaste en el suelo
que te avergüence, ni enrojezca,
tan sólo dejaste allí un trozo
de tu corazón de hombre dolorido
que ya no late porque se hundió
entre los pétalos rojos de una sangre
que se fue filtrando por la tierra.
No te pares sigue tu camino
que arriba encontrarás
nuevas flores que te abriguen
con sus pétalos verdes las noches
húmedas sin luz ni calores
y olvida el miedo porque nadie
sabrá que duermes en silencio
conteniendo tu corazón alborotado
que ya no es el que fue
porque una parte, lentamente,
se fue filtrando bajo los pies
poderosos de un roble centenario.
JOSÉ LUIS RUBIO
Sube despacio, muy despacio,
tan despacio como un caracol
sin mirar atrás, sin hablar,
pero sin esconder la cara
porque nada tienes que ocultar
porque nada dejaste en el suelo
que te avergüence, ni enrojezca,
tan sólo dejaste allí un trozo
de tu corazón de hombre dolorido
que ya no late porque se hundió
entre los pétalos rojos de una sangre
que se fue filtrando por la tierra.
No te pares sigue tu camino
que arriba encontrarás
nuevas flores que te abriguen
con sus pétalos verdes las noches
húmedas sin luz ni calores
y olvida el miedo porque nadie
sabrá que duermes en silencio
conteniendo tu corazón alborotado
que ya no es el que fue
porque una parte, lentamente,
se fue filtrando bajo los pies
poderosos de un roble centenario.
JOSÉ LUIS RUBIO
martes, 19 de abril de 2011
POEMA
CUENTA DE UN HECHO
I
Tu verso fotográfico me deja
un buen sabor de boca en su lectura,
pues es tan agradable su dulzura
que parece venir de miel de abeja.
Se ciñe éste a los hechos que refleja,
pone todo tal cual y no se apura,
se nota que el concepto lo madura,
tras tirarle del hilo a la madeja.
Dibuja cuanto ve de esquina a esquina
y lo lleva al papel mientras camina
con su saber hacer y de la mano
de un dibujante, que el soneto plasma,
¡de tal manera, que se le ve el alma;
y el latir de su víscera en el plano!
II
Al tiempo que en la obra tú te adentras,
te vas notando más reconfortado,
y el camino lo ves más despejado
y la atención de pleno la concentras.
Mejor a cada paso tú te encuentras
inmerso en los sonetos que han llegado
en un E-mail, de imágenes cargado.
Estas, las vas asimilando mientras
que sorbo a sorbo bebes de su fuente;
y embebido en el son de su corriente
te dejas arrastrar hasta la orilla.
Notas en el arrastre un gran placer
y de nuevo te abocas a beber;
y adviertes que desde hoy todo más brilla.
III
Bien le hiciste el padrón a Ciudad Real,
con tus versos lograste un gran retrato,
mas no podrá quejarse de tu trato
porque puede hacerse más cabal.
Sin usar como mezcla, arena y cal
ni tampoco cemento y, ¡¡ojo al dato,
tu arquitectura ha sido un fuerte plato
aquí en estos sonetos, ¡por genial!!
Ante estos veinticinco pedestales,
el sombrero se quita hoy “BARRALES”
y se inclina en señal de reverencia,
Me he quedado saciado en plenitud,
he bebido directo del azud
del soneto, bañándome en su esencia…
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO
A Lucrecio PÉREZ BLANCO,POR SU POESÍA FOTOGRÁFICA
I
Tu verso fotográfico me deja
un buen sabor de boca en su lectura,
pues es tan agradable su dulzura
que parece venir de miel de abeja.
Se ciñe éste a los hechos que refleja,
pone todo tal cual y no se apura,
se nota que el concepto lo madura,
tras tirarle del hilo a la madeja.
Dibuja cuanto ve de esquina a esquina
y lo lleva al papel mientras camina
con su saber hacer y de la mano
de un dibujante, que el soneto plasma,
¡de tal manera, que se le ve el alma;
y el latir de su víscera en el plano!
II
Al tiempo que en la obra tú te adentras,
te vas notando más reconfortado,
y el camino lo ves más despejado
y la atención de pleno la concentras.
Mejor a cada paso tú te encuentras
inmerso en los sonetos que han llegado
en un E-mail, de imágenes cargado.
Estas, las vas asimilando mientras
que sorbo a sorbo bebes de su fuente;
y embebido en el son de su corriente
te dejas arrastrar hasta la orilla.
Notas en el arrastre un gran placer
y de nuevo te abocas a beber;
y adviertes que desde hoy todo más brilla.
III
Bien le hiciste el padrón a Ciudad Real,
con tus versos lograste un gran retrato,
mas no podrá quejarse de tu trato
porque puede hacerse más cabal.
Sin usar como mezcla, arena y cal
ni tampoco cemento y, ¡¡ojo al dato,
tu arquitectura ha sido un fuerte plato
aquí en estos sonetos, ¡por genial!!
Ante estos veinticinco pedestales,
el sombrero se quita hoy “BARRALES”
y se inclina en señal de reverencia,
Me he quedado saciado en plenitud,
he bebido directo del azud
del soneto, bañándome en su esencia…
Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO
A Lucrecio PÉREZ BLANCO,POR SU POESÍA FOTOGRÁFICA
domingo, 17 de abril de 2011
POEMAS
“Amores”.
En mi vida hay amores
que amo,
mas todos me dejan solo.
La casada con su marido,
que me devora.
La novia con su novio,
que me acosa.
La soltera sola,
que me ignora.
Y, entre medio hay una puta,
que me adora.
Y, que todas colaboran,
en mi quehacer de poeta,
poeta
al que todas solo dejan.
…y, de mi soledad huyo,
y en mi huida encuentro la poesía,
poesía
que me hace compañía,
compañía
al hombre solo.
Abandono.
Hace mucho que no estoy solo
pues creo tenerte a ti:
tengo miedo al abandono.
Mi vida depende de ti, yo
ya no tengo,
ni tan siquiera amor propio:
pues te quiero sólo a ti.
He puesto mi vida en tus manos,
todo depende de ti
el que viva o esté muerto
depende de tu equilibrio:
de que te sientas dueña de mí.
Ni confío ni desconfío,
no puedo hacer otra cosa
dependo de ti y tú de mi
no dependes:
al final triunfará el más fuerte.
Si tú eres la más fuerte
no me abandonarás,
pero si el más fuerte soy yo:
me abandonarás por tonto.
Amor imposible.
Mi amor imposible eres,
lo cual me importa bien poco,
pues así por ti,
mantendré siempre el deseo
por no ser nunca saciado
y mi amor conservaré. Todo.
Antagonismo.
Sufrimiento que me da
que me digas no,
y deseo que tengo
en que llegue el día,
en el que el sí me dieras.
Entonces yo,
te dejaré,
pues deseo de ti
ya no tendré.
Y, me sentiré culpable
y lloraré por ti y por mí.
Por ti
por la pena de dejarte,
y por mí
por el placer que siento,
en el sufrir.
Carolina.
Tus ojos de cervatilla,
dulces.
Mis ojos de tigre,
fieros.
El fiero junto a la dulce,
manso cordero.
Cuerpo.
Un cuerpo,
igual a todos los cuerpos.
Un alma,
distinta a todas las almas.
Sólo tu cuerpo tú das, quizá
por un plato de lentejas.
Mas a tu alma,
haces presa de tu cuerpo,
cuerpo
que es un cuerpo,
igual que todos los cuerpos,
a los que tú te das.
Deleitosa.
Deleitosa mujer,
ya que en todo te deleitas,
y, solo el placer tú buscas,
placer donde te deleitas,
una y mil veces una
y mil veces más.
Para ti,
todo es deleite,
placer
y que eso es todo para ti
la obtención de placer
sin importarte de quien.
Y a mí,
me parece bien,
mas apártate de mí
pues más tarde o más temprano
me tendrás que hacer sufrir.
El amar y el querer.
El amar es dar
y el querer es recibir,
y que ya no es amar
es egoísmo sin más.
Yo te amo,
aunque no me ames tú. Dar.
Yo te quiero para mí:
aunque no te ame a ti,
lo hago sólo por mí
porque quiero que seas mía,
y de nadie más que de mí.
JULIO GUZMÁN SANCHIS
En mi vida hay amores
que amo,
mas todos me dejan solo.
La casada con su marido,
que me devora.
La novia con su novio,
que me acosa.
La soltera sola,
que me ignora.
Y, entre medio hay una puta,
que me adora.
Y, que todas colaboran,
en mi quehacer de poeta,
poeta
al que todas solo dejan.
…y, de mi soledad huyo,
y en mi huida encuentro la poesía,
poesía
que me hace compañía,
compañía
al hombre solo.
Abandono.
Hace mucho que no estoy solo
pues creo tenerte a ti:
tengo miedo al abandono.
Mi vida depende de ti, yo
ya no tengo,
ni tan siquiera amor propio:
pues te quiero sólo a ti.
He puesto mi vida en tus manos,
todo depende de ti
el que viva o esté muerto
depende de tu equilibrio:
de que te sientas dueña de mí.
Ni confío ni desconfío,
no puedo hacer otra cosa
dependo de ti y tú de mi
no dependes:
al final triunfará el más fuerte.
Si tú eres la más fuerte
no me abandonarás,
pero si el más fuerte soy yo:
me abandonarás por tonto.
Amor imposible.
Mi amor imposible eres,
lo cual me importa bien poco,
pues así por ti,
mantendré siempre el deseo
por no ser nunca saciado
y mi amor conservaré. Todo.
Antagonismo.
Sufrimiento que me da
que me digas no,
y deseo que tengo
en que llegue el día,
en el que el sí me dieras.
Entonces yo,
te dejaré,
pues deseo de ti
ya no tendré.
Y, me sentiré culpable
y lloraré por ti y por mí.
Por ti
por la pena de dejarte,
y por mí
por el placer que siento,
en el sufrir.
Carolina.
Tus ojos de cervatilla,
dulces.
Mis ojos de tigre,
fieros.
El fiero junto a la dulce,
manso cordero.
Cuerpo.
Un cuerpo,
igual a todos los cuerpos.
Un alma,
distinta a todas las almas.
Sólo tu cuerpo tú das, quizá
por un plato de lentejas.
Mas a tu alma,
haces presa de tu cuerpo,
cuerpo
que es un cuerpo,
igual que todos los cuerpos,
a los que tú te das.
Deleitosa.
Deleitosa mujer,
ya que en todo te deleitas,
y, solo el placer tú buscas,
placer donde te deleitas,
una y mil veces una
y mil veces más.
Para ti,
todo es deleite,
placer
y que eso es todo para ti
la obtención de placer
sin importarte de quien.
Y a mí,
me parece bien,
mas apártate de mí
pues más tarde o más temprano
me tendrás que hacer sufrir.
El amar y el querer.
El amar es dar
y el querer es recibir,
y que ya no es amar
es egoísmo sin más.
Yo te amo,
aunque no me ames tú. Dar.
Yo te quiero para mí:
aunque no te ame a ti,
lo hago sólo por mí
porque quiero que seas mía,
y de nadie más que de mí.
JULIO GUZMÁN SANCHIS
POEMAS
SITIOS
¿En qué punto de la tierra estás?
¿Dónde?
¿En qué hora?
¿Sobre qué otro pecho
se detuvo el viento de tu cuerpo?
Ya ni tu huella,
la ausencia pudo más que los sollozos.
Otros cuerpos poblaron los vacíos,
Sitios de otro tiempo
Donde ya no son posibles los regresos.
Armando Orozco Tovar
RESPUESTA A UNA PREGUNTA NECIA
¿Que qué
eres
tú en mi vida?
Una
querida
herida.
María Mercedes Lafaurie
¿En qué punto de la tierra estás?
¿Dónde?
¿En qué hora?
¿Sobre qué otro pecho
se detuvo el viento de tu cuerpo?
Ya ni tu huella,
la ausencia pudo más que los sollozos.
Otros cuerpos poblaron los vacíos,
Sitios de otro tiempo
Donde ya no son posibles los regresos.
Armando Orozco Tovar
RESPUESTA A UNA PREGUNTA NECIA
¿Que qué
eres
tú en mi vida?
Una
querida
herida.
María Mercedes Lafaurie
EXALTACIÓN DE LA SAETA 2011
EXALTACIÓN DE LA SAETA 2011 (17-4-2011)
Buenas tardes señor Concejal, representantes de las Hermandades y Cofradías, directivos del Centro Municipal de Mayores, pensionistas y jubilados, saeteros, amantes de la saeta. Un nuevo año nos reunimos para exaltar a la saeta y a los saeteros. Por eso para empezar, quiero rendir una homenaje, con un sencillo poema, pues poeta soy, a dos enamorados de la saeta y el cante que en el tiempo se nos han perdido.
SAETA DESDE EL CIELO
La saeta está llorando.
¡Qué triste está la saeta!
Dos lágrimas caen
de sus ojos hasta la tierra.
Dos perlas nacaradas
que se le escapan del alma.
La saeta está llorando.
¡Qué pena aflige su alma!
Siente su pecho la ausencia
de dos amigos entrañables
que hoy no están presentes
para cantarle su cante.
La saeta está llorando.
¡Qué infeliz ella se siente!
Antonio y José no están aquí,
Ahora le están cantando,
mirándole a los ojos,
a Jesús el Nazareno
y a su madre María
en el teatro del cielo.
La saeta está llorando.
¡Qué sola está la saeta!
Dos amigos se han marchado
en una barca marinera
con un cante entre los labios
para acompañar a María,
en su trance más feliz,
en la Santa Cena del Paraíso.
La saeta está llorando.
¡Qué agrio su padecer!
Pero no te aflijas saeta
que desde el cielo como lluvia
menuda hasta ti llegará
una impresionante saeta
escrita por Antonio Cifuentes
y cantada por José Periáñez.
¡Silencio! ¡Silencio, señores!
¡Qué la saeta suena!
En estos años muchas cosas se han dicho ya sobre los orígenes y la historia de la saeta pero como lo hacemos de año en año bueno es siempre recordar algunos datos.
Juan José Gil dice que la saeta se puede entender desde dos puntos de vista, el religioso y el artístico. Pero intentemos situarnos para entender estos dos hechos fundamentales que tienen mucho de común y mucho de diferencia.
Sin duda alguna la saeta pertenece a una rama de cantes que expresan un sentir del pueblo en un momento concreto del año y, ante una circunstancia puntual de un hecho singular de los cristianos católicos que se rememora año tras año, la Semana Santa. Pero también hay que decir que se da en la calle, ante los Pasos que las diferentes Cofradías sacan a la calle en procesión.
Subido en una burrita
entró en Jerusalén
y con palmas y laureles
salieron a recibir
al rey de todos los reyes.
El hombre por naturaleza, ha cantado a diferentes situaciones de la vida, a su trabajo, al amor, a la muerte, al campo, a la mina, a la fragua, a la cárcel. Y también en lo religioso tiene su participación y su expresión a través de Romances Litúrgicos que llegan al pueblo en los Pregones Litúrgicos.
En estos pregones se narra los momentos más significativos de la vida de Jesucristo, desde el nacimiento, pasando por sus hechos, milagros y enseñanzas, hasta llegar a la Pasión, Muerte y Resurrección.
De aquella cena que diste
doce fueron los que estaban
uno sólo te vendió
solo por treinta monedas
que de nada le sirvió.
Situémonos en los siglos anteriores al XVI, cuando el Latín era en la iglesia su lenguaje universal. Yo me pregunto, el pueblo llano ¿qué podía entender si muchos de ellos no sabían ni leer ni escribir? Hasta hace pocos años, una parte de la Misa se oficiaba en Latín y la verdad yo no lo entendía y seguramente una parte de mi familia tampoco, pero seguíamos el canto como algo natural.
Llegó al huerto, hizo oración
por todos los que vivían
de tanta contemplación
gotas de sangre corrían
para nuestra redención.
Hacia el siglo XVI y XVII esta situación empieza a cambiar y es cuando La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, es llevada por los Hermanos Reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco. Estos monjes salían de su retiro el Domingo de Cuerda por la tarde todos los meses del año y bajaban al pueblo a andar el Viacrucis. Iban ataviados con una soga y coronas de espinas a perdonar los pecados a todo aquel que quisiera. Y entre estación y estación del Vía Crucis cantaban Saetas. Así aparece recogido en un libro editado en Sevilla en el año 1961 de Fray Antonio de Escaray.
Pilato lavó sus manos
cuando el pueblo le pidió
que fuera pena de muerte
y el tribunal le entregó
a aquel cordero inocente.
Este era el objetivo de estas saetas aún no flamencas y muy lejos todavía de serlo. Pero musicalmente ¿cómo situamos las saeta? Esto es imposible saberlo a ciencia cierta, ya que no existen datos sonoros pero se quiere aceptar como génesis musical tres vertientes principales. A una cierta raíz árabe. B de los cantos sinagogales judíos. C la descendencia directa de los cantos cristianos.
Nuestro país ha recibido influencias a través de las diferentes culturas que en ella se han asentado durante algún tiempo, unas más y otras menos. Este peregrinar de culturas nos ha enriquecido en muchos aspectos de nuestra vida, e inclusive en la música también en el flamenco y como no en la Saeta.
Siendo él objeto de burla
con suplicio y sufrimiento
cae por tercera vez
y en aquel rostro divino
hasta la muerte se ve.
Pero no olvidemos nunca, que la propia cultura española, y más concretamente andaluza es la principal fuente de inspiración en la configuración de la saeta tal y como la conocemos hoy.
La parte propiamente literaria de la saeta tiene en su formación diferentes elementos que nos puede servir de guía. Las que proceden de las actividades apostólicas de los Padres Franciscanos, las que tiene descendencia de los Pregones y los Romances de Pasión, las originadas por inspiración poética popular o culta y, aquellas que escribiera Fray Diego de Cádiz conocidas como Miserere.
Antes los ojos del pueblo
dejan desnudo al cordero
le quitan sus vestiduras
y se echaron en suerte
hasta su manto de púrpura.
1800 a 1840, la saeta pasa a ser un canto popular del pueblo y no un acto religioso de los monjes de la época. Este modelo de saeta, aún no flamenca, viene a ser pausada, monótona, sencilla, liviana y pobre en ejecución, configurándose en algunas comarcas como saetas autóctonas muy propias del lugar, entre otras están la saeta cordobesa o la saeta vieja, la saeta cuartelera de Puente Genil, la saeta samaritana de Castro del río, la saeta vieja de Arcos de la Frontera.
Era la hora tercera
cuando lo crucificaron
y le dieron de beber
hiel y vinagre mezclado
cuando se sintió con sed.
Con la saeta ocurre lo mismo que con cualquier otro cante flamenco. Es decir, el hombre no pasa desapercibido ante este hecho significativo y religioso, por lo que tomando como base este cante popular, lo modifica y lo engrandece, sin perder su base y lo configura en un cante de tal magnitud que lo incorpora al acerbo flamenco. Aunque también, como en otros estilos, a veces llega a perder el origen de lo que la saeta es.
En esa hora fatal
no tuvieron suficiente
una lanza le clavaron
hasta ver su cuerpo inerte
en el madero postrado.
José Mª Sbarbi escribe hacia 1880 un artículo dirigido a Don Antonio Machado y Álvarez Demófilo sobre la saeta. En él habla de un cante popular que ha pasado a ser cante de unos pocos privilegiados y llenos de facultades en la voz, un cante lleno de melismas y muy recargado.
También cuenta que las letras se han convertido en una chabacanería. Demófilo le contesta en otro artículo poco después que desconoce datos sobre este cante, que solamente lo que conoce de ella es el haberlas escuchado en Sevilla, Cádiz y Jerez.
Cuando expiró el Nazareno
se doblaron las potencias
las estrellas se apagaron
los templos se estremecieron
cuando lo crucificaron.
Estos datos nos llevan a varias conclusiones. Podemos situar la saeta flamenca hacia el año 1880 aproximadamente. Coincide este hecho con las primeras referencias que se tiene de los que hoy consideramos como los primeros cantaores considerados como flamencos y con una etapa de desarrollo de este arte. Y se localizan tres comarcas que a su vez también se consideran como la cuna fundamental del cante Cádiz, Jerez y Sevilla.
En la saeta flamenca como tal, se fija en su creación a Manuel Centeno en Sevilla, aunque ésta se cree que llega de Jerez, acompañada de muy pocos matices que la identifiquen como flamenca. Esta saeta, ya flamenca, se canta por siguiriya. Antes de continuar, señalemos también que hay quien cree que es una creación de Enrique el Mellizo cantaor gaditano.
José de Arimatea
hace de pueblo andaluz
que todas las primaveras
para bajar de la cruz
anda buscando escaleras.
.Yo soy más partidario de creer que la divulgación primera de la Saeta Flamenca de Centeno viene dada por las primeras grabaciones sonoras, más que pensar en él como el creador de la misma. Entre los cantaores contemporáneos de Centeno nos encontramos a Chacón, El Torres, El Mellizo.
La Saeta llega la mundo flamenco a través de la Siguiriya y de las Tonás, así como de todos los estilos que se derivan de estos cantes. Hoy también se cantan saetas por Malagueñas.
Cristo que muerto va
el de la faz amorosa
tronchado como una rosa
en esa urna de cristal
donde tu cuerpo reposa
y hoy sepultura te dan.
Durante los años que componen la denominada Ópera Flamenca la Saeta también adquiere los matices que en ella se desarrollan, perdiendo hondura y cogiendo un carácter más caracterizado por el gongorismo, alargamiento masivo de los tercios, es decir, lo mismo que en otros cantes de la época.
Solo me queda por señalar a mi entender, el origen en sí de la palabra Saeta, en la que solo se baraja la que deriva del latín Sagita, sin tener más referencias que lo que esta significa en sí.
La noche del Viernes Santo
en la triste soledad
María sigue a su hijo
que va de cuerpo presente
para poderlo enterrar.
El cante por Saeta se puede entender desde dos perspectivas: La puramente flamenca y la puramente religiosa.
Pero no olvidemos que la una sin la otra no sería nada, las dos forman un engranaje en la que un hecho significativo está presente, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Y es la saeta a modo de cante flamenco las que nos cuenta todo esto, con pocos versos pero muy directo. Como dijo el poeta Federico García Lorca “… son como flechas que atraviesan el corazón…”.
.
Vacía la tumba está
solo queda la mortaja
porque el Nazareno
a la vida volvió
un domingo por la mañana.
Las saetas que he recitado son de Salvador Periáñez, Diego el Pirulo y José Puchirichi.
Canten en paz Antonio y José.
JOSÉ LUIS RUBIO
Buenas tardes señor Concejal, representantes de las Hermandades y Cofradías, directivos del Centro Municipal de Mayores, pensionistas y jubilados, saeteros, amantes de la saeta. Un nuevo año nos reunimos para exaltar a la saeta y a los saeteros. Por eso para empezar, quiero rendir una homenaje, con un sencillo poema, pues poeta soy, a dos enamorados de la saeta y el cante que en el tiempo se nos han perdido.
SAETA DESDE EL CIELO
La saeta está llorando.
¡Qué triste está la saeta!
Dos lágrimas caen
de sus ojos hasta la tierra.
Dos perlas nacaradas
que se le escapan del alma.
La saeta está llorando.
¡Qué pena aflige su alma!
Siente su pecho la ausencia
de dos amigos entrañables
que hoy no están presentes
para cantarle su cante.
La saeta está llorando.
¡Qué infeliz ella se siente!
Antonio y José no están aquí,
Ahora le están cantando,
mirándole a los ojos,
a Jesús el Nazareno
y a su madre María
en el teatro del cielo.
La saeta está llorando.
¡Qué sola está la saeta!
Dos amigos se han marchado
en una barca marinera
con un cante entre los labios
para acompañar a María,
en su trance más feliz,
en la Santa Cena del Paraíso.
La saeta está llorando.
¡Qué agrio su padecer!
Pero no te aflijas saeta
que desde el cielo como lluvia
menuda hasta ti llegará
una impresionante saeta
escrita por Antonio Cifuentes
y cantada por José Periáñez.
¡Silencio! ¡Silencio, señores!
¡Qué la saeta suena!
En estos años muchas cosas se han dicho ya sobre los orígenes y la historia de la saeta pero como lo hacemos de año en año bueno es siempre recordar algunos datos.
Juan José Gil dice que la saeta se puede entender desde dos puntos de vista, el religioso y el artístico. Pero intentemos situarnos para entender estos dos hechos fundamentales que tienen mucho de común y mucho de diferencia.
Sin duda alguna la saeta pertenece a una rama de cantes que expresan un sentir del pueblo en un momento concreto del año y, ante una circunstancia puntual de un hecho singular de los cristianos católicos que se rememora año tras año, la Semana Santa. Pero también hay que decir que se da en la calle, ante los Pasos que las diferentes Cofradías sacan a la calle en procesión.
Subido en una burrita
entró en Jerusalén
y con palmas y laureles
salieron a recibir
al rey de todos los reyes.
El hombre por naturaleza, ha cantado a diferentes situaciones de la vida, a su trabajo, al amor, a la muerte, al campo, a la mina, a la fragua, a la cárcel. Y también en lo religioso tiene su participación y su expresión a través de Romances Litúrgicos que llegan al pueblo en los Pregones Litúrgicos.
En estos pregones se narra los momentos más significativos de la vida de Jesucristo, desde el nacimiento, pasando por sus hechos, milagros y enseñanzas, hasta llegar a la Pasión, Muerte y Resurrección.
De aquella cena que diste
doce fueron los que estaban
uno sólo te vendió
solo por treinta monedas
que de nada le sirvió.
Situémonos en los siglos anteriores al XVI, cuando el Latín era en la iglesia su lenguaje universal. Yo me pregunto, el pueblo llano ¿qué podía entender si muchos de ellos no sabían ni leer ni escribir? Hasta hace pocos años, una parte de la Misa se oficiaba en Latín y la verdad yo no lo entendía y seguramente una parte de mi familia tampoco, pero seguíamos el canto como algo natural.
Llegó al huerto, hizo oración
por todos los que vivían
de tanta contemplación
gotas de sangre corrían
para nuestra redención.
Hacia el siglo XVI y XVII esta situación empieza a cambiar y es cuando La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, es llevada por los Hermanos Reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco. Estos monjes salían de su retiro el Domingo de Cuerda por la tarde todos los meses del año y bajaban al pueblo a andar el Viacrucis. Iban ataviados con una soga y coronas de espinas a perdonar los pecados a todo aquel que quisiera. Y entre estación y estación del Vía Crucis cantaban Saetas. Así aparece recogido en un libro editado en Sevilla en el año 1961 de Fray Antonio de Escaray.
Pilato lavó sus manos
cuando el pueblo le pidió
que fuera pena de muerte
y el tribunal le entregó
a aquel cordero inocente.
Este era el objetivo de estas saetas aún no flamencas y muy lejos todavía de serlo. Pero musicalmente ¿cómo situamos las saeta? Esto es imposible saberlo a ciencia cierta, ya que no existen datos sonoros pero se quiere aceptar como génesis musical tres vertientes principales. A una cierta raíz árabe. B de los cantos sinagogales judíos. C la descendencia directa de los cantos cristianos.
Nuestro país ha recibido influencias a través de las diferentes culturas que en ella se han asentado durante algún tiempo, unas más y otras menos. Este peregrinar de culturas nos ha enriquecido en muchos aspectos de nuestra vida, e inclusive en la música también en el flamenco y como no en la Saeta.
Siendo él objeto de burla
con suplicio y sufrimiento
cae por tercera vez
y en aquel rostro divino
hasta la muerte se ve.
Pero no olvidemos nunca, que la propia cultura española, y más concretamente andaluza es la principal fuente de inspiración en la configuración de la saeta tal y como la conocemos hoy.
La parte propiamente literaria de la saeta tiene en su formación diferentes elementos que nos puede servir de guía. Las que proceden de las actividades apostólicas de los Padres Franciscanos, las que tiene descendencia de los Pregones y los Romances de Pasión, las originadas por inspiración poética popular o culta y, aquellas que escribiera Fray Diego de Cádiz conocidas como Miserere.
Antes los ojos del pueblo
dejan desnudo al cordero
le quitan sus vestiduras
y se echaron en suerte
hasta su manto de púrpura.
1800 a 1840, la saeta pasa a ser un canto popular del pueblo y no un acto religioso de los monjes de la época. Este modelo de saeta, aún no flamenca, viene a ser pausada, monótona, sencilla, liviana y pobre en ejecución, configurándose en algunas comarcas como saetas autóctonas muy propias del lugar, entre otras están la saeta cordobesa o la saeta vieja, la saeta cuartelera de Puente Genil, la saeta samaritana de Castro del río, la saeta vieja de Arcos de la Frontera.
Era la hora tercera
cuando lo crucificaron
y le dieron de beber
hiel y vinagre mezclado
cuando se sintió con sed.
Con la saeta ocurre lo mismo que con cualquier otro cante flamenco. Es decir, el hombre no pasa desapercibido ante este hecho significativo y religioso, por lo que tomando como base este cante popular, lo modifica y lo engrandece, sin perder su base y lo configura en un cante de tal magnitud que lo incorpora al acerbo flamenco. Aunque también, como en otros estilos, a veces llega a perder el origen de lo que la saeta es.
En esa hora fatal
no tuvieron suficiente
una lanza le clavaron
hasta ver su cuerpo inerte
en el madero postrado.
José Mª Sbarbi escribe hacia 1880 un artículo dirigido a Don Antonio Machado y Álvarez Demófilo sobre la saeta. En él habla de un cante popular que ha pasado a ser cante de unos pocos privilegiados y llenos de facultades en la voz, un cante lleno de melismas y muy recargado.
También cuenta que las letras se han convertido en una chabacanería. Demófilo le contesta en otro artículo poco después que desconoce datos sobre este cante, que solamente lo que conoce de ella es el haberlas escuchado en Sevilla, Cádiz y Jerez.
Cuando expiró el Nazareno
se doblaron las potencias
las estrellas se apagaron
los templos se estremecieron
cuando lo crucificaron.
Estos datos nos llevan a varias conclusiones. Podemos situar la saeta flamenca hacia el año 1880 aproximadamente. Coincide este hecho con las primeras referencias que se tiene de los que hoy consideramos como los primeros cantaores considerados como flamencos y con una etapa de desarrollo de este arte. Y se localizan tres comarcas que a su vez también se consideran como la cuna fundamental del cante Cádiz, Jerez y Sevilla.
En la saeta flamenca como tal, se fija en su creación a Manuel Centeno en Sevilla, aunque ésta se cree que llega de Jerez, acompañada de muy pocos matices que la identifiquen como flamenca. Esta saeta, ya flamenca, se canta por siguiriya. Antes de continuar, señalemos también que hay quien cree que es una creación de Enrique el Mellizo cantaor gaditano.
José de Arimatea
hace de pueblo andaluz
que todas las primaveras
para bajar de la cruz
anda buscando escaleras.
.Yo soy más partidario de creer que la divulgación primera de la Saeta Flamenca de Centeno viene dada por las primeras grabaciones sonoras, más que pensar en él como el creador de la misma. Entre los cantaores contemporáneos de Centeno nos encontramos a Chacón, El Torres, El Mellizo.
La Saeta llega la mundo flamenco a través de la Siguiriya y de las Tonás, así como de todos los estilos que se derivan de estos cantes. Hoy también se cantan saetas por Malagueñas.
Cristo que muerto va
el de la faz amorosa
tronchado como una rosa
en esa urna de cristal
donde tu cuerpo reposa
y hoy sepultura te dan.
Durante los años que componen la denominada Ópera Flamenca la Saeta también adquiere los matices que en ella se desarrollan, perdiendo hondura y cogiendo un carácter más caracterizado por el gongorismo, alargamiento masivo de los tercios, es decir, lo mismo que en otros cantes de la época.
Solo me queda por señalar a mi entender, el origen en sí de la palabra Saeta, en la que solo se baraja la que deriva del latín Sagita, sin tener más referencias que lo que esta significa en sí.
La noche del Viernes Santo
en la triste soledad
María sigue a su hijo
que va de cuerpo presente
para poderlo enterrar.
El cante por Saeta se puede entender desde dos perspectivas: La puramente flamenca y la puramente religiosa.
Pero no olvidemos que la una sin la otra no sería nada, las dos forman un engranaje en la que un hecho significativo está presente, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Y es la saeta a modo de cante flamenco las que nos cuenta todo esto, con pocos versos pero muy directo. Como dijo el poeta Federico García Lorca “… son como flechas que atraviesan el corazón…”.
.
Vacía la tumba está
solo queda la mortaja
porque el Nazareno
a la vida volvió
un domingo por la mañana.
Las saetas que he recitado son de Salvador Periáñez, Diego el Pirulo y José Puchirichi.
Canten en paz Antonio y José.
JOSÉ LUIS RUBIO
EXPOSICIÓN
PRESENTACIÓN EXPOSICIÓN CRISTINA NEME 15-4-2011
Buenas noches, amigas, amigos. Hoy es un gran momento para Cristina. Y es un gran momento porque Cristina, la perla más joven del Colectivo Conileño de Artistas, con solo 16 años, se enfrenta a una exposición en solitario. Hoy no está arropada por los cuadros de otros compañeros. Hoy toda la sala es para ella. Hoy viendo sus cuadros, posiblemente, recuerde sus comienzos con tan solo siete años y su presentación a concursos juveniles consiguiendo estar siempre entre los tres primeros.
Hoy Cristina nos muestra su arte en un puñado de cuadros donde su afición a dibujar está latente. Las ideas le surgen de golpe y después pasa a desarrollarlas. Hoy es la fuerza de la naturaleza, de esa naturaleza a la que tanto dañamos, la que la envuelve. Una naturaleza agresiva que destruye construyendo.
Hoy Cristina busca superar el reto de la soledad pero no dudo que el reto será superado y que a éste seguirán muchos otros. Yo sé que hoy Cristina coloca el primer eslabón en una larga cadena.
Ahora paseen, vean, gocen. Seguro que las creaciones de esta joven pintora les emocionará y grabarán en sus mentes su nombre: CRISTINA NEME.
JOSÉ LUIS RUBIO
Buenas noches, amigas, amigos. Hoy es un gran momento para Cristina. Y es un gran momento porque Cristina, la perla más joven del Colectivo Conileño de Artistas, con solo 16 años, se enfrenta a una exposición en solitario. Hoy no está arropada por los cuadros de otros compañeros. Hoy toda la sala es para ella. Hoy viendo sus cuadros, posiblemente, recuerde sus comienzos con tan solo siete años y su presentación a concursos juveniles consiguiendo estar siempre entre los tres primeros.
Hoy Cristina nos muestra su arte en un puñado de cuadros donde su afición a dibujar está latente. Las ideas le surgen de golpe y después pasa a desarrollarlas. Hoy es la fuerza de la naturaleza, de esa naturaleza a la que tanto dañamos, la que la envuelve. Una naturaleza agresiva que destruye construyendo.
Hoy Cristina busca superar el reto de la soledad pero no dudo que el reto será superado y que a éste seguirán muchos otros. Yo sé que hoy Cristina coloca el primer eslabón en una larga cadena.
Ahora paseen, vean, gocen. Seguro que las creaciones de esta joven pintora les emocionará y grabarán en sus mentes su nombre: CRISTINA NEME.
JOSÉ LUIS RUBIO
sábado, 16 de abril de 2011
TALLER LITERARIO
OLORES
Cuando abro mi ventana para
contemplarte, siento que tu olor
purifica mi cuerpo
que tu brisa me acaricia la cara
que tu color se dibuja en mis ojos
que tu belleza resplandece mi rostro
siento, que me devuelves la vida
cuando tu olor a sal penetra por
mis venas como savia fina.
CARMEN PÉREZ MARTELL
OLORES
Hablando de olores pienso en España y en el aroma de algunas regiones.
Andalucía huele a claveles, a incienso y cera en las procesiones de su Semana Santa y a Jerez.
En Valencia huelo al azahar de sus naranjos y a fuego en pólvora en las fallas de San José.
Madrid huele a pinares en la sierra y el olor de la capital es a carburante. También huele por la mañana a churros y al mediodía a hierbabuena.
Las ciudades del norte, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Galicia, huelen a mar bravío y a marisco.
Extremadura huele a dehesa y jamón.
Castilla a mies recién segada de cebada y trigo. No en vano hay una región llamada Tierra del Pan.
PILAR SÁNCHEZ BARCIAS
OLORES
Sevilla huele a azahar
cuando llega la primavera
y en Cádiz hueles a mar
siempre que por ella paseas.
El perfume del azahar
es perfume embriagador
pero el olor a mar
es un olor cautivador.
Quiero embriagarme de azahar
y que me cautive el mar
porque quiero oler profundamente
y entre esas fragancias perderme.
Huele a misterio Granada
cuando uno se pierde en la Alhambra
y Córdoba agua rezuma
en la Mezquita bajo la luna.
Quiero descubrir el secreto
de mi Granada sultana
y mojarme a la luz de la luna
en mi Córdoba musulmana.
JOSÉ LUIS RUBIO
OLORES
Los olores
con los ojos cerrados
invaden los sentidos
inundan los nervios olfativos
llenan la mente
de luces y colores.
El olor desde la puerta
de una panadería
no necesita los ojos
para saber lo que hay dentro.
Tenemos cinco sentidos
y la capacidad de utilizarlos.
ANNE SAMPSON
LOS OLORES
Los olores cuando se tiene cierta edad y se ha estado en muchos sitios, seguro que se ha olido mucho, unas veces buenos otras veces malos.
Yo me quedaría con los buenos. Recuerdo cuando era un niño de ocho a nueve años. Posguerra, raciones y poquísimo dinero, así que cuando mi madre guisaba algo bueno que todo lo era se me avivaba el sentido del olfato y olía a gloria.
La plaza Santa Catalina en ella se hizo un jardín allí había toda clase de flores y olía la mar de bien.
Recomiendo los olores que desprenden las piedras cuando la marea está en bajamar.
Los olores del mar abierto y los olores que se desprenden cuando los depredadores hacen matanza o pasa un cadumen de pescado da un olor que los pescadores de esta zona le llamamos (gomaura) seguro que no está en el diccionario. También en el mar se huele mal, todo pescado podrido lo hace.
ANTONIO BASALLOTE
OLORES
En mi memoria guardo olores escondidos
que escapan a hurtadillas,
y me evocan vivencias del pasado.
En mi memoria adormece
el olor a infancia,
a algodón de azúcar,
piñonate y turrón,
a pinturas y gomas de borrar,
a talco, colonias y ollas a presión.
En mi memoria atesoro
el olor a tierra mojada,
a salitre y a mar.
también retengo olores
que me previenen de peligros,
olor a gas, a humo
olor a muerte y podredumbre.
A veces mi memoria
busca olores embriagadores
que me transporten a ínsulas desconocidas,
dónde poder perderme del olor a uno mismo.
VIRTUDES ROLDÁN
LOS OLORES
Mi pituitaria ha sido siempre muy sensible tanto a los olores como a los hedores. Cuando era pequeña mi madre en cuanto me veía torcer el gesto, decía ¡ya está oliendo mal! Era verdad, sin embargo cuando el olor era agradable se reflejaba una alegre sonrisa en mi rostro.
Hay tres ciudades separadas en el tiempo y la distancia que al recordarlas por mor de sus olores me traen a la memoria los tiempos pasados en ellas.
Vivíamos en Madrid cerca de la fábrica de jabones Gal. Cuando pasábamos cerca, unas veces era la sonrisa, estaban añadiendo el perfume característico del jabón Eno de Pravia, pero cuando el proceso estaba en el momento de utilizar las grasas que solían ser de sebo de cordero, no había sonrisa, sino un apresurar el paso y torcer el gesto, llevándose todos los transeúntes la mano a la nariz. Cuando le pregunté a mi madre el porqué de todo aquello me hizo saber que no era posible que existiera el jabón que tanto nos gustaba sin antes pasar por el desagradable trance de la maloliencia. ¡Parecía algo tan misterioso! De momento todo se me escapaba. Todo se aclaró cuando un día mi madre se puso a hacer jabón casero con el sebo de un corderito lechal que nos supo tan rico por Navidad.
Pero donde más he experimentado la fuerza de toda clase de olores y hedores fue en mi primer viaje a la India. Al llegar a Dehli toda clase de ellos se desbordan por doquier. Al principio no me era fácil reconocerlos, pero poco a poco fluían, las especies, pimienta, canela, todas las mezclas de curry, las esencias de loto, jazmín, patchuli, sándalo y tantos, que nunca hubiera imaginado pudieran existir y para poner el contrapunto el olor de excremento de las vacas sagradas o no que pasean libremente por las calles. Olor India.
Pero no creáis, cada país y cada ciudad tienen su aroma, pronto en Andalucía resaltaran los olores a flores, azahar, cera y pescaíto frito, que gracias a Dios se elevarán por encima del humo y la contaminación. Llegará la Semana Santa a Sevilla.
CONCHA GOROSTIZA
Cuando abro mi ventana para
contemplarte, siento que tu olor
purifica mi cuerpo
que tu brisa me acaricia la cara
que tu color se dibuja en mis ojos
que tu belleza resplandece mi rostro
siento, que me devuelves la vida
cuando tu olor a sal penetra por
mis venas como savia fina.
CARMEN PÉREZ MARTELL
OLORES
Hablando de olores pienso en España y en el aroma de algunas regiones.
Andalucía huele a claveles, a incienso y cera en las procesiones de su Semana Santa y a Jerez.
En Valencia huelo al azahar de sus naranjos y a fuego en pólvora en las fallas de San José.
Madrid huele a pinares en la sierra y el olor de la capital es a carburante. También huele por la mañana a churros y al mediodía a hierbabuena.
Las ciudades del norte, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Galicia, huelen a mar bravío y a marisco.
Extremadura huele a dehesa y jamón.
Castilla a mies recién segada de cebada y trigo. No en vano hay una región llamada Tierra del Pan.
PILAR SÁNCHEZ BARCIAS
OLORES
Sevilla huele a azahar
cuando llega la primavera
y en Cádiz hueles a mar
siempre que por ella paseas.
El perfume del azahar
es perfume embriagador
pero el olor a mar
es un olor cautivador.
Quiero embriagarme de azahar
y que me cautive el mar
porque quiero oler profundamente
y entre esas fragancias perderme.
Huele a misterio Granada
cuando uno se pierde en la Alhambra
y Córdoba agua rezuma
en la Mezquita bajo la luna.
Quiero descubrir el secreto
de mi Granada sultana
y mojarme a la luz de la luna
en mi Córdoba musulmana.
JOSÉ LUIS RUBIO
OLORES
Los olores
con los ojos cerrados
invaden los sentidos
inundan los nervios olfativos
llenan la mente
de luces y colores.
El olor desde la puerta
de una panadería
no necesita los ojos
para saber lo que hay dentro.
Tenemos cinco sentidos
y la capacidad de utilizarlos.
ANNE SAMPSON
LOS OLORES
Los olores cuando se tiene cierta edad y se ha estado en muchos sitios, seguro que se ha olido mucho, unas veces buenos otras veces malos.
Yo me quedaría con los buenos. Recuerdo cuando era un niño de ocho a nueve años. Posguerra, raciones y poquísimo dinero, así que cuando mi madre guisaba algo bueno que todo lo era se me avivaba el sentido del olfato y olía a gloria.
La plaza Santa Catalina en ella se hizo un jardín allí había toda clase de flores y olía la mar de bien.
Recomiendo los olores que desprenden las piedras cuando la marea está en bajamar.
Los olores del mar abierto y los olores que se desprenden cuando los depredadores hacen matanza o pasa un cadumen de pescado da un olor que los pescadores de esta zona le llamamos (gomaura) seguro que no está en el diccionario. También en el mar se huele mal, todo pescado podrido lo hace.
ANTONIO BASALLOTE
OLORES
En mi memoria guardo olores escondidos
que escapan a hurtadillas,
y me evocan vivencias del pasado.
En mi memoria adormece
el olor a infancia,
a algodón de azúcar,
piñonate y turrón,
a pinturas y gomas de borrar,
a talco, colonias y ollas a presión.
En mi memoria atesoro
el olor a tierra mojada,
a salitre y a mar.
también retengo olores
que me previenen de peligros,
olor a gas, a humo
olor a muerte y podredumbre.
A veces mi memoria
busca olores embriagadores
que me transporten a ínsulas desconocidas,
dónde poder perderme del olor a uno mismo.
VIRTUDES ROLDÁN
LOS OLORES
Mi pituitaria ha sido siempre muy sensible tanto a los olores como a los hedores. Cuando era pequeña mi madre en cuanto me veía torcer el gesto, decía ¡ya está oliendo mal! Era verdad, sin embargo cuando el olor era agradable se reflejaba una alegre sonrisa en mi rostro.
Hay tres ciudades separadas en el tiempo y la distancia que al recordarlas por mor de sus olores me traen a la memoria los tiempos pasados en ellas.
Vivíamos en Madrid cerca de la fábrica de jabones Gal. Cuando pasábamos cerca, unas veces era la sonrisa, estaban añadiendo el perfume característico del jabón Eno de Pravia, pero cuando el proceso estaba en el momento de utilizar las grasas que solían ser de sebo de cordero, no había sonrisa, sino un apresurar el paso y torcer el gesto, llevándose todos los transeúntes la mano a la nariz. Cuando le pregunté a mi madre el porqué de todo aquello me hizo saber que no era posible que existiera el jabón que tanto nos gustaba sin antes pasar por el desagradable trance de la maloliencia. ¡Parecía algo tan misterioso! De momento todo se me escapaba. Todo se aclaró cuando un día mi madre se puso a hacer jabón casero con el sebo de un corderito lechal que nos supo tan rico por Navidad.
Pero donde más he experimentado la fuerza de toda clase de olores y hedores fue en mi primer viaje a la India. Al llegar a Dehli toda clase de ellos se desbordan por doquier. Al principio no me era fácil reconocerlos, pero poco a poco fluían, las especies, pimienta, canela, todas las mezclas de curry, las esencias de loto, jazmín, patchuli, sándalo y tantos, que nunca hubiera imaginado pudieran existir y para poner el contrapunto el olor de excremento de las vacas sagradas o no que pasean libremente por las calles. Olor India.
Pero no creáis, cada país y cada ciudad tienen su aroma, pronto en Andalucía resaltaran los olores a flores, azahar, cera y pescaíto frito, que gracias a Dios se elevarán por encima del humo y la contaminación. Llegará la Semana Santa a Sevilla.
CONCHA GOROSTIZA
POEMA
CARTA A GABRIEL CELAYA, ALLÁ DONDE SE ENCUENTRE,
EN VERSO ALEJANDRINO, QUE ERA UNO DE LOS SUYOS.
Gabriel Celaya, amigo: Compañero de péñola
aunque en tiempos distintos, los cuales no recuerdo,
pues por aquellas fechas en las que tú luchabas
por unos ideales, yo aún era muy pequeño.
Desde entonces hasta ahora ha llovido bastante,
en desgranar tu obra yo me he ido entreteniendo,
he pasado las hojas de unos libros y de otros
y trago a trago he ido bebiéndome tus versos.
El POEMA a Andrés Basterra, leído y releído,
con su fondo interior me ha calado muy dentro,
el alma me ha lavado con tu sabia palabra,
me ha llegado el frescor hasta el mismo cerebro.
A manera de abeja, dado que es primavera,
en el jardín florido de tus “CANTOS ÍBEROS”,
tus versos he libado succionando sus néctares
que me han hecho crecer y hoy estoy más entero.
De este genial ROMANCE donde los versos unes
tal vez para llamar la atención más con éstos,
me ha quedado un sabor de amelada cadencia
y estoy como embriagado y hasta sueño con ellos.
Aquí suelta le das a tu péñola viva
que verso a verso escribe tus propios sentimientos,
que elevan la moral con tu saber decir
“y mostrar a la vez anunciando algo nuevo”.
“TUS MOMENTOS FELICES” también me han impactado,
me ha llevado y traído tu alejandrino verso
compañero del mío en el que aquí te escribo,
¡camarada del alma, querido compañero!,
me ha llevado y traído, sí como antes te decía,
de un lado para el otro caminando ex profeso
a pensar seriamente en todo lo que apuntas
en la silente albura de aqueste espacio abierto.
Allá donde te encuentres, estarás imagino
de forma positiva, en El Parnaso inmerso,
e incluso tendrás cerca colegas de las letras
para parlamentar en los ratos de asueto.
¡Gabriel, te recordamos, aquí tienes la prueba,
hoy alzamos la voz, rompemos el silencio
para unirnos a ti donde quiera que estés,
porque te lo mereces y porque te queremos.
¡UN VIVA A GABRIEL CELAYA, POETA QUE NOS DEJO
EN LOS PAPELES ESCRITO SUS VERSO COMO ALIMENTO…!
_____________
________
Manuel MEJÍA SANCHEZ-CAMBRONERO A GABRIEL CELAYA, POR EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO.-
EN VERSO ALEJANDRINO, QUE ERA UNO DE LOS SUYOS.
Gabriel Celaya, amigo: Compañero de péñola
aunque en tiempos distintos, los cuales no recuerdo,
pues por aquellas fechas en las que tú luchabas
por unos ideales, yo aún era muy pequeño.
Desde entonces hasta ahora ha llovido bastante,
en desgranar tu obra yo me he ido entreteniendo,
he pasado las hojas de unos libros y de otros
y trago a trago he ido bebiéndome tus versos.
El POEMA a Andrés Basterra, leído y releído,
con su fondo interior me ha calado muy dentro,
el alma me ha lavado con tu sabia palabra,
me ha llegado el frescor hasta el mismo cerebro.
A manera de abeja, dado que es primavera,
en el jardín florido de tus “CANTOS ÍBEROS”,
tus versos he libado succionando sus néctares
que me han hecho crecer y hoy estoy más entero.
De este genial ROMANCE donde los versos unes
tal vez para llamar la atención más con éstos,
me ha quedado un sabor de amelada cadencia
y estoy como embriagado y hasta sueño con ellos.
Aquí suelta le das a tu péñola viva
que verso a verso escribe tus propios sentimientos,
que elevan la moral con tu saber decir
“y mostrar a la vez anunciando algo nuevo”.
“TUS MOMENTOS FELICES” también me han impactado,
me ha llevado y traído tu alejandrino verso
compañero del mío en el que aquí te escribo,
¡camarada del alma, querido compañero!,
me ha llevado y traído, sí como antes te decía,
de un lado para el otro caminando ex profeso
a pensar seriamente en todo lo que apuntas
en la silente albura de aqueste espacio abierto.
Allá donde te encuentres, estarás imagino
de forma positiva, en El Parnaso inmerso,
e incluso tendrás cerca colegas de las letras
para parlamentar en los ratos de asueto.
¡Gabriel, te recordamos, aquí tienes la prueba,
hoy alzamos la voz, rompemos el silencio
para unirnos a ti donde quiera que estés,
porque te lo mereces y porque te queremos.
¡UN VIVA A GABRIEL CELAYA, POETA QUE NOS DEJO
EN LOS PAPELES ESCRITO SUS VERSO COMO ALIMENTO…!
_____________
________
Manuel MEJÍA SANCHEZ-CAMBRONERO A GABRIEL CELAYA, POR EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO.-
POEMAS Y TEXTOS
MEMORIA
Ahí donde el olvido
no existe para nadie.
Ahí donde el recuerdo
permanece por siempre
intacto y puro.
Ahí donde los reyes
y los súbditos son
sencillamente iguales.
Ahí, exactamente ahí,
en las entrañas de la luz,
en donde todos somos
luz de luz
y el olvido y las sombras
jamás han existido.
Ahí tengo mi hogar.
Ahí tengo mi sitio,
el sitio real de todos y de todo.
Memoria irradiadora
de vida vivamente enamorada.
ACACIAS
Las acacias en flor,
la flor de las acacias,
el hambre de aquel niño.
El hambre, el hambre,
el hambre
la saciaba aquel niño
con racimos de acacias.
Sí, eran tiempos de hambre,
de estómagos vacíos,
en aquella mi amada Andalucía
en donde, por fortuna,
gran fortuna, abundaban
las hermosas acacias
que, en flor dulce de vida
y blancas de inocencia,
le paliaban el hambre
a los niños hambrientos como yo.
ESTOY
Estoy de veras triste y angustiado,
física y metafísica me matan,
pues los determinismos me delatan
y me siento hasta el alma esclavizado.
No hay salida posible, vivo atado
a estos huesos que a diario desbaratan
su propia paradoja mientras atan
mi sombra a su dolor desesperado.
Estoy triste, muy triste, pues comprendo
que no comprendo nada de este burdo
espejo en que envejezco cada día.
Y es por eso, ya ves, que nada vendo,
que nada compro, pues, en este absurdo
mercado del vivir que es mi agonía.
VISION DIVINAL
Para el poeta hermano Emilio Jiménez Díaz,
en Sevilla.
Los dioses niños jugaban
con los universos ciegos
a ver y a no ver. Los dioses
eran niños y perversos.
La perversidad reinaba
en todos los universos,
que era una perversidad
el olvido y, el recuerdo,
contra todo lo olvidado,
era perverso en extremo.
La verdad y la mentira,
en la luna del espejo,
se confundían entre sí
y lo evidente era incierto.
Que era incierto lo evidente
en los universos ciegos
donde jugaban los dioses
niños sus perversos juegos
con divinal inocencia
y celeste encantamiento.
MORERAS
Para José Luis Jiménez, en Andalucía.
En las moreras las moras,
en las moreras las hojas,
en las moreras la seda.
Moreras de Andalucía.
Andalucía y las moreras.
Me acuerdo del mes de mayo
y mis gusanos de seda.
Me acuerdo del niño aquel,
de aquel niño que yo era
sorprendente y sorprendido
y rebosando inocencia;
que aquel niño,
aquel niño que yo era,
aquel niño
irradiaba a vida plena
alegría,
lo mismo que las moreras
de Andalucía,
que eran bellamente bellas,
como las jugosas moras
y las tiernas hojas verdes
y mis gusanos de seda.
EL JUEGO
Para Elisa Santos Donaire, en Triana.
Que la vida sigue aquí,
la vida nunca se va,
la vida jamás se acaba,
que la vida siempre está;
que está aquí siempre la vida
y no deja de soñar;
que la vida jamás deja
de llorar y de cantar;
que no deja, que la vida
nunca deja de ser ella,
y ella es ella porque es ella,
como es ella y muy ella.
Ella, ella, ella, ella,
la vida, que siempre ha sido
y siempre y siempre será;
que la vida nunca deja
de asombrarse y de asombrar
y no deja y nunca deja
de crear y recrear;
que no deja, que la vida
nunca deja de jugar,
que es la vida un juego, el juego,
ese juego de nunca y nunca acabar,
ese juego que jamás y jamás nunca
deja y deja de jugar y jugar
y jugar...
Juan Cervera Sanchís
TESTIMONIO
JAVIER SOLÍS, LA VERDAD DE SU MUERTE
Por Juan Cervera Sanchís
Javier Solís nació en Nogales, Sonora, en 1931. Dejó de existir
el 19 de abril de 1966. Se cumplen cuarenta y cinco años de su
muerte. En relación con su muerte circularon y siguen circulando
toda clase de versiones. Se dijo que fue motiva por haber hecho
el amor y también porque se quitó la sonda, se levantó de la
cama, fue el año y bebió agua, pero ¿de qué murió realmente
Javier Solís en el hospital Santa Elena de la Ciudad de México?
Su viuda, Blanca Estela Solís, nos lo cuenta:
-Año y medio antes de su fallecimiento ya manifestaba el
padecimiento en la vesícula. Él tenía mucho miedo que su mal
sólo tuviera remedio con una operación quirúrgica. Javier tenía
terror al bisturí. Fue por eso que consultó a varios médicos
y se sometió a rigurosas dietas. Su médico de cabecera, el doctor
Trillanes, lo fue llevando bien con sus dietas. Él seguía con su
trabajo normal, pero a finales de 1965 su mal se agravó. Recuerdo
que estaba terminando la película “Los Tres Mosqueteros de
Dios” y sufría tremendos dolores. Consultó entonces a un médico
de Puebla que le recomendó reposo absoluto. No que estuviera
en la cama, sí que evitara hacer esfuerzos. Le dio a tomar un
medicamento que él preparaba. Javier empezó a sentir una gran
mejoría. Los cólicos desaparecieron y al orinar empezó a arrojar
disueltos algunos cálculos. Para su desgracia comenzó a filmar
la película “Juan Pistolas”. Esto lo obligó a cabalgar y hacer
esfuerzos indebidos. Tuvo que levantar a un supuesto muerto
en dicha película, junto con Eleazar García “EL Chelelo”. Fue
entonces, según me contó, que sintió que algo se le deslizaba
dentro de su estómago. De inmediato le volvieron los dolores.
Agobiado por el trabajo se olvidó de su salud y nada más terminar
La película hizo una gira por el Pacífico con la Caravana Corona
Extra de los Vallejos. Estando en Mazatlán se sintió tan mal que
ya no pudo seguir. Decidió volver a México.
-¿Qué sucede con Javier Solís al retornar a México”. Blanca
Estela Solís nos responde:
-La señora Marta Vallejo le presenta al doctor Francisco Zuviría.
Éste le recomienda internarse un día completo en el hospital para
que le practiquen cuantos estudios sean necesarios. Esto fue el
martes doce de abril del 1966. Tras estar todo el día en el hospital
llegó a la casa a las nueve de la noche. Lo vi muy angustiado.
Me mostró la radiografía donde se veía que los cálculos estaban
ya fuera de la vesícula. Él diagnóstico era operación urgente.
Sólo había que esperar a que se desinflamara un poco. Recuerdo
que me dijo:
-A mi no me da miedo la muerte, si me preocupan mis hijos.
Esta plática fue a las diez de la noche. Se tomó un té de manzanilla
que mi madre le preparó. Se retiró a su recámara a descansar.
Dos horas después sufrió un cólico espantoso. Fue cuando
decidió internarse en el hospital. A las siete de la mañana del trece
de abril lo estaba operando de urgencia el doctor Zuviría. A
las cuatro de la tarde tuve, después de la operación, mi primera
plática con él.
-¿Qué le dijo?
-Me dijo que le seguían los dolores. El doctor prohibió las visitas,
pues Javier estaba sumamente agotado. A partir de la operación
su recuperación fue muy variable. De repente amanecía bien
a secas. Estuvo siempre con sondas. Se alimentaba mal. Había
perdido el apetito. Necesitaba tomar líquido, debía drenar.
-A propósito de drenar, ¿qué hay de cierto de que murió debido
a que bebió agua?
-Eso es una patraña.
-También se dijo que le perjudicó el haber hecho el amor en
las condiciones en que se encontraba.
-Otra gran falsedad.
-¿Cuál fue, Blanca Estela, la causa real de la muerte de
Javier Solís?
-Como te dije fue operado el trece de abril, que era miércoles,
y falleció el martes diecinueve de abril a las cinco cuarenta
y cinco de la mañana. Siete días en que no logró recuperarse.
A veces deliraba y decía:
-Traerme el caballo, y tú, Miguel, no dejes que me peguen.”
Se refería a Miguel Mendoza “El Popochas”, que era su
Secretario. Estuvo siempre, día y noche, desde que se internó,
a su lado, junto con el papá adoptivo de Javier: Valentín Levario
Plata. Recuerdo que otras veces me decía que no veía nada. Yo
mandaba llamar al médico para que me explicara por qué le
pasaban esas cosas. El doctor me dijo que no se explicaba esas
reacciones, pues según él estaba en franca recuperación. Días
antes de morir le llevé a sus hijos: Gabriel y Gabriela. Él hizo
el intento de cargarlos. El médico se lo impidió. Recuerdo que
el lunes por la mañana, al llegar yo al hospital, el médico me
informó que Javier había amanecido muy bien y me comunicó:
-El jueves lo damos de alta.
Al entrar al cuarto lo vi realmente muy bien. Le habían retirado
las sondas. Estaba masticando hielo, que le daba una de las
enfermeras. Conversamos un rato. Hicimos planes. Nada más
saliendo del hospital nos iríamos a Acapulco a terminar de
recuperarse. Todo esto fue el lunes dieciocho de abril. Al día
siguiente mi hermana Tere Avitia pasó a las cinco de la mañana
a recogerme a casa para ir volando al hospital. Valentín le había
avisado que Javier se había puesto mal.
-¿Qué pasó a llegar al hospital?
-Me encontré con Valentín Levario, que me dijo: “Ya murió
mi hijo”. Yo corrí hacia el cuarto. Me encontré al doctor Zuviria
junto a Javier, que me dijo:
-Señora, con el corazón no contábamos.
-Blanca Estela, ¿de qué murió realmente Javier Solís?
-El diagnóstico médico lo certificó así: “Desfallecimiento
cardíaco, desequilibrio electrolítico (colecistectomia)”. De
eso fue de lo que murió.
-¿Qué recuerda de especial a los cuarenta y cinco años de
su ausencia?
-Muchos proyectos que no se consumaron. Las ilusiones que
compartimos y que no llegaron a concretarse. Me gusta leer sus
cartas. Guardo cuarenta cartas suyas, veinticinco telegramas
y treinta tarjetas postales. Era un hombre muy amoroso, muy
apasionado y muy celoso.
Ahí donde el olvido
no existe para nadie.
Ahí donde el recuerdo
permanece por siempre
intacto y puro.
Ahí donde los reyes
y los súbditos son
sencillamente iguales.
Ahí, exactamente ahí,
en las entrañas de la luz,
en donde todos somos
luz de luz
y el olvido y las sombras
jamás han existido.
Ahí tengo mi hogar.
Ahí tengo mi sitio,
el sitio real de todos y de todo.
Memoria irradiadora
de vida vivamente enamorada.
ACACIAS
Las acacias en flor,
la flor de las acacias,
el hambre de aquel niño.
El hambre, el hambre,
el hambre
la saciaba aquel niño
con racimos de acacias.
Sí, eran tiempos de hambre,
de estómagos vacíos,
en aquella mi amada Andalucía
en donde, por fortuna,
gran fortuna, abundaban
las hermosas acacias
que, en flor dulce de vida
y blancas de inocencia,
le paliaban el hambre
a los niños hambrientos como yo.
ESTOY
Estoy de veras triste y angustiado,
física y metafísica me matan,
pues los determinismos me delatan
y me siento hasta el alma esclavizado.
No hay salida posible, vivo atado
a estos huesos que a diario desbaratan
su propia paradoja mientras atan
mi sombra a su dolor desesperado.
Estoy triste, muy triste, pues comprendo
que no comprendo nada de este burdo
espejo en que envejezco cada día.
Y es por eso, ya ves, que nada vendo,
que nada compro, pues, en este absurdo
mercado del vivir que es mi agonía.
VISION DIVINAL
Para el poeta hermano Emilio Jiménez Díaz,
en Sevilla.
Los dioses niños jugaban
con los universos ciegos
a ver y a no ver. Los dioses
eran niños y perversos.
La perversidad reinaba
en todos los universos,
que era una perversidad
el olvido y, el recuerdo,
contra todo lo olvidado,
era perverso en extremo.
La verdad y la mentira,
en la luna del espejo,
se confundían entre sí
y lo evidente era incierto.
Que era incierto lo evidente
en los universos ciegos
donde jugaban los dioses
niños sus perversos juegos
con divinal inocencia
y celeste encantamiento.
MORERAS
Para José Luis Jiménez, en Andalucía.
En las moreras las moras,
en las moreras las hojas,
en las moreras la seda.
Moreras de Andalucía.
Andalucía y las moreras.
Me acuerdo del mes de mayo
y mis gusanos de seda.
Me acuerdo del niño aquel,
de aquel niño que yo era
sorprendente y sorprendido
y rebosando inocencia;
que aquel niño,
aquel niño que yo era,
aquel niño
irradiaba a vida plena
alegría,
lo mismo que las moreras
de Andalucía,
que eran bellamente bellas,
como las jugosas moras
y las tiernas hojas verdes
y mis gusanos de seda.
EL JUEGO
Para Elisa Santos Donaire, en Triana.
Que la vida sigue aquí,
la vida nunca se va,
la vida jamás se acaba,
que la vida siempre está;
que está aquí siempre la vida
y no deja de soñar;
que la vida jamás deja
de llorar y de cantar;
que no deja, que la vida
nunca deja de ser ella,
y ella es ella porque es ella,
como es ella y muy ella.
Ella, ella, ella, ella,
la vida, que siempre ha sido
y siempre y siempre será;
que la vida nunca deja
de asombrarse y de asombrar
y no deja y nunca deja
de crear y recrear;
que no deja, que la vida
nunca deja de jugar,
que es la vida un juego, el juego,
ese juego de nunca y nunca acabar,
ese juego que jamás y jamás nunca
deja y deja de jugar y jugar
y jugar...
Juan Cervera Sanchís
TESTIMONIO
JAVIER SOLÍS, LA VERDAD DE SU MUERTE
Por Juan Cervera Sanchís
Javier Solís nació en Nogales, Sonora, en 1931. Dejó de existir
el 19 de abril de 1966. Se cumplen cuarenta y cinco años de su
muerte. En relación con su muerte circularon y siguen circulando
toda clase de versiones. Se dijo que fue motiva por haber hecho
el amor y también porque se quitó la sonda, se levantó de la
cama, fue el año y bebió agua, pero ¿de qué murió realmente
Javier Solís en el hospital Santa Elena de la Ciudad de México?
Su viuda, Blanca Estela Solís, nos lo cuenta:
-Año y medio antes de su fallecimiento ya manifestaba el
padecimiento en la vesícula. Él tenía mucho miedo que su mal
sólo tuviera remedio con una operación quirúrgica. Javier tenía
terror al bisturí. Fue por eso que consultó a varios médicos
y se sometió a rigurosas dietas. Su médico de cabecera, el doctor
Trillanes, lo fue llevando bien con sus dietas. Él seguía con su
trabajo normal, pero a finales de 1965 su mal se agravó. Recuerdo
que estaba terminando la película “Los Tres Mosqueteros de
Dios” y sufría tremendos dolores. Consultó entonces a un médico
de Puebla que le recomendó reposo absoluto. No que estuviera
en la cama, sí que evitara hacer esfuerzos. Le dio a tomar un
medicamento que él preparaba. Javier empezó a sentir una gran
mejoría. Los cólicos desaparecieron y al orinar empezó a arrojar
disueltos algunos cálculos. Para su desgracia comenzó a filmar
la película “Juan Pistolas”. Esto lo obligó a cabalgar y hacer
esfuerzos indebidos. Tuvo que levantar a un supuesto muerto
en dicha película, junto con Eleazar García “EL Chelelo”. Fue
entonces, según me contó, que sintió que algo se le deslizaba
dentro de su estómago. De inmediato le volvieron los dolores.
Agobiado por el trabajo se olvidó de su salud y nada más terminar
La película hizo una gira por el Pacífico con la Caravana Corona
Extra de los Vallejos. Estando en Mazatlán se sintió tan mal que
ya no pudo seguir. Decidió volver a México.
-¿Qué sucede con Javier Solís al retornar a México”. Blanca
Estela Solís nos responde:
-La señora Marta Vallejo le presenta al doctor Francisco Zuviría.
Éste le recomienda internarse un día completo en el hospital para
que le practiquen cuantos estudios sean necesarios. Esto fue el
martes doce de abril del 1966. Tras estar todo el día en el hospital
llegó a la casa a las nueve de la noche. Lo vi muy angustiado.
Me mostró la radiografía donde se veía que los cálculos estaban
ya fuera de la vesícula. Él diagnóstico era operación urgente.
Sólo había que esperar a que se desinflamara un poco. Recuerdo
que me dijo:
-A mi no me da miedo la muerte, si me preocupan mis hijos.
Esta plática fue a las diez de la noche. Se tomó un té de manzanilla
que mi madre le preparó. Se retiró a su recámara a descansar.
Dos horas después sufrió un cólico espantoso. Fue cuando
decidió internarse en el hospital. A las siete de la mañana del trece
de abril lo estaba operando de urgencia el doctor Zuviría. A
las cuatro de la tarde tuve, después de la operación, mi primera
plática con él.
-¿Qué le dijo?
-Me dijo que le seguían los dolores. El doctor prohibió las visitas,
pues Javier estaba sumamente agotado. A partir de la operación
su recuperación fue muy variable. De repente amanecía bien
a secas. Estuvo siempre con sondas. Se alimentaba mal. Había
perdido el apetito. Necesitaba tomar líquido, debía drenar.
-A propósito de drenar, ¿qué hay de cierto de que murió debido
a que bebió agua?
-Eso es una patraña.
-También se dijo que le perjudicó el haber hecho el amor en
las condiciones en que se encontraba.
-Otra gran falsedad.
-¿Cuál fue, Blanca Estela, la causa real de la muerte de
Javier Solís?
-Como te dije fue operado el trece de abril, que era miércoles,
y falleció el martes diecinueve de abril a las cinco cuarenta
y cinco de la mañana. Siete días en que no logró recuperarse.
A veces deliraba y decía:
-Traerme el caballo, y tú, Miguel, no dejes que me peguen.”
Se refería a Miguel Mendoza “El Popochas”, que era su
Secretario. Estuvo siempre, día y noche, desde que se internó,
a su lado, junto con el papá adoptivo de Javier: Valentín Levario
Plata. Recuerdo que otras veces me decía que no veía nada. Yo
mandaba llamar al médico para que me explicara por qué le
pasaban esas cosas. El doctor me dijo que no se explicaba esas
reacciones, pues según él estaba en franca recuperación. Días
antes de morir le llevé a sus hijos: Gabriel y Gabriela. Él hizo
el intento de cargarlos. El médico se lo impidió. Recuerdo que
el lunes por la mañana, al llegar yo al hospital, el médico me
informó que Javier había amanecido muy bien y me comunicó:
-El jueves lo damos de alta.
Al entrar al cuarto lo vi realmente muy bien. Le habían retirado
las sondas. Estaba masticando hielo, que le daba una de las
enfermeras. Conversamos un rato. Hicimos planes. Nada más
saliendo del hospital nos iríamos a Acapulco a terminar de
recuperarse. Todo esto fue el lunes dieciocho de abril. Al día
siguiente mi hermana Tere Avitia pasó a las cinco de la mañana
a recogerme a casa para ir volando al hospital. Valentín le había
avisado que Javier se había puesto mal.
-¿Qué pasó a llegar al hospital?
-Me encontré con Valentín Levario, que me dijo: “Ya murió
mi hijo”. Yo corrí hacia el cuarto. Me encontré al doctor Zuviria
junto a Javier, que me dijo:
-Señora, con el corazón no contábamos.
-Blanca Estela, ¿de qué murió realmente Javier Solís?
-El diagnóstico médico lo certificó así: “Desfallecimiento
cardíaco, desequilibrio electrolítico (colecistectomia)”. De
eso fue de lo que murió.
-¿Qué recuerda de especial a los cuarenta y cinco años de
su ausencia?
-Muchos proyectos que no se consumaron. Las ilusiones que
compartimos y que no llegaron a concretarse. Me gusta leer sus
cartas. Guardo cuarenta cartas suyas, veinticinco telegramas
y treinta tarjetas postales. Era un hombre muy amoroso, muy
apasionado y muy celoso.
domingo, 10 de abril de 2011
TALLER LITERARIO
EL RELOJ
Amanece el día
con su ruido incesante.
Nos acompaña
en nuestro quehacer,
constante, continuo, sin pausas.
A cada paso su latido,
en cada acto terminado
nos anuncia el fin.
Permanece impertérrito,
impávido, inalterable
en el devenir de la vida.
VIRTUDES ROLDÁN
TRAS LA VENTANA
Atada a una silla,
con la mirada clavada en la ventana,
ve la vida pasar.
Las campanas, las del reloj,
le anuncian el transcurrir del tiempo,
las campanas, las de la iglesia,
le anuncian la marcha eterna.
Tras los cristales,
Oye susurros de voces
que anuncian historias
que nunca pasarán.
Oye canciones infantiles
y una sonrisa retorna a su cara.
Descorre los visillos y
se deja ver entre cristales.
Los niños, sin dejar de cantar,
saludan a la anciana.
Su sonrisa se hace más amplia,
busca en su regazo,
y deja caer despacio
caramelos de sus manos.
Las niñas se marchan,
y con ellas se alejan
ilusiones tras la ventana.
VIRTUDES ROLDÁN
EL RELOJ
Desde muy pequeña recuerdo aquel “reloj” encima de la mesilla de noche en la habitación de mis padres. Estaba en el lado que dormía mi madre.
No tenía un gran valor económico, aunque si sentimental.
Era un recuerdo de mi abuela paterna. Se lo regaló a mis padres cuando se casaron.
La abuela se quedó viuda de un guardia civil, siendo muy joven y tenía que sacar 5 hijos adelante.
En aquellos tiempos no había pensiones de viudedad y la situación era difícil.
Las amistades y la familia le concedieron la representación de la casa Pedro Domeq. Y con ella a su familia adelante.
El reloj era de propaganda.
Era de concha y tenía forma de media luna y en el centro estaba la esfera blanca sujeta a la concha un aro de metal dorado. Debajo estaba el letrero Pedro Domeq.
Aguantó golpes y caídas ya que los ganchos que lo mantenían en pie no era demasiado fuerte y mis hermanos jugaban por allí al escondite.
Viajó con nosotros de Galicia a Madrid y resistió diversas mudanzas y hasta una guerra civil.
Al final cuando mamá murió no recuerdo que pasaría cuando deshicimos la casa. No sé que pasó ni quien se lo llevaría. Nunca hubo que llevarlo al relojero y jamás se paró.
Si lo viera en el rastro lo compraría.
PILAR SÁNCHEZ BARCIA
RELOJ
Quiero que el tiempo se detenga
quiero que el tic-tac del reloj
pare sin mas, pues las horas
me parecen eternas cuando mi
amado no está.
Quiero que se pare el tiempo y
que el reloj deje de funcionar para
que mi amado no se tenga que
marchar, porque somos esclavos
del tiempo y del reloj que marea
las horas de nuestro amor.
CARMEN PÉREZ MARTELL
EL RELOJ
Desde que por la mañana el despertador nos sobresalta con su estridente sonido, hasta que al apagar la luz de nuestra alcoba, para dejarnos caer en los dulces brazos de Morfeo y le echamos la última ojeada, el reloj va marcando y controlando el paso de nuestro devenir.
Al nacer la partera señala la hora de nuestro alumbramiento y otro tanto hace el testigo de nuestro fallecimiento.
No sé para que tanta información ¡como si esos datos fueran a cambiar en algo el transcurrir de nuestras vidas!
Antes de inventarse el dichoso instrumento tal como es en la actualidad, la humanidad nacía y moría, sus individuos lo hacían al orto o al ocaso, de día, de noche y no era necesario saber más.
La clepsidra, el reloj de arena, era mero informante impreciso de su cotidianeidad.
El reloj de sol daba más información cuando lucía y por las noches estaban las estrellas ahora imprecisas en nuestros cielos por la contaminación lumínica.
Las civilizaciones se sucedían sin que nadie señalase la hora del comienzo ni de la caída.
Un buen día inventaron el reloj y los hombres se pusieron a jugar cual chiquillos con sus engranajes, tornillos y sonidos.
Y ahora ¡ay amigos míos cuantas veces he oído decir ¡He olvidado el reloj, me siento desnudo! que esclavitud! Nunca tan pequeña prenda cubrió tanto.
Aunque lo último es el reloj atómico, pero esa es otra historia.
CONCHA GOROSTIZA DAPENA
EL RELOJ
Dictador universal
de la cuna hasta la tumba
en todos los rincones del mundo
seguimos su dominio inexorable.
Contra ti, no hay protestas,
sin ti, un caos inimaginable,
las vidas siempre están orquestadas
por el tictac tictac.
Envidio a la gente primitiva
se despertaban con el sol
se acostaban con la oscuridad
pero la sociedad de ahora
corre locamente
intentando mantener
una apariencia de normalidad
entre el tictac tictac.
Segundo, minuto, hora, día,
mes, año, siglo, milenio,
no podemos entender
la inmensidad de la eternidad.
Porque siempre está el sonido
consciente o inconsciente,
no podemos escapar del poder inmenso
del tictac tictac.
ANNE SAMPSON
EL RELOJ
Se divisan negros nubarrones
pero sé que la lluvia
no me mojará mientras camino
porque me cubre un manto
de flores frescas y rojas
como la sangre que riega
mi cuerpo peregrino
que mirando al reloj
ve como pasa el tiempo
perdido por los polvorientos senderos.
Me golpea el encendido viento
haciéndome vacilar en la orilla
del río que baja alborotado
buscando una casa donde hospedarse
mientras el reloj marca inexorable
una hora que nunca pasa
que ha quedado enredada en las aguas
que yo veo perderse bajo el puente
de grandes ojos de piedra
que miran a ninguna parte.
Estoy sentado en la plaza vacía
esperando que alguien venga
y me cuente porqué te fuiste
aquella tarde cuando el reloj,
como cada día, daba las doce
y yo me disponía a entregarte
unos besos apresurados
mientras sonaban campanas.
JOSÉ LUIS RUBIO
EL RELOJ
Que de veces me despertó el despertador
para ir al trabajo.
Que de veces lo he mirado
para saber la hora que era,
más de una vez se paró
yo me cagué en todas sus castas
y en la madre que lo parió.
El primer reloj que yo tuve
me lo regaló mi abuelo
con él yo vacilaba.
Lo dejé en stanby
y me compré otro
éste me anda solito
y me da la hora exacta
el de mi abuelo atrasaba.
ANTONIO BASALLOTE
EL RELOJ
El reloj es necesario, pero no tiene vida, porque es mecánico, es valioso porque sin él no tiene sentido la vida.
Él marca los días meses y años, así nos guiamos para saber como nos movemos.
Miré la hora del reloj y convencida de que era muy temprano, volví a la cama, mis ojos se cerraron rápidamente. El reloj con su tictac no dejaba de sonar las horas y las medias horas. Como me fue imposible dormir decidí desayunar.
No había terminado de beber el café el reloj dio la hora y me puse muy nerviosa.
Me fui al baño a despejarme con un buen baño con el agua muy caliente porque hacía mucho frío.
No comprendía que el reloj era tan malvado conmigo, pero oí una voz en el fondo de mi mente que me gritó. ¿Cómo te va a hacer caso si es un reloj?. No te engañe si es mecánico, páralo, no tiene vida. Así lo hice.
A las siete en punto de la mañana, me dije a mi misma la única forma de evadir el problema. De nuevo me fui a la cama, mis ojos se cerraron en pocos segundos.
Siempre mi almohada ha sido para mí, mi mejor compañera.
Pero el irritante reloj seguirá dando las horas con su tictac todos los días.
NILA QUINTERO
Amanece el día
con su ruido incesante.
Nos acompaña
en nuestro quehacer,
constante, continuo, sin pausas.
A cada paso su latido,
en cada acto terminado
nos anuncia el fin.
Permanece impertérrito,
impávido, inalterable
en el devenir de la vida.
VIRTUDES ROLDÁN
TRAS LA VENTANA
Atada a una silla,
con la mirada clavada en la ventana,
ve la vida pasar.
Las campanas, las del reloj,
le anuncian el transcurrir del tiempo,
las campanas, las de la iglesia,
le anuncian la marcha eterna.
Tras los cristales,
Oye susurros de voces
que anuncian historias
que nunca pasarán.
Oye canciones infantiles
y una sonrisa retorna a su cara.
Descorre los visillos y
se deja ver entre cristales.
Los niños, sin dejar de cantar,
saludan a la anciana.
Su sonrisa se hace más amplia,
busca en su regazo,
y deja caer despacio
caramelos de sus manos.
Las niñas se marchan,
y con ellas se alejan
ilusiones tras la ventana.
VIRTUDES ROLDÁN
EL RELOJ
Desde muy pequeña recuerdo aquel “reloj” encima de la mesilla de noche en la habitación de mis padres. Estaba en el lado que dormía mi madre.
No tenía un gran valor económico, aunque si sentimental.
Era un recuerdo de mi abuela paterna. Se lo regaló a mis padres cuando se casaron.
La abuela se quedó viuda de un guardia civil, siendo muy joven y tenía que sacar 5 hijos adelante.
En aquellos tiempos no había pensiones de viudedad y la situación era difícil.
Las amistades y la familia le concedieron la representación de la casa Pedro Domeq. Y con ella a su familia adelante.
El reloj era de propaganda.
Era de concha y tenía forma de media luna y en el centro estaba la esfera blanca sujeta a la concha un aro de metal dorado. Debajo estaba el letrero Pedro Domeq.
Aguantó golpes y caídas ya que los ganchos que lo mantenían en pie no era demasiado fuerte y mis hermanos jugaban por allí al escondite.
Viajó con nosotros de Galicia a Madrid y resistió diversas mudanzas y hasta una guerra civil.
Al final cuando mamá murió no recuerdo que pasaría cuando deshicimos la casa. No sé que pasó ni quien se lo llevaría. Nunca hubo que llevarlo al relojero y jamás se paró.
Si lo viera en el rastro lo compraría.
PILAR SÁNCHEZ BARCIA
RELOJ
Quiero que el tiempo se detenga
quiero que el tic-tac del reloj
pare sin mas, pues las horas
me parecen eternas cuando mi
amado no está.
Quiero que se pare el tiempo y
que el reloj deje de funcionar para
que mi amado no se tenga que
marchar, porque somos esclavos
del tiempo y del reloj que marea
las horas de nuestro amor.
CARMEN PÉREZ MARTELL
EL RELOJ
Desde que por la mañana el despertador nos sobresalta con su estridente sonido, hasta que al apagar la luz de nuestra alcoba, para dejarnos caer en los dulces brazos de Morfeo y le echamos la última ojeada, el reloj va marcando y controlando el paso de nuestro devenir.
Al nacer la partera señala la hora de nuestro alumbramiento y otro tanto hace el testigo de nuestro fallecimiento.
No sé para que tanta información ¡como si esos datos fueran a cambiar en algo el transcurrir de nuestras vidas!
Antes de inventarse el dichoso instrumento tal como es en la actualidad, la humanidad nacía y moría, sus individuos lo hacían al orto o al ocaso, de día, de noche y no era necesario saber más.
La clepsidra, el reloj de arena, era mero informante impreciso de su cotidianeidad.
El reloj de sol daba más información cuando lucía y por las noches estaban las estrellas ahora imprecisas en nuestros cielos por la contaminación lumínica.
Las civilizaciones se sucedían sin que nadie señalase la hora del comienzo ni de la caída.
Un buen día inventaron el reloj y los hombres se pusieron a jugar cual chiquillos con sus engranajes, tornillos y sonidos.
Y ahora ¡ay amigos míos cuantas veces he oído decir ¡He olvidado el reloj, me siento desnudo! que esclavitud! Nunca tan pequeña prenda cubrió tanto.
Aunque lo último es el reloj atómico, pero esa es otra historia.
CONCHA GOROSTIZA DAPENA
EL RELOJ
Dictador universal
de la cuna hasta la tumba
en todos los rincones del mundo
seguimos su dominio inexorable.
Contra ti, no hay protestas,
sin ti, un caos inimaginable,
las vidas siempre están orquestadas
por el tictac tictac.
Envidio a la gente primitiva
se despertaban con el sol
se acostaban con la oscuridad
pero la sociedad de ahora
corre locamente
intentando mantener
una apariencia de normalidad
entre el tictac tictac.
Segundo, minuto, hora, día,
mes, año, siglo, milenio,
no podemos entender
la inmensidad de la eternidad.
Porque siempre está el sonido
consciente o inconsciente,
no podemos escapar del poder inmenso
del tictac tictac.
ANNE SAMPSON
EL RELOJ
Se divisan negros nubarrones
pero sé que la lluvia
no me mojará mientras camino
porque me cubre un manto
de flores frescas y rojas
como la sangre que riega
mi cuerpo peregrino
que mirando al reloj
ve como pasa el tiempo
perdido por los polvorientos senderos.
Me golpea el encendido viento
haciéndome vacilar en la orilla
del río que baja alborotado
buscando una casa donde hospedarse
mientras el reloj marca inexorable
una hora que nunca pasa
que ha quedado enredada en las aguas
que yo veo perderse bajo el puente
de grandes ojos de piedra
que miran a ninguna parte.
Estoy sentado en la plaza vacía
esperando que alguien venga
y me cuente porqué te fuiste
aquella tarde cuando el reloj,
como cada día, daba las doce
y yo me disponía a entregarte
unos besos apresurados
mientras sonaban campanas.
JOSÉ LUIS RUBIO
EL RELOJ
Que de veces me despertó el despertador
para ir al trabajo.
Que de veces lo he mirado
para saber la hora que era,
más de una vez se paró
yo me cagué en todas sus castas
y en la madre que lo parió.
El primer reloj que yo tuve
me lo regaló mi abuelo
con él yo vacilaba.
Lo dejé en stanby
y me compré otro
éste me anda solito
y me da la hora exacta
el de mi abuelo atrasaba.
ANTONIO BASALLOTE
EL RELOJ
El reloj es necesario, pero no tiene vida, porque es mecánico, es valioso porque sin él no tiene sentido la vida.
Él marca los días meses y años, así nos guiamos para saber como nos movemos.
Miré la hora del reloj y convencida de que era muy temprano, volví a la cama, mis ojos se cerraron rápidamente. El reloj con su tictac no dejaba de sonar las horas y las medias horas. Como me fue imposible dormir decidí desayunar.
No había terminado de beber el café el reloj dio la hora y me puse muy nerviosa.
Me fui al baño a despejarme con un buen baño con el agua muy caliente porque hacía mucho frío.
No comprendía que el reloj era tan malvado conmigo, pero oí una voz en el fondo de mi mente que me gritó. ¿Cómo te va a hacer caso si es un reloj?. No te engañe si es mecánico, páralo, no tiene vida. Así lo hice.
A las siete en punto de la mañana, me dije a mi misma la única forma de evadir el problema. De nuevo me fui a la cama, mis ojos se cerraron en pocos segundos.
Siempre mi almohada ha sido para mí, mi mejor compañera.
Pero el irritante reloj seguirá dando las horas con su tictac todos los días.
NILA QUINTERO
POEMAS Y TEXTOS
EN LA MUERTE
DE
RAFAEL FERNÁNDEZ POMBO
Rafael Fernández Pombo me revela
el corazón profundo de La Mancha
y en su palabra alta, clara y ancha,
La Mancha, vino a vino, se me enciela.
Que su verso de luz desencarcela
mi mirada y el mundo se me ensancha
en la dura ciudad donde se aplancha
mi sombra a ras de asfalto, plomo y suela.
Rafael Fernández Pombo, nunca muerto;
vivo siempre en su verso renaciente
y con alma de noria musical.
Tan ubérrimo él, viril y cierto
en su poesía hermosa y transparente
donde La Mancha es surco sideral.
UNA
Una palabra, una.
Entre tantas
y tantas palabras
una palabra,
una,
una,
una,
una única palabra,
esa palabra
que tú y yo
compartimos
con devoto
silencio.
ADIOSES
Un universo de adioses,
queriendo huir de sí mismo,
por más que huir y huir quería
seguía atado a sus abismos.
Los adioses, cada adiós
era un llanto contenido
y aquel universo era
un prolongado gemido.
Adiós, adiós, vida mía,
mira cómo me desvivo
en mi universo de adioses
tristemente entristecido.
CREO
Creo en Dios porque creo
en los pequeños
y alegres gorriones.
Creo en Dios porque creo
en la lluvia, en el viento,
en la tierra, en los bosques.
Creo en Dios porque creo
en el sol, en las nubes,
en las rosas azules,
en los blancos jazmines
y en los musicales ruiseñores.
Creo en Dios porque creo
sencillamente en ti,
en la luz de tus ojos
y en el vivo arco iris de tu nombre.
Creo fervientemente en lo que creo
y porque creo, mi amor, en lo que creo
mi alma es un jardín de mil colores
donde la flor amante que es tu vida
señorea victoriosa entre todas las flores.
MEJOR
Mejor no escribo, ¿para qué?
Llorando...Mejor tiro la pluma.
¡Que se la lleve el agua!
Tanto dolor recóndito.
Tanta miseria a cuestas.
Tanta desolación.
Mejor no escribo, ¿para qué?
Callar, callar, callar.
Decirlo todo sin decirlo.
SEÑORÍO
Para mi señorial Axaí, la única
No hay más alto señorío
que tu excelso señorío,
ese señorío tan tuyo,
tan único y tan altísimo.
Que eres tú porque eres tú
señorío de señoríos.
Juan Cervera Sanchís
ROSAS MORENO, POETA Y EDUCADOR
Por Juan Cervera Sanchís
Hay quienes únicamente recuerdan a José Rosas Moreno
por el nombre de una calle. De su poesía, hoy, pocos se acuerdan.
Tampoco de sus fábulas para niños. No obstante ahí están
en las páginas amarillentas de algunos viejos libros esperando
volver a ser leídas.
Rosas Moreno vino al mundo en Lagos, Jalisco, el 19 de
agosto de 1838. Hijo de don Ignacio Rosas y doña Clara Moreno.
Ella era pariente del insurgente Pedro Moreno. José estudió en
León, Guanajuato. Luego en la ciudad de México donde hizo
la carrera de Leyes.
Siendo muy joven comenzó a militar en el Partido Liberal.
Al terminar su carrera profesional en la capital de la República
retornó a la ciudad de León, que él sentía realmente suya.
Ahí hizo carrera política. Fue diputado a la Legislatura de
Guanajuato y posteriormente al Congreso de la Unión. Sería
también regidor del ayuntamiento de aquella ciudad.
Su pasión más profunda se inclinaba hacia las letras. Ejerció
el periodismo político y literario. Colaboró con asiduidad en
los periódicos liberales.
Preocupado profundamente por la cultura y la educación de
las nuevas generaciones cultivó con maestría la fábula. Sus
fábulas para niños le dieron una enorme popularidad en todo
el país.
Nos legó varios libros de fábulas y es una pena que los niños
de hoy no los hayan leído. Durante años fueron de lectura
obligatoria en todas las escuelas de México.
Rosas Moreno está, justamente, considerado como el mejor
fabulista mexicano. Sus fábulas son tan ingeniosas y originales
como las de Fedro, Esopo, Iriarte o Samaniego. Su lectura,
hoy como ayer, nos dejan una sabia enseñanza ya que cada
fábula es en sí una positiva lección.
El año de 1891, ocho años después de su fallecimiento, acaecido
en 1883, José Rosas Moreno recibió un homenaje. Se le recordó
como un admirable educador y un notable patriota. Tal como
se acostumbraba en el lenguaje de la época, uno de los participantes
al acto al referirse al homenajeado manifestó: “Era un hombre
tan modesto y espiritual cual un ramo de violetas.”
Aparte de este piropo que hoy nos suena a románica cursilería
se subrayó:
“Entre los autores mexicano ninguno como Rosas Moreno,
quien puso su talento y sus sentimientos al servicio absoluto
de la patria.”
Así eran aquellos floridos homenajes en el México del
siglo XIX.
Algo que no conviene callar, y que retrata el alma de aquella
época en su concepto y en su praxis, tan diferentes a la nuestra,
es que Rosas Moreno vivió y murió en la digna pobreza de
las mínimas regalías que le dejaban sus libros y lo poco o
casi nada que le pagaban los periódicos donde colaboraba y un
pequeño sueldo que recibía como maestro, ya que toda su
vida dio clases.
Rosas Moreno fue un hombre noble y generoso, aunque
visto desde la óptica actual, en que el desprecio por el humanismo
es cada vez más acentuado, pueda parecer, a los ávidos
depredadores que hoy nos circundan por todas partes, un
ingenuo.
Él pensaba y actuaba en función a la educación misma y no
hacer de esta un negocio con el que ganar dinero y más dinero.
José Rosas Moreno escribió también varias obras dramáticas
de excelente calidad literaria y contenido social, pero no tuvo
éxito con ellas. Excepción hecha con la titulada “Sor Juana
Inés de la Cruz”, que sí fue representaba y aplaudida por el
público culto de la época.
Su colección de fábulas morales fue prologada por don
Ignacio Manuel Altamirano.
La poesía de Rosas Moreno, donde nos habla, en perfectas
rimas consonantes, de tristezas crepusculares y la vida del
campo, así como del retorno a la aldea, nos sorprende de
repente con versos como estos:
“Cada árbol, cada flor, guarda una historia”
Y:
“Errante y sin amor siempre he vivido;
siempre errante en las sombras del olvido”.
Versos que nos revelan una secreta y profunda desolación
y una amargura interior que lo conduce a esta rotunda
conclusión:
“Ni sé, ni espero, ni ambiciono nada”.
Tras el fabulador de cuadros morales y el patriota ferviente
había un hombre reflexivo y solitario, que sabía de tristezas
y decepciones, lo que sin duda es harto interesante y rompe
de alguna manera el cliché que tenemos de José Rosas
Moreno.
Si ahondamos en su médula poética descubrimos a un
ser humano, a un poeta, e incluso a un filósofo de la vida,
muy distinto de aquel que sus contemporáneos dibujaron,
con superficialidad, como “un hombre espiritual cual un
ramo de violetas”.
DE
RAFAEL FERNÁNDEZ POMBO
Rafael Fernández Pombo me revela
el corazón profundo de La Mancha
y en su palabra alta, clara y ancha,
La Mancha, vino a vino, se me enciela.
Que su verso de luz desencarcela
mi mirada y el mundo se me ensancha
en la dura ciudad donde se aplancha
mi sombra a ras de asfalto, plomo y suela.
Rafael Fernández Pombo, nunca muerto;
vivo siempre en su verso renaciente
y con alma de noria musical.
Tan ubérrimo él, viril y cierto
en su poesía hermosa y transparente
donde La Mancha es surco sideral.
UNA
Una palabra, una.
Entre tantas
y tantas palabras
una palabra,
una,
una,
una,
una única palabra,
esa palabra
que tú y yo
compartimos
con devoto
silencio.
ADIOSES
Un universo de adioses,
queriendo huir de sí mismo,
por más que huir y huir quería
seguía atado a sus abismos.
Los adioses, cada adiós
era un llanto contenido
y aquel universo era
un prolongado gemido.
Adiós, adiós, vida mía,
mira cómo me desvivo
en mi universo de adioses
tristemente entristecido.
CREO
Creo en Dios porque creo
en los pequeños
y alegres gorriones.
Creo en Dios porque creo
en la lluvia, en el viento,
en la tierra, en los bosques.
Creo en Dios porque creo
en el sol, en las nubes,
en las rosas azules,
en los blancos jazmines
y en los musicales ruiseñores.
Creo en Dios porque creo
sencillamente en ti,
en la luz de tus ojos
y en el vivo arco iris de tu nombre.
Creo fervientemente en lo que creo
y porque creo, mi amor, en lo que creo
mi alma es un jardín de mil colores
donde la flor amante que es tu vida
señorea victoriosa entre todas las flores.
MEJOR
Mejor no escribo, ¿para qué?
Llorando...Mejor tiro la pluma.
¡Que se la lleve el agua!
Tanto dolor recóndito.
Tanta miseria a cuestas.
Tanta desolación.
Mejor no escribo, ¿para qué?
Callar, callar, callar.
Decirlo todo sin decirlo.
SEÑORÍO
Para mi señorial Axaí, la única
No hay más alto señorío
que tu excelso señorío,
ese señorío tan tuyo,
tan único y tan altísimo.
Que eres tú porque eres tú
señorío de señoríos.
Juan Cervera Sanchís
ROSAS MORENO, POETA Y EDUCADOR
Por Juan Cervera Sanchís
Hay quienes únicamente recuerdan a José Rosas Moreno
por el nombre de una calle. De su poesía, hoy, pocos se acuerdan.
Tampoco de sus fábulas para niños. No obstante ahí están
en las páginas amarillentas de algunos viejos libros esperando
volver a ser leídas.
Rosas Moreno vino al mundo en Lagos, Jalisco, el 19 de
agosto de 1838. Hijo de don Ignacio Rosas y doña Clara Moreno.
Ella era pariente del insurgente Pedro Moreno. José estudió en
León, Guanajuato. Luego en la ciudad de México donde hizo
la carrera de Leyes.
Siendo muy joven comenzó a militar en el Partido Liberal.
Al terminar su carrera profesional en la capital de la República
retornó a la ciudad de León, que él sentía realmente suya.
Ahí hizo carrera política. Fue diputado a la Legislatura de
Guanajuato y posteriormente al Congreso de la Unión. Sería
también regidor del ayuntamiento de aquella ciudad.
Su pasión más profunda se inclinaba hacia las letras. Ejerció
el periodismo político y literario. Colaboró con asiduidad en
los periódicos liberales.
Preocupado profundamente por la cultura y la educación de
las nuevas generaciones cultivó con maestría la fábula. Sus
fábulas para niños le dieron una enorme popularidad en todo
el país.
Nos legó varios libros de fábulas y es una pena que los niños
de hoy no los hayan leído. Durante años fueron de lectura
obligatoria en todas las escuelas de México.
Rosas Moreno está, justamente, considerado como el mejor
fabulista mexicano. Sus fábulas son tan ingeniosas y originales
como las de Fedro, Esopo, Iriarte o Samaniego. Su lectura,
hoy como ayer, nos dejan una sabia enseñanza ya que cada
fábula es en sí una positiva lección.
El año de 1891, ocho años después de su fallecimiento, acaecido
en 1883, José Rosas Moreno recibió un homenaje. Se le recordó
como un admirable educador y un notable patriota. Tal como
se acostumbraba en el lenguaje de la época, uno de los participantes
al acto al referirse al homenajeado manifestó: “Era un hombre
tan modesto y espiritual cual un ramo de violetas.”
Aparte de este piropo que hoy nos suena a románica cursilería
se subrayó:
“Entre los autores mexicano ninguno como Rosas Moreno,
quien puso su talento y sus sentimientos al servicio absoluto
de la patria.”
Así eran aquellos floridos homenajes en el México del
siglo XIX.
Algo que no conviene callar, y que retrata el alma de aquella
época en su concepto y en su praxis, tan diferentes a la nuestra,
es que Rosas Moreno vivió y murió en la digna pobreza de
las mínimas regalías que le dejaban sus libros y lo poco o
casi nada que le pagaban los periódicos donde colaboraba y un
pequeño sueldo que recibía como maestro, ya que toda su
vida dio clases.
Rosas Moreno fue un hombre noble y generoso, aunque
visto desde la óptica actual, en que el desprecio por el humanismo
es cada vez más acentuado, pueda parecer, a los ávidos
depredadores que hoy nos circundan por todas partes, un
ingenuo.
Él pensaba y actuaba en función a la educación misma y no
hacer de esta un negocio con el que ganar dinero y más dinero.
José Rosas Moreno escribió también varias obras dramáticas
de excelente calidad literaria y contenido social, pero no tuvo
éxito con ellas. Excepción hecha con la titulada “Sor Juana
Inés de la Cruz”, que sí fue representaba y aplaudida por el
público culto de la época.
Su colección de fábulas morales fue prologada por don
Ignacio Manuel Altamirano.
La poesía de Rosas Moreno, donde nos habla, en perfectas
rimas consonantes, de tristezas crepusculares y la vida del
campo, así como del retorno a la aldea, nos sorprende de
repente con versos como estos:
“Cada árbol, cada flor, guarda una historia”
Y:
“Errante y sin amor siempre he vivido;
siempre errante en las sombras del olvido”.
Versos que nos revelan una secreta y profunda desolación
y una amargura interior que lo conduce a esta rotunda
conclusión:
“Ni sé, ni espero, ni ambiciono nada”.
Tras el fabulador de cuadros morales y el patriota ferviente
había un hombre reflexivo y solitario, que sabía de tristezas
y decepciones, lo que sin duda es harto interesante y rompe
de alguna manera el cliché que tenemos de José Rosas
Moreno.
Si ahondamos en su médula poética descubrimos a un
ser humano, a un poeta, e incluso a un filósofo de la vida,
muy distinto de aquel que sus contemporáneos dibujaron,
con superficialidad, como “un hombre espiritual cual un
ramo de violetas”.
domingo, 3 de abril de 2011
POEMAS
DESPLAZADA
Ella guarda lo que quedó después del vendaval.
No desea enseres
quién los desea
vive en eterno malvivir.
Sólo quiere unir
palabras tras palabras
hasta tramar ideas
que pretendan descifrar
al mundo.
Mientras lo vivido
Está a punto de estallar.
Isabel García Mayorca
Del libro: TODO ABRIL Y LO QUE VA DE MAYO
…y el hombre creó a Dios
a su imagen y semejanza
a la medida de su ambición
¡Oh Dios! ¿Quién hablara de ti
Cuando los odios nos acaben?
María Isola Salazar
Del libro: Cáliz Profundo
Ella guarda lo que quedó después del vendaval.
No desea enseres
quién los desea
vive en eterno malvivir.
Sólo quiere unir
palabras tras palabras
hasta tramar ideas
que pretendan descifrar
al mundo.
Mientras lo vivido
Está a punto de estallar.
Isabel García Mayorca
Del libro: TODO ABRIL Y LO QUE VA DE MAYO
…y el hombre creó a Dios
a su imagen y semejanza
a la medida de su ambición
¡Oh Dios! ¿Quién hablara de ti
Cuando los odios nos acaben?
María Isola Salazar
Del libro: Cáliz Profundo
POEMAS Y TEXTOS
EL DIOS AMOR *
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Sucedió una mañana de abrileño esplendor:
A mi puerta tocaron con premura.
Yo presurosa y anhelante abrí.
Era CUPIDO, de amor el portavoz,
quien en lúdico gesto, sibilino y sonriente,
sin consultar mis crípticos anhelos,
extrajo de su aljaba una saeta,
y veloz la clavó en mi corazón.
¿ Sangró mi corazón por el flechazo?
No, galvanizado el sentimiento puro
sanó en el acto, agradecido en fe;
la que insufló en mi ser aquel intruso,
CUPIDO, el adorable quien me dio
la fuerza redentora, la que salva!
Esa fe salvadora, vibrante retornó,
y nuevos incentivos anidaron en mí;
regresaron la calma, la alegría de vivir
y en mi cielo brillaron estrellas palpitantes,
de nuevas esperanzas promisorias,
aquellas que nunca antes hubiese presentido.
Desde aquel día luminoso me torné
en el más fuerte e invencible ser,
y me nombré POETA CORAZÓN.
Mis pensiles de nidos se poblaron,
y se llenaron de arrullos amorosos;
por mi sangre febril navegaron rampantes
anhelos y pasiones de amores ignorados:
entonces me sentí la mujer más feliz:
comprensiva, indulgente, tolerante y dulce:
¡El milagro sagrado, el que al mundo redime,
se había dado en mi ser, porque allí esplendoroso,
absoluto y audaz habíase entronizado,
omnipresente y sacro, EL DIOS AMOR!
* Poema tomado del libro Del Crepúsculo a la alborada. 2007
AMOR Y PRIMAVERA*
Por Leonora Acuña de Marmolejo
Yo he visto en primavera, brotar como un milagro
los nardos y los lirios con místico esplendor
como si regresaran de un sueño muy profundo
de la entraña amorosa de la tierra feraz.
Mis ojos asombrados no dejan de alabar
la grandeza infinita que nos permite ver
el cielo y las estrellas, la luna y los luceros
y el sol en un ocaso o un bello amanecer
los árboles que albergan los nidos amorosos
-que con paciencia y arte, los pájaros construyen-,
las gaviotas rondando los botes en la playa,
planeando enamoradas del imponente mar.
Mi lírico extasío no deja de admirar,
el milagro perenne de una tarde de ensueño
cuando Véspero sale contra el plafondo malva
en el grandioso instante de un crepúsculo más.
Mi alma se estremece al ver tánta armonía,
y al ver el gran prodigio de valles y praderas,
de los ríos incansables en su eterno viajar,
de los mares profundos y el misterio que encierran;
de la vida que brota en el vientre fecundo,
de la risa inocente en la cara de un niño.
Entonces pienso absorta y en fe sobrecogida:
que todo este milagro, tiene el nombre de ¡AMOR!
* Poema del libro “Baraja de poemas” Ed. Betania. 2002
¡BUENOS DÍAS, PRIMAVERA!
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
¡Buenos días, PRIMAVERA, bienvenida a mi vida!
Hoy llegas exultante de tibieza y verdor
trayéndonos de nuevo renuevos tras el frío
y la nieve invernal y los grises paisajes.
Con canéforas vuelves vernal embajadora
cual un hada hechizante con magia de esplendor.
Mensajera florida de NATURA, la madre:
Yo quiero, de tu brazo, volver allá a mi valle
colombiano, do el Cauca sereno serpentea
en las verdes praderas que las jacillas guardan
de mi feliz infancia, cuando al verte, gloriosa
y espléndida y joyante, en huertos y pensiles,
majestuosa en colores, repleta de fragancias
llenando pebeteros, búcaros y juncieras
de cinamono y menta, narcisos y lavandas,
mi madre, jubilosa me dijo: ¡Es PRIMAVERA,
y en tapiz de esmeralda, la escolta el equinoccio!
Ahora soy cual planta transplantada a Long Island;
mas NATURA es la misma doquiera que tu vayas,
y este es un paraíso de ensueño y de color.
Las inquietas ardillas regresan a los prados
y los quebrantahuesos, tornan a Shelter Island;
quizás buscando amparo a su ostracismo triste
retorna el negro cuervo, “de fatídica estampa”
-según el campirano decir entre la gente -;
y allá en California a San Juan Capistrano,
las golondrinas vuelven buscando su calor.
Cólquicos, tulipanes, pensamientos y nardos
emergen de la tierra con tímida presencia,
mariposas danzantes en el aire aparecen
a jugar en las flores, a besar las magnolias,
y alados mensajeros de cromáticos visos,
con trinos delirantes celebran su jolgorio,
se besan en el aire con rítmico cerner
y en silencio amoroso, su nido a tejer vuelven.
Yo quiero, PRIMAVERA, que trasiegues a mi alma,
tu embrujante armonía de color y tibieza;
que pongas en mi mente, tu estelífero plectro
para gastar mis horas de inspirada pasión,
haciéndole a mi amado poemas de ilusión.
Mis colinas, mi veste, con cendales floridos
cíñeme, Oh PRIMAVERA, y pon tu estro en mis sienes
para en versos de loa, agradecer al cielo
por las limpias pupilas, por la gracia de ver
¡Por verte enseñoreada del edén de Long Island!
¡Buenos dias, PRIMAVERA, bienvenida a mi vida!
* Poema del libro “Baraja de poemas”. Ed. Betania 2002
ABRE LAS PUERTAS, PRIMAVERA *
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Abre las puertas, dulce primavera,
que el amor ha llegado y soy feliz.
Tráeme cestas llenas de fragancias
de rosas, y petunias y diamelas…
Despierta al hontanar con su murmullo,
y al río arremansado entre las piedras,
para que él duerma plácido en su arrullo,
soñando con su reina que soy yo…
Convoca a todas las canoras aves,
para que sean orquesta entre los pinos
cuando el orto despunte allá en los cerros
y mi amado despierte entre mis brazos…
Pasea tu brisa suave por mi alcoba,
y pon el ruiseñor en mi ventana,
y una radiante luz en el alféizar,
¡do mi amado se asoma a ver el día!
¡Abre las puertas dulce dulce primavera
y que tañan de albricias las campanas,
por los montes, los valles y cañadas,
que el Dios Amor está en mi corazón!
*Poema del libro “Brindis por un poema”.
MI VIEJO ROBLE
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Ocurrió en una dorada mañana de marzo 28, en un día de Viernes Santo. Ya habían florecido los famosos cerezos en Washington llenando la ciudad de un esplendor vernal digno de verse; la primavera había llegado aquí a Long Island, con pujanza en brillante renacimiento de dramatismo cromático, cual regalo de Natura tras el triste y algente invierno, que muchas veces por la opacidad de sus paisajes, sume a muchos en un estado anímico soporoso y depresivo.
Acababa de pasar el equinoccio y una luminosidad transparente y una tibieza acogedora reinaban en el ambiente. Ya habían brotado los cólquicos, los jazmines, los nardos, los narcisos, y los tulipanes, y flotaba en el aire un aroma de frescura y de renovación. Todo, como un milagro empezaba a reverdecer tras un letargo de aparente muerte. Los pajarillos alborozados dejaban oír de nuevo sus trinos cerniendo y picoteando ansiosos los tiernos y rosados brotecillos del cerezo que cual portero fiel está entronizado en el antejardín de mi casa, al pie de la caja postal como para saludar cotidianamente al gentil cartero. Los tordos, los zorzales, y los petirrojos habían comenzado a aovar en los nidos (que en casitas construídas con cortezas de árbol tengo por doquier), y en silencios rumorosos esperaban el divino milagro de ver nacer a sus polluelos.
Eran las diez de la mañana de aquel viernes, cuando la cuadrilla de alacres mozos de la “Compañía Forever Spring” llegó diligente con sus máquinas y sierras a cortar el viejo roble. Troncharon su vida cuando todavía se empinaba altivo y orgulloso, y aún majestuoso izando las ramas que el pasado otoño había desnudado en el deshoje de su ciclo y que ahora, inocentes, esperaban el nuevo vestido esmeraldino de la primavera. Los muchachos cortaron primero sus brazos que al cielo se alzaban con donaire, mientras desde mi ventana, yo observaba con cierta pesadumbre, cómo uno a uno, se los fueron cercenando con indiferencia e impiedad; mas pensé conciliatoria que ellos sólo cumplían con la misión encomendada.
Al escuchar los golpes de los primeros hachazos y de las ramas cayendo abatidas al suelo, experimenté un raro pesar, pero me sentí aún más apesadumbrada, y casi insensata e ingenuamente sobrecogida, cuando la sierra implacable derribó su inmenso tronco ya desprovisto de ramaje, como degradado, indefenso y sin dignidad. Hasta mis queridos vecinos se acercaron curiosos a presenciar con cierto estupor, el derribo del que aún se mostraba orgulloso como el más pujante árbol del entorno.
Parecía como si le estuvieran quitando la vida a alguien que en su plenitud aún quería vivir. Vislumbré, casi horrorizada, la tala de este amado árbol asociado a tántos recuerdos de mi vida ( aquí en esta acogedora y amada tierra newyorkina), que en una retrospectiva desfilaron con cierta melancolía por mi lienzo memorioso; y aunque yo había determinado cortarlo por razones de seguridad de mi casa, sentí su derribo como un acto abominable, agresivo y violento que mi viejo roble recibía inmerecidamente, inerme y silencioso.
Visualicé entonces con dolor y conmiseración casi crísticas, el fatídico momento en el cual con crueldad felina, se priva de la vida a un ser humano, o en el caso dado en el que como en un libamen de sangre, barbaramente se aplica la pena capital (que aún se perpetúa pese a que estamos viviendo en una época de admirables progresos culturales y de toda índole; progresos que se supone vayan en pro del entendimiento y del mejoramiento humano).
Como era Viernes Santo y me aprestaba a atender el servicio religioso de recogimiento al que tengo por costumbre asistir cada año (en el templo de St. Frances de Chantal localizado en la avenida Wantagh del pueblo vecino del mismo nombre), asocié el acto de la tala de mi árbol, con el cruento en que la ciega humanidad, segó la vida de Jesucristo cuando aún estaba en plena juventud y quien en el momento supremo de su angustiada muerte, clamó al cielo con las palabras deprecatorias: ¡Elí, Elí, lema sabachtani!, que traducidas significan: Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?
Por otra parte, en aquella retrospectiva de sentimientos en conflicto, recordé con cierta melancolía y nostalgia, cuando veinte años atrás (y llena de emoción, en compañía de mi esposo, y de nuestros cuatro alborozados hijos -que aún eran unos chiquillos-), había plantado con amor aquel fresco árbol en la esquina de mi jardín donde lo habíamos visto crecer frondoso y con feracidad. Por su parte, mi ahora viejo roble, también airoso como un noble guardián había visto crecer a mis retoños. Mas a pesar de que aún se erguía altivo y lujuriante y hacia el azurado cielo se empinaba como en un anhelo arcano de tocar las estrellas, ahora en un mutismo impotentemente resignado, recibía una muerte sorpresiva: se le truncaba la vida con tajos aleves y certeros bajo el temor y la aprensión de sus dueños de que pronto sería un árbol más añoso, ruinoso, rugoso, agrietado y sin follaje y por consiguiente, una amenaza de que quizás pudiera derrumbarse sobre la casa en las tempestades del estío, o en los vendavales del otoño.
Es de anotar que días antes, habían pasado -como de costumbre-, los empleados gubernamentales de mantenimiento y ornato (de este mi amado pueblo de Levittown de Long Island en donde he estado afincada por casi siete lustros), cortando las ramas de los árboles viejos, a fin de que no interfirieran con el tendido de cables de la red eléctrica, y/o, plantando en su lugar otros nuevos en las verdes fajas que bordean las calzadas.
Una extraña melancolía de sentimientos dispersos y ambibalentes, navegó en los latidos de mi corazón transverberado al recordar que hasta ellos, respetando la imponente majestuosidad de este mi bello roble, no habían plantado cerca de él, árbol alguno aquel día de su ronda de arborización. Vino a mi mente con admiración, el simbólico acto instaurado en mi adorado país natal Colombia, de plantar un árbol en nombre de alguien que fallece, en lugar de enviar coronas a los dolientes, como ha sido la costumbre. Ésto no sólo es una demostración de afecto y de aprecio hacia los deudos, sino también una bella manera de recordar al difunto, en un tributo místico, sublime y noble hacia el tesoro de la madre tierra a cuyo seno han regresado sus despojos físicos.
No se le permitió al viejo roble echar de nuevo su ramaje (en la primavera que apenas comenzaba), que nutrido con la esperanzadora savia, sabia, le hubiese dado vida para retoñecer. Los pajarillos vocingleros no volverían a anidar amorosos ni a cerner en holgorio flirteante entre sus acogedores brazos esmeragdinos; su generosa sombra no volvería a amparar con su frescura a los vehículos que en el sofocante estío, eran estacionados allí cerca; su dorado follaje no adornaría más el paisaje autumnal...
Conciliatoriamente, y buscando indulgente una razón que justificara aún más mi decisión de cortar mi viejo roble, acudí a la reflexión de que la vida es un ciclo (“sólo vamos girando en la misma constante disfrazada de cambio”), y que todo tiene su tiempo, como dice el Eclesiastés. Entonces tratando de acallar mi tardía conmiseración, pensé con indulgente filosofía: “Ya mi viejo roble cumplió casi su misión y pronto su piel se agrietará dejando al descubierto su noble carne, que cansada llorará lágrimas resineras; prefiero guardar en mi recuerdo la imagen de un lozano y pujante árbol.” Mas a pesar de todo, como un niño que se consuela con su chupete, mas con melancolía un tanto pueril y ya contradictoria, me dije dolida al escuchar cual un rugido de dolor, el crujiente estrépito del estropicio del tronco al caer derribado: “Si a mi viejo roble le hubieran dejado siquiera un muñón, él alampado por vivir, en recia exhuberancia, con tesón y bravura, hubiera echado fértiles serpollos….” Pero mi viejo amigo había sido, descuajado, talado a flor de tierra, y aún sus fuertes raíces habían sido removidas de la entraña amorosa y maternal que lo había abrigado por tántos años… De mi noble amigo sólo quedaba allí en su lugar de sacrificio, su ripio como cofre cinerario, ripio que más tarde serviría de abono y de alimento, como recursos de reciclaje que la madre natura emplea en su cíclico vivir.
Allí en la esquina ahora vacía, en donde mi viejo roble se había levantado como un airoso monolito, más adelante como en un acto de consolación e ingenuo desagravio a la amorosa tierra de su habitáculo, yo hice un jardín lapidario mas no triste, para atraer mariposas y pajarillos. Así pues planté caléndulas, susanas, girasoles, minutisas, ásteres, lirios y lavandas.
Como dato curioso he de decir, que al extender al jefe de los jardineros de “Forever Spring” los 300 dólares por su trabajo de tala ( lo cual deploraron mis hijos al darse cuenta, y que para mí fue como “un arboricidio”), aquel marzal día me sentí como Judas cuando desesperado, devolvió a los Sumos Sacerdotes las treinta monedas de plata que recibiera en pago por entregar en un acto traidor al Nazareno su Divino Maestro, y con las cuales ellos más tarde compraron el Campo del Alfarero (llamado Campo de Sangre por el triste simbolismo), sitio que posteriormente fue usado como lugar de sepultura para forasteros. ¡Esta es la historia de…Mi viejo roble!
¡AÚN HAY SANGRE!*
Por : Leonora Acuña de Marmolejo
Hoy es abril y el campo está arropado
por el manto argentado de la diva,
que aún ve deshojar el lirio sacro
¡profanando insensato el Santo Cáliz!
Del vernal equinoccio es luna llena
y el alma vaga estremecida así,
recordando que cruento el sacrificio
fue perpetrado el plenilunio aquel,
veinte siglos atrás de oprobio humano
en que la fiera devoró al cordero,
sin comprender que el corazón sangrante
¡se derretía en dolor para salvarla!
Hoy es abril y tras de mi ventana,
salpicada de sangre veo la alfombra:
¡aún pasan corderos perseguidos
por la fiera que no se sacia nunca!
*Poema tomado del libro BRINDIS POR UN POEMA,
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Sucedió una mañana de abrileño esplendor:
A mi puerta tocaron con premura.
Yo presurosa y anhelante abrí.
Era CUPIDO, de amor el portavoz,
quien en lúdico gesto, sibilino y sonriente,
sin consultar mis crípticos anhelos,
extrajo de su aljaba una saeta,
y veloz la clavó en mi corazón.
¿ Sangró mi corazón por el flechazo?
No, galvanizado el sentimiento puro
sanó en el acto, agradecido en fe;
la que insufló en mi ser aquel intruso,
CUPIDO, el adorable quien me dio
la fuerza redentora, la que salva!
Esa fe salvadora, vibrante retornó,
y nuevos incentivos anidaron en mí;
regresaron la calma, la alegría de vivir
y en mi cielo brillaron estrellas palpitantes,
de nuevas esperanzas promisorias,
aquellas que nunca antes hubiese presentido.
Desde aquel día luminoso me torné
en el más fuerte e invencible ser,
y me nombré POETA CORAZÓN.
Mis pensiles de nidos se poblaron,
y se llenaron de arrullos amorosos;
por mi sangre febril navegaron rampantes
anhelos y pasiones de amores ignorados:
entonces me sentí la mujer más feliz:
comprensiva, indulgente, tolerante y dulce:
¡El milagro sagrado, el que al mundo redime,
se había dado en mi ser, porque allí esplendoroso,
absoluto y audaz habíase entronizado,
omnipresente y sacro, EL DIOS AMOR!
* Poema tomado del libro Del Crepúsculo a la alborada. 2007
AMOR Y PRIMAVERA*
Por Leonora Acuña de Marmolejo
Yo he visto en primavera, brotar como un milagro
los nardos y los lirios con místico esplendor
como si regresaran de un sueño muy profundo
de la entraña amorosa de la tierra feraz.
Mis ojos asombrados no dejan de alabar
la grandeza infinita que nos permite ver
el cielo y las estrellas, la luna y los luceros
y el sol en un ocaso o un bello amanecer
los árboles que albergan los nidos amorosos
-que con paciencia y arte, los pájaros construyen-,
las gaviotas rondando los botes en la playa,
planeando enamoradas del imponente mar.
Mi lírico extasío no deja de admirar,
el milagro perenne de una tarde de ensueño
cuando Véspero sale contra el plafondo malva
en el grandioso instante de un crepúsculo más.
Mi alma se estremece al ver tánta armonía,
y al ver el gran prodigio de valles y praderas,
de los ríos incansables en su eterno viajar,
de los mares profundos y el misterio que encierran;
de la vida que brota en el vientre fecundo,
de la risa inocente en la cara de un niño.
Entonces pienso absorta y en fe sobrecogida:
que todo este milagro, tiene el nombre de ¡AMOR!
* Poema del libro “Baraja de poemas” Ed. Betania. 2002
¡BUENOS DÍAS, PRIMAVERA!
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
¡Buenos días, PRIMAVERA, bienvenida a mi vida!
Hoy llegas exultante de tibieza y verdor
trayéndonos de nuevo renuevos tras el frío
y la nieve invernal y los grises paisajes.
Con canéforas vuelves vernal embajadora
cual un hada hechizante con magia de esplendor.
Mensajera florida de NATURA, la madre:
Yo quiero, de tu brazo, volver allá a mi valle
colombiano, do el Cauca sereno serpentea
en las verdes praderas que las jacillas guardan
de mi feliz infancia, cuando al verte, gloriosa
y espléndida y joyante, en huertos y pensiles,
majestuosa en colores, repleta de fragancias
llenando pebeteros, búcaros y juncieras
de cinamono y menta, narcisos y lavandas,
mi madre, jubilosa me dijo: ¡Es PRIMAVERA,
y en tapiz de esmeralda, la escolta el equinoccio!
Ahora soy cual planta transplantada a Long Island;
mas NATURA es la misma doquiera que tu vayas,
y este es un paraíso de ensueño y de color.
Las inquietas ardillas regresan a los prados
y los quebrantahuesos, tornan a Shelter Island;
quizás buscando amparo a su ostracismo triste
retorna el negro cuervo, “de fatídica estampa”
-según el campirano decir entre la gente -;
y allá en California a San Juan Capistrano,
las golondrinas vuelven buscando su calor.
Cólquicos, tulipanes, pensamientos y nardos
emergen de la tierra con tímida presencia,
mariposas danzantes en el aire aparecen
a jugar en las flores, a besar las magnolias,
y alados mensajeros de cromáticos visos,
con trinos delirantes celebran su jolgorio,
se besan en el aire con rítmico cerner
y en silencio amoroso, su nido a tejer vuelven.
Yo quiero, PRIMAVERA, que trasiegues a mi alma,
tu embrujante armonía de color y tibieza;
que pongas en mi mente, tu estelífero plectro
para gastar mis horas de inspirada pasión,
haciéndole a mi amado poemas de ilusión.
Mis colinas, mi veste, con cendales floridos
cíñeme, Oh PRIMAVERA, y pon tu estro en mis sienes
para en versos de loa, agradecer al cielo
por las limpias pupilas, por la gracia de ver
¡Por verte enseñoreada del edén de Long Island!
¡Buenos dias, PRIMAVERA, bienvenida a mi vida!
* Poema del libro “Baraja de poemas”. Ed. Betania 2002
ABRE LAS PUERTAS, PRIMAVERA *
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Abre las puertas, dulce primavera,
que el amor ha llegado y soy feliz.
Tráeme cestas llenas de fragancias
de rosas, y petunias y diamelas…
Despierta al hontanar con su murmullo,
y al río arremansado entre las piedras,
para que él duerma plácido en su arrullo,
soñando con su reina que soy yo…
Convoca a todas las canoras aves,
para que sean orquesta entre los pinos
cuando el orto despunte allá en los cerros
y mi amado despierte entre mis brazos…
Pasea tu brisa suave por mi alcoba,
y pon el ruiseñor en mi ventana,
y una radiante luz en el alféizar,
¡do mi amado se asoma a ver el día!
¡Abre las puertas dulce dulce primavera
y que tañan de albricias las campanas,
por los montes, los valles y cañadas,
que el Dios Amor está en mi corazón!
*Poema del libro “Brindis por un poema”.
MI VIEJO ROBLE
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
Ocurrió en una dorada mañana de marzo 28, en un día de Viernes Santo. Ya habían florecido los famosos cerezos en Washington llenando la ciudad de un esplendor vernal digno de verse; la primavera había llegado aquí a Long Island, con pujanza en brillante renacimiento de dramatismo cromático, cual regalo de Natura tras el triste y algente invierno, que muchas veces por la opacidad de sus paisajes, sume a muchos en un estado anímico soporoso y depresivo.
Acababa de pasar el equinoccio y una luminosidad transparente y una tibieza acogedora reinaban en el ambiente. Ya habían brotado los cólquicos, los jazmines, los nardos, los narcisos, y los tulipanes, y flotaba en el aire un aroma de frescura y de renovación. Todo, como un milagro empezaba a reverdecer tras un letargo de aparente muerte. Los pajarillos alborozados dejaban oír de nuevo sus trinos cerniendo y picoteando ansiosos los tiernos y rosados brotecillos del cerezo que cual portero fiel está entronizado en el antejardín de mi casa, al pie de la caja postal como para saludar cotidianamente al gentil cartero. Los tordos, los zorzales, y los petirrojos habían comenzado a aovar en los nidos (que en casitas construídas con cortezas de árbol tengo por doquier), y en silencios rumorosos esperaban el divino milagro de ver nacer a sus polluelos.
Eran las diez de la mañana de aquel viernes, cuando la cuadrilla de alacres mozos de la “Compañía Forever Spring” llegó diligente con sus máquinas y sierras a cortar el viejo roble. Troncharon su vida cuando todavía se empinaba altivo y orgulloso, y aún majestuoso izando las ramas que el pasado otoño había desnudado en el deshoje de su ciclo y que ahora, inocentes, esperaban el nuevo vestido esmeraldino de la primavera. Los muchachos cortaron primero sus brazos que al cielo se alzaban con donaire, mientras desde mi ventana, yo observaba con cierta pesadumbre, cómo uno a uno, se los fueron cercenando con indiferencia e impiedad; mas pensé conciliatoria que ellos sólo cumplían con la misión encomendada.
Al escuchar los golpes de los primeros hachazos y de las ramas cayendo abatidas al suelo, experimenté un raro pesar, pero me sentí aún más apesadumbrada, y casi insensata e ingenuamente sobrecogida, cuando la sierra implacable derribó su inmenso tronco ya desprovisto de ramaje, como degradado, indefenso y sin dignidad. Hasta mis queridos vecinos se acercaron curiosos a presenciar con cierto estupor, el derribo del que aún se mostraba orgulloso como el más pujante árbol del entorno.
Parecía como si le estuvieran quitando la vida a alguien que en su plenitud aún quería vivir. Vislumbré, casi horrorizada, la tala de este amado árbol asociado a tántos recuerdos de mi vida ( aquí en esta acogedora y amada tierra newyorkina), que en una retrospectiva desfilaron con cierta melancolía por mi lienzo memorioso; y aunque yo había determinado cortarlo por razones de seguridad de mi casa, sentí su derribo como un acto abominable, agresivo y violento que mi viejo roble recibía inmerecidamente, inerme y silencioso.
Visualicé entonces con dolor y conmiseración casi crísticas, el fatídico momento en el cual con crueldad felina, se priva de la vida a un ser humano, o en el caso dado en el que como en un libamen de sangre, barbaramente se aplica la pena capital (que aún se perpetúa pese a que estamos viviendo en una época de admirables progresos culturales y de toda índole; progresos que se supone vayan en pro del entendimiento y del mejoramiento humano).
Como era Viernes Santo y me aprestaba a atender el servicio religioso de recogimiento al que tengo por costumbre asistir cada año (en el templo de St. Frances de Chantal localizado en la avenida Wantagh del pueblo vecino del mismo nombre), asocié el acto de la tala de mi árbol, con el cruento en que la ciega humanidad, segó la vida de Jesucristo cuando aún estaba en plena juventud y quien en el momento supremo de su angustiada muerte, clamó al cielo con las palabras deprecatorias: ¡Elí, Elí, lema sabachtani!, que traducidas significan: Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?
Por otra parte, en aquella retrospectiva de sentimientos en conflicto, recordé con cierta melancolía y nostalgia, cuando veinte años atrás (y llena de emoción, en compañía de mi esposo, y de nuestros cuatro alborozados hijos -que aún eran unos chiquillos-), había plantado con amor aquel fresco árbol en la esquina de mi jardín donde lo habíamos visto crecer frondoso y con feracidad. Por su parte, mi ahora viejo roble, también airoso como un noble guardián había visto crecer a mis retoños. Mas a pesar de que aún se erguía altivo y lujuriante y hacia el azurado cielo se empinaba como en un anhelo arcano de tocar las estrellas, ahora en un mutismo impotentemente resignado, recibía una muerte sorpresiva: se le truncaba la vida con tajos aleves y certeros bajo el temor y la aprensión de sus dueños de que pronto sería un árbol más añoso, ruinoso, rugoso, agrietado y sin follaje y por consiguiente, una amenaza de que quizás pudiera derrumbarse sobre la casa en las tempestades del estío, o en los vendavales del otoño.
Es de anotar que días antes, habían pasado -como de costumbre-, los empleados gubernamentales de mantenimiento y ornato (de este mi amado pueblo de Levittown de Long Island en donde he estado afincada por casi siete lustros), cortando las ramas de los árboles viejos, a fin de que no interfirieran con el tendido de cables de la red eléctrica, y/o, plantando en su lugar otros nuevos en las verdes fajas que bordean las calzadas.
Una extraña melancolía de sentimientos dispersos y ambibalentes, navegó en los latidos de mi corazón transverberado al recordar que hasta ellos, respetando la imponente majestuosidad de este mi bello roble, no habían plantado cerca de él, árbol alguno aquel día de su ronda de arborización. Vino a mi mente con admiración, el simbólico acto instaurado en mi adorado país natal Colombia, de plantar un árbol en nombre de alguien que fallece, en lugar de enviar coronas a los dolientes, como ha sido la costumbre. Ésto no sólo es una demostración de afecto y de aprecio hacia los deudos, sino también una bella manera de recordar al difunto, en un tributo místico, sublime y noble hacia el tesoro de la madre tierra a cuyo seno han regresado sus despojos físicos.
No se le permitió al viejo roble echar de nuevo su ramaje (en la primavera que apenas comenzaba), que nutrido con la esperanzadora savia, sabia, le hubiese dado vida para retoñecer. Los pajarillos vocingleros no volverían a anidar amorosos ni a cerner en holgorio flirteante entre sus acogedores brazos esmeragdinos; su generosa sombra no volvería a amparar con su frescura a los vehículos que en el sofocante estío, eran estacionados allí cerca; su dorado follaje no adornaría más el paisaje autumnal...
Conciliatoriamente, y buscando indulgente una razón que justificara aún más mi decisión de cortar mi viejo roble, acudí a la reflexión de que la vida es un ciclo (“sólo vamos girando en la misma constante disfrazada de cambio”), y que todo tiene su tiempo, como dice el Eclesiastés. Entonces tratando de acallar mi tardía conmiseración, pensé con indulgente filosofía: “Ya mi viejo roble cumplió casi su misión y pronto su piel se agrietará dejando al descubierto su noble carne, que cansada llorará lágrimas resineras; prefiero guardar en mi recuerdo la imagen de un lozano y pujante árbol.” Mas a pesar de todo, como un niño que se consuela con su chupete, mas con melancolía un tanto pueril y ya contradictoria, me dije dolida al escuchar cual un rugido de dolor, el crujiente estrépito del estropicio del tronco al caer derribado: “Si a mi viejo roble le hubieran dejado siquiera un muñón, él alampado por vivir, en recia exhuberancia, con tesón y bravura, hubiera echado fértiles serpollos….” Pero mi viejo amigo había sido, descuajado, talado a flor de tierra, y aún sus fuertes raíces habían sido removidas de la entraña amorosa y maternal que lo había abrigado por tántos años… De mi noble amigo sólo quedaba allí en su lugar de sacrificio, su ripio como cofre cinerario, ripio que más tarde serviría de abono y de alimento, como recursos de reciclaje que la madre natura emplea en su cíclico vivir.
Allí en la esquina ahora vacía, en donde mi viejo roble se había levantado como un airoso monolito, más adelante como en un acto de consolación e ingenuo desagravio a la amorosa tierra de su habitáculo, yo hice un jardín lapidario mas no triste, para atraer mariposas y pajarillos. Así pues planté caléndulas, susanas, girasoles, minutisas, ásteres, lirios y lavandas.
Como dato curioso he de decir, que al extender al jefe de los jardineros de “Forever Spring” los 300 dólares por su trabajo de tala ( lo cual deploraron mis hijos al darse cuenta, y que para mí fue como “un arboricidio”), aquel marzal día me sentí como Judas cuando desesperado, devolvió a los Sumos Sacerdotes las treinta monedas de plata que recibiera en pago por entregar en un acto traidor al Nazareno su Divino Maestro, y con las cuales ellos más tarde compraron el Campo del Alfarero (llamado Campo de Sangre por el triste simbolismo), sitio que posteriormente fue usado como lugar de sepultura para forasteros. ¡Esta es la historia de…Mi viejo roble!
¡AÚN HAY SANGRE!*
Por : Leonora Acuña de Marmolejo
Hoy es abril y el campo está arropado
por el manto argentado de la diva,
que aún ve deshojar el lirio sacro
¡profanando insensato el Santo Cáliz!
Del vernal equinoccio es luna llena
y el alma vaga estremecida así,
recordando que cruento el sacrificio
fue perpetrado el plenilunio aquel,
veinte siglos atrás de oprobio humano
en que la fiera devoró al cordero,
sin comprender que el corazón sangrante
¡se derretía en dolor para salvarla!
Hoy es abril y tras de mi ventana,
salpicada de sangre veo la alfombra:
¡aún pasan corderos perseguidos
por la fiera que no se sacia nunca!
*Poema tomado del libro BRINDIS POR UN POEMA,
POEMAS
Aspecto: Ambivalencia.
Es una gran competencia
en la que vence aquel,
que tiene mejor presencia.
Hay que ser igual que todos
no hay que salir del contexto,
que la moda nos ha impuesto.
Mas hay que ser original,
habiendo que procurar,
ser diferente del resto.
El dilema está servido,
es una ambivalencia más
que pudiera ser fatal.
Lo importante es ser del grupo
lo más parecido a todos,
formando parte de un todo.
El antagonismo presto y servido;
pues la individualidad gusta
y sólo con ella se triunfa.
Pudiera ser.
Hombre Engañoso,hombres Valerosos: Doping.
Es una hermosa carrera de hombres solos, hombres alados,
hombres que sobre una gran superficie plana corren: pista
hermosa y ovalada con precisas rayas blancas marcadas,
las calles que son llamadas. Y que esta esponja roja y dura
se convierte, en un campo de batalla.
Pista rodeada por las gradas, gradas en donde una multitud
clama enfervorizada al ver correr a unos hombres bellos,
hombres que con su correr, muestran su magnifica estampa humana.
Duelo a la vez entre muchos hombres solos, aunque sean más de dos,
pues lo que importa es la esencia del duelo, que es, la nobleza y el valor.
Uno, llevará sus armas escondidas, será el hombre Engañoso:
los demás, nada de ellos esconderán, serán los hombres Valerosos.
Con correr endiablado y con sus miradas al frente y con sus brazos
y sus manos abriéndose paso van, con frenético
y armonioso movimiento; mientras sus piernas cansadas
van soportando el esfuerzo sin ceder ni un solo momento
en su empeño por ser tan veloces como el viento.
Todos sus músculos van perdiendo la energía, energía
que tuvieron al comienzo y, sin fluidez sus movimientos van siendo,
antes cadenciosos y majestuosos, vuélvense poco a poco
angustiosos, envarados y rotos: mas el rostro en hermoso
pudiera llegar a convertirse, el rostro del Valeroso, rostro del sufrimiento,
rostro que muestra la grandeza del hombre, hombre
que ante la adversidad, siempre vence…
La sangre negruzca en sus cuerpos va creciendo, y sus pulmones
ya no pueden cambiarla por roja sangre al momento,
que es donde la energía está; y los hombres Valerosos
van zozobrando en la pista, a la vez que su coraje los reflota y empuja
en su lucha, siendo éste, su única arma sola; el coraje.
Mientras que el hombre Engañoso cambia de arma a su antojo,
las saca de su escondite y, sigue con su coraje escondido
o quizá, porque no tenga.
Y, así como el ladrón prepara su fechoría, con alevosía,
y en forma premeditada maquina la forma y manera de robar,
sin ser visto, y a ser posible huir, con su botín, sin importarle el mal causado
a seres inocentes, que quizá, hasta en él confiaron…
…Así, hace el hombre Engañoso con los hombres Valerosos
engañarlos y robarles sus esfuerzos e ilusiones, ocultando su maldad;
saludando a los aplausos y recogiendo la medalla
desde lo alto del Podio, escuchando el Himno Nacional
sin sonrojo y, al terminar, alzar los brazos en alto y besar
tiernamente la medalla e incluso una lágrima soltar
de sus falsos ojos llorosos; y abrazar a los hombres Valerosos
con prepotencia y falsa humildad, sin mirarlos a los ojos,
hombres a los que vilmente engañó.
Y, así ladinamente irradiando alegría, posar en fotografías
para la posteridad, sonriendo a las cámaras de las televisiones,
televisiones de imágenes multicolores, imágenes que darán la vuelta al mundo,
quizá, en su desvergonzado posar; sabiendo él mejor que nadie
que ha sido un robo lo que ha cometido, ocultando su desvergüenza
a todos menos a él, que es, el único que lo sabrá,
y recordará su indignidad a lo largo de su vida; pudiendo
incluso presumir ante los demás y en su soledad llorar,
sin poder rectificar, por ser un hombre cobarde, perdiendo la oportunidad
al contar toda la verdad, pidiendo perdón en público y su vergüenza limpiar
dignificanado su vida, ante él y los demás.
Y a ti hombre Engañoso puede que alguien un día a la cara te diga
la verdad, la verdad del correr: Correr que es sentirse alado, etéreo,
cuerpo y alma unidos a la vez, que es el correr, con limpieza y dignidad.
Correr como hacer un poema improvisado, con el propio Ser,
y que escrito quedará, sin letras y sin papel, conforme se escribirá
borrando se irá, nadie lo recordará, se escribió para ser vivido,
esencia de poema es.
Y, que con tu sangre juegas hombre Engañoso, y tu sangre eres tú,
y tu sangre roja, es tu vida, como la de cada cual, como la negra,
es tu muerte, como la de cada cual - sangre negruzca, como hubiera
dicho Homero – sangre con la que juegas y si no dejas de jugar,
con tu vida lo pudieras pagar.
…Sangre roja: Limpia…
Sangre negra, sangre dolida y cansada de vuelta va por tus venas,
sangre que a tus pulmones llega, donde el oxigenado aire
cambiará negra por roja: sangre preciosa.
Roja sangre, que es la vida, que por tus arterias llega, llega a tus piernas,
para que veloces corran, corran, por una pista muy bella.
Sangre negra, sangre roja que tu corazón empuja con pasión, pasión
que te lleva el amor a la carrera. Deja a tu sangre que corra a su aire
sin que nada de fuera, perturbe su noble carrera.
Y, así como naciste inocente del vientre de tu madre, madre,
que con su sangre te dio la vida conserva tu sangre limpia
y con nada tú la ensucies.
Y así, como un bello caballo corre por una pradera verde
con un galope impetuoso y rebelde pregonando su alegría, alegría
que con su estampa refleja…
…así quiero verte correr Atleta, con la sonrisa en los labios, sonrisa
que da la nobleza del juego limpio en la lucha, por ganar en la carrera.
Y, mira a tu enemigo en la batalla con respeto y con nobleza, valorando
su persona, luchando de igual a igual, sin tomar ventaja alguna,
pues si ventaja tú tomas ya serás peor que él, aunque corras más veloz
y hasta primero tú llegues.
El correr, es un arte de hombre solo, solo tú, con tu correr,
solo tú te habrás de ver, veas de no ver a un tramposo, tramposo
que sólo verás tú, y solo verás tu sonrojo, solo cogerás tu premio engañoso,
solo disfrutarás de tu amargura de ser innoble y ruin; visión
que no te abandonará jamás, nunca rectificar podrás, por además ser cobarde,
cobarde que es aquel, que no se atreve a perder, y, qué sólo los valientes,
perder saben, felicitar al rival y sonreír, sonreír, como sólo los valientes hacen.
Autor: Julio Guzmán Sanchis.
Es una gran competencia
en la que vence aquel,
que tiene mejor presencia.
Hay que ser igual que todos
no hay que salir del contexto,
que la moda nos ha impuesto.
Mas hay que ser original,
habiendo que procurar,
ser diferente del resto.
El dilema está servido,
es una ambivalencia más
que pudiera ser fatal.
Lo importante es ser del grupo
lo más parecido a todos,
formando parte de un todo.
El antagonismo presto y servido;
pues la individualidad gusta
y sólo con ella se triunfa.
Pudiera ser.
Hombre Engañoso,hombres Valerosos: Doping.
Es una hermosa carrera de hombres solos, hombres alados,
hombres que sobre una gran superficie plana corren: pista
hermosa y ovalada con precisas rayas blancas marcadas,
las calles que son llamadas. Y que esta esponja roja y dura
se convierte, en un campo de batalla.
Pista rodeada por las gradas, gradas en donde una multitud
clama enfervorizada al ver correr a unos hombres bellos,
hombres que con su correr, muestran su magnifica estampa humana.
Duelo a la vez entre muchos hombres solos, aunque sean más de dos,
pues lo que importa es la esencia del duelo, que es, la nobleza y el valor.
Uno, llevará sus armas escondidas, será el hombre Engañoso:
los demás, nada de ellos esconderán, serán los hombres Valerosos.
Con correr endiablado y con sus miradas al frente y con sus brazos
y sus manos abriéndose paso van, con frenético
y armonioso movimiento; mientras sus piernas cansadas
van soportando el esfuerzo sin ceder ni un solo momento
en su empeño por ser tan veloces como el viento.
Todos sus músculos van perdiendo la energía, energía
que tuvieron al comienzo y, sin fluidez sus movimientos van siendo,
antes cadenciosos y majestuosos, vuélvense poco a poco
angustiosos, envarados y rotos: mas el rostro en hermoso
pudiera llegar a convertirse, el rostro del Valeroso, rostro del sufrimiento,
rostro que muestra la grandeza del hombre, hombre
que ante la adversidad, siempre vence…
La sangre negruzca en sus cuerpos va creciendo, y sus pulmones
ya no pueden cambiarla por roja sangre al momento,
que es donde la energía está; y los hombres Valerosos
van zozobrando en la pista, a la vez que su coraje los reflota y empuja
en su lucha, siendo éste, su única arma sola; el coraje.
Mientras que el hombre Engañoso cambia de arma a su antojo,
las saca de su escondite y, sigue con su coraje escondido
o quizá, porque no tenga.
Y, así como el ladrón prepara su fechoría, con alevosía,
y en forma premeditada maquina la forma y manera de robar,
sin ser visto, y a ser posible huir, con su botín, sin importarle el mal causado
a seres inocentes, que quizá, hasta en él confiaron…
…Así, hace el hombre Engañoso con los hombres Valerosos
engañarlos y robarles sus esfuerzos e ilusiones, ocultando su maldad;
saludando a los aplausos y recogiendo la medalla
desde lo alto del Podio, escuchando el Himno Nacional
sin sonrojo y, al terminar, alzar los brazos en alto y besar
tiernamente la medalla e incluso una lágrima soltar
de sus falsos ojos llorosos; y abrazar a los hombres Valerosos
con prepotencia y falsa humildad, sin mirarlos a los ojos,
hombres a los que vilmente engañó.
Y, así ladinamente irradiando alegría, posar en fotografías
para la posteridad, sonriendo a las cámaras de las televisiones,
televisiones de imágenes multicolores, imágenes que darán la vuelta al mundo,
quizá, en su desvergonzado posar; sabiendo él mejor que nadie
que ha sido un robo lo que ha cometido, ocultando su desvergüenza
a todos menos a él, que es, el único que lo sabrá,
y recordará su indignidad a lo largo de su vida; pudiendo
incluso presumir ante los demás y en su soledad llorar,
sin poder rectificar, por ser un hombre cobarde, perdiendo la oportunidad
al contar toda la verdad, pidiendo perdón en público y su vergüenza limpiar
dignificanado su vida, ante él y los demás.
Y a ti hombre Engañoso puede que alguien un día a la cara te diga
la verdad, la verdad del correr: Correr que es sentirse alado, etéreo,
cuerpo y alma unidos a la vez, que es el correr, con limpieza y dignidad.
Correr como hacer un poema improvisado, con el propio Ser,
y que escrito quedará, sin letras y sin papel, conforme se escribirá
borrando se irá, nadie lo recordará, se escribió para ser vivido,
esencia de poema es.
Y, que con tu sangre juegas hombre Engañoso, y tu sangre eres tú,
y tu sangre roja, es tu vida, como la de cada cual, como la negra,
es tu muerte, como la de cada cual - sangre negruzca, como hubiera
dicho Homero – sangre con la que juegas y si no dejas de jugar,
con tu vida lo pudieras pagar.
…Sangre roja: Limpia…
Sangre negra, sangre dolida y cansada de vuelta va por tus venas,
sangre que a tus pulmones llega, donde el oxigenado aire
cambiará negra por roja: sangre preciosa.
Roja sangre, que es la vida, que por tus arterias llega, llega a tus piernas,
para que veloces corran, corran, por una pista muy bella.
Sangre negra, sangre roja que tu corazón empuja con pasión, pasión
que te lleva el amor a la carrera. Deja a tu sangre que corra a su aire
sin que nada de fuera, perturbe su noble carrera.
Y, así como naciste inocente del vientre de tu madre, madre,
que con su sangre te dio la vida conserva tu sangre limpia
y con nada tú la ensucies.
Y así, como un bello caballo corre por una pradera verde
con un galope impetuoso y rebelde pregonando su alegría, alegría
que con su estampa refleja…
…así quiero verte correr Atleta, con la sonrisa en los labios, sonrisa
que da la nobleza del juego limpio en la lucha, por ganar en la carrera.
Y, mira a tu enemigo en la batalla con respeto y con nobleza, valorando
su persona, luchando de igual a igual, sin tomar ventaja alguna,
pues si ventaja tú tomas ya serás peor que él, aunque corras más veloz
y hasta primero tú llegues.
El correr, es un arte de hombre solo, solo tú, con tu correr,
solo tú te habrás de ver, veas de no ver a un tramposo, tramposo
que sólo verás tú, y solo verás tu sonrojo, solo cogerás tu premio engañoso,
solo disfrutarás de tu amargura de ser innoble y ruin; visión
que no te abandonará jamás, nunca rectificar podrás, por además ser cobarde,
cobarde que es aquel, que no se atreve a perder, y, qué sólo los valientes,
perder saben, felicitar al rival y sonreír, sonreír, como sólo los valientes hacen.
Autor: Julio Guzmán Sanchis.
POEMAS Y TEXTOS
LEJOS
Lejos, lejos, muy lejos,
sí, muy lejos
y cada vez más lejos.
Lejos, lejos. ¡Tan lejos!
Hoy amanecí lejos.
Lejos, lejos, lejos,
muy lejos de mi mismo.
Hoy me siento otro.
Hoy no me siento yo.
No me siento
de tan lejos y extraño
como hoy me siento.
Hoy soy lo lejos, lejos.
Hoy no sé quién soy.
Hoy no sé quién fui.
Hoy no sé, no sé
si alguna vez seré.
Hoy soy la lejanía más lejana.
Lo lejos, lejos, lejos,
muy lejos de mi mismo
soy si acaso,
y créeme que no sé cómo explicarlo.
MEJOR
Mejor no escribo, ¿para qué?
Llorando...Mejor tiro la pluma.
¡Que se la lleve el agua!
Tanto dolor recóndito.
Tanta miseria acuestas.
Tanta desolación.
Mejor no escribo, ¿para qué?
Callar, callar, callar.
Decirlo todo sin decirlo.
SE NEGABA
Se negaba a despertar
la golondrina dormida
herida de realidad.
Dormida, la golondrina,
se negaba a despertar,
que quería seguir soñando;
que prefería soñar,
soñar y soñar la vida,
a vivirla en realidad.
MI PATRIA
“Yo no tengo más patria que tus labios” J.C.S.
Mi patria, desde siempre, son tus labios.
Tus labios, sí, tus labios;
tus labios que me llevan, beso a beso,
al edénico reino amoroso del Limbo.
Que el Limbo son tus labios
y, en la luz de tus labios,
mi carne estremecida y mi espíritu absorto
se instalan en la euritmia.
Que son Limbo y euritmia
tus jugosos y rojos y dulcísimos labios.
Patria mía, mi patria,
¡oh amor de mis amores!,
son tus labios.
Tus labios, sí, tus labios.
Tus labios que me llevan, beso a beso,
al edénico reino amoroso del Limbo.
UNA HISTORIA DE AMOR
La música y el silencio
un día se enamoraron
y aquel amor imposible
fue posible, y tan fantástico
como lo irreal real
y lo insoñable soñado.
Se enamoraron un día,
un día se enamoraron
la música y el silencio
y nadie supo explicárselo,
que no tiene explicación
el amor enamorado.
SE VAN
Que se van y se van
y jamás vuelven
los minutos, las horas;
y los días se van
y las noches se van
y los meses, los años.
Se van, se van;
que se van nuestras vidas.
Que no vuelven los segundos,
los siglos, que se van
para ya nunca, nunca retornar.
Que se van, que se van
y nunca vuelven;
que nos vamos,
que nos estamos yendo,
amor, mi amor,
que yendo nos estamos.
¡Oh cruel y más que cruel
e hiriente realidad!
JUAN CERVERA SANCHIS
EMILIO ZOLA. MEMORIA DEL REALISMO
Por Juan Cervera Sanchís
Ayer como hoy, Emilio Zola, sigue siendo considerado uno
de los más significativos novelistas franceses y una de las
figuras literarias más importantes del siglo XIX.
El padre de Zola fue un ingeniero de origen italiano. El joven
Zola crece leyendo a Gustave Flaubert, quien es veinte y nueve
años mayor que él. El realismo de éste lo cautiva y, en especial,
“Madame Bovary”, que aparece cuando Zola es un joven
de diecisiete años de edad.
Como es sabido “Madame Bovary” ha sido considerada como
una versión a lo siglo XIX del Quijote.
El realismo está en su total apogeo durante la adolescencia
y maduración intelectual de Emilio Zola. Será él, finalmente,
quien lo lleve hasta sus últimas consecuencias como seguidor
de Balzac –no hay que olvidarlo- y de Flaubert.
“La Comedia Humana” de Honorato Balzac es sin lugar a dudas
determinante en la formación literaria de Zola, quien propugna
por una literatura, en sus propias palabras, “que se inspire
en principios científicos y que conceda suma importancia a
las determinaciones materiales de las pasiones humanas.”
Punto básico en su manera de abordar y tratar sus historias
es la herencia de las personas y el factor determinado por
el medio ambiente.
Es el nacimiento del naturalismo lo que vemos surgir con
las novelas de este autor fundamental. El naturalismo convierte
a la novela en un anexo de la historia natural y auxiliar de
la medicina.
El escritor no fantasea ni especula en torno a determinado
ambiente y personajes. Trata de observar los hechos y retratarlos
con minuciosa fidelidad. Por supuesto que hace su análisis
de los mismos comparativamente y busca ahondar con todo
rigor en la conducta humana.
Claro es que Emilio Zola no era un hombre de ciencia, sino
un escritor. Lo cierto es que aunque hubiese sido un científico
no habría podido ver y conocer “toda la realidad”, pues esta
no es plana y, de hecho, si somos conscientes de nuestras
limitaciones, nunca ha estado, ni está, a la simple vista del
ojo y el cerebro de los humanos.
Es por eso que el fervor cientificista de Zola visto desde
nuestro tiempo resulta un tanto ingenuo. Aunque es innegable
que, pese a sus clisés realistas y vicios literarios de su época,
su gran talento de narrador los supera y logra dar vida a
sus relatos contra el espesor descriptivo que, por momentos,
da la impresión de asfixiarlo.
Se puede decir que los salva la intensidad dramática y la
energía humana que despliegan los personajes en mitad de
un ambiente dibujado con escrupulosa exactitud.
Zola a los veintiocho años de edad experimenta como
novelista y decide emular a Balzac escribiendo una segunda
comedia humana. Ello lo lleva a dar forma a veinte novelas.
Ciclo impresionante donde el escritor estudia al detalle, y
según sus recursos y los conocimientos médicos de su época,
las taras hereditarias de cinco generaciones sucesivas de una
familia en los más diversos y contrastantes ambientes.
Surge así “Los Rougon-Macquart”, historia natural y social
de una familia bajo el Segundo Imperio. Mil personas y
algunas más se mueven en ese desbordante espejo de la
humana comedia de Zola.
El escritor nos lleva de la vida provinciana al ambiente
del mercado central de Paris. Nos revela los fondos del
alcoholismo tabernario en los medios obreros de su tiempo.
Nos despeja las incógnitas de la vida cortesana con la
Historia de “Nana”. Guía nuestros pasos y nuestros ojos a
través de las páginas de “Germinal” por los subterráneos
mineros y las luchas que los animan.
Nos retrata en “La obra” el drama de un pintor dominado
por su arte. Por cierto que esta novela lo enemistaría con
Cézame, ya que el gran pintor, que era su amigo, se sintió
retratado en ella, lo que no le hizo ninguna gracia.
Por otro lado logra un daguerrotipo intenso con “La tierra”
al revelarnos la sufrida vida de los campesinos franceses
de su tiempo.
La humanidad sufriente y latiente hasta sus extremos transita
por las páginas, en trágico movimiento, de sus conmovedoras
novelas.
No olvidamos la titulada “La bestia humana”, donde expone
hasta sus últimas consecuencias lo que pueden hacer los celos
en un alma humana, ni tampoco “El desastre”, donde recoge
y exhibe los sangrientos días que vivió la Francia durante
los acontecimientos revolucionarios de la Comuna de 1871.
En la obra de Emilio Zola, a partir de “Germinal” palpitará
un hálito socialista. Por cierto que a Zola le costaría muy
caro su defensa, con su artículo “Yo acuso”, de Alfredo
Dreyfus, aquel militar francés de origen judío acusado
de espionaje en 1894.
Mientras tantos callaron ante aquel acto indignante, Zola
alzó su voz y reclamó con su pluma justicia para aquel
patriota, inocente y libre de toda culpa, como se confirmaría
doce años después –1906- en que fuera rehabilitado.
Zola, debido a la publicación de aquel artículo, tuvo que
exiliarse en Inglaterra.
Al volver a Francia de su exilio moriría en circunstancias
aún todavía no puestas en claro.
Al morir contaba con sesenta y dos años de edad.
Había nacido en Paris en 1840.
...Y YO...
...Y yo quisiera ver
lo que no ven mis ojos
en cuanto ven sin ver.
Que quisiera ver yo
lo que no ven mis ojos
en el agua y la flor.
Que ver, ¡ay!, yo quisiera
lo que no ven mis ojos
en la nube y la piedra.
Que yo quisiera, yo,
ser tú y poder ver
con tus ojos el sol.
Que yo, mi amor, quisiera,
mirándome en tus ojos,
vivir a vida plena.
Que yo quisiera, amor,
mirándome en tus ojos,
ver por fin un día a Dios.
ELLOS
Ellos,
los no nacidos todavía,
leerán
y harán suya mi poesía.
¡Qué imprevistos y extraños
son siempre los caminos
del arte y de la vida!
JUAN CERVERA SANCHIS.
Lejos, lejos, muy lejos,
sí, muy lejos
y cada vez más lejos.
Lejos, lejos. ¡Tan lejos!
Hoy amanecí lejos.
Lejos, lejos, lejos,
muy lejos de mi mismo.
Hoy me siento otro.
Hoy no me siento yo.
No me siento
de tan lejos y extraño
como hoy me siento.
Hoy soy lo lejos, lejos.
Hoy no sé quién soy.
Hoy no sé quién fui.
Hoy no sé, no sé
si alguna vez seré.
Hoy soy la lejanía más lejana.
Lo lejos, lejos, lejos,
muy lejos de mi mismo
soy si acaso,
y créeme que no sé cómo explicarlo.
MEJOR
Mejor no escribo, ¿para qué?
Llorando...Mejor tiro la pluma.
¡Que se la lleve el agua!
Tanto dolor recóndito.
Tanta miseria acuestas.
Tanta desolación.
Mejor no escribo, ¿para qué?
Callar, callar, callar.
Decirlo todo sin decirlo.
SE NEGABA
Se negaba a despertar
la golondrina dormida
herida de realidad.
Dormida, la golondrina,
se negaba a despertar,
que quería seguir soñando;
que prefería soñar,
soñar y soñar la vida,
a vivirla en realidad.
MI PATRIA
“Yo no tengo más patria que tus labios” J.C.S.
Mi patria, desde siempre, son tus labios.
Tus labios, sí, tus labios;
tus labios que me llevan, beso a beso,
al edénico reino amoroso del Limbo.
Que el Limbo son tus labios
y, en la luz de tus labios,
mi carne estremecida y mi espíritu absorto
se instalan en la euritmia.
Que son Limbo y euritmia
tus jugosos y rojos y dulcísimos labios.
Patria mía, mi patria,
¡oh amor de mis amores!,
son tus labios.
Tus labios, sí, tus labios.
Tus labios que me llevan, beso a beso,
al edénico reino amoroso del Limbo.
UNA HISTORIA DE AMOR
La música y el silencio
un día se enamoraron
y aquel amor imposible
fue posible, y tan fantástico
como lo irreal real
y lo insoñable soñado.
Se enamoraron un día,
un día se enamoraron
la música y el silencio
y nadie supo explicárselo,
que no tiene explicación
el amor enamorado.
SE VAN
Que se van y se van
y jamás vuelven
los minutos, las horas;
y los días se van
y las noches se van
y los meses, los años.
Se van, se van;
que se van nuestras vidas.
Que no vuelven los segundos,
los siglos, que se van
para ya nunca, nunca retornar.
Que se van, que se van
y nunca vuelven;
que nos vamos,
que nos estamos yendo,
amor, mi amor,
que yendo nos estamos.
¡Oh cruel y más que cruel
e hiriente realidad!
JUAN CERVERA SANCHIS
EMILIO ZOLA. MEMORIA DEL REALISMO
Por Juan Cervera Sanchís
Ayer como hoy, Emilio Zola, sigue siendo considerado uno
de los más significativos novelistas franceses y una de las
figuras literarias más importantes del siglo XIX.
El padre de Zola fue un ingeniero de origen italiano. El joven
Zola crece leyendo a Gustave Flaubert, quien es veinte y nueve
años mayor que él. El realismo de éste lo cautiva y, en especial,
“Madame Bovary”, que aparece cuando Zola es un joven
de diecisiete años de edad.
Como es sabido “Madame Bovary” ha sido considerada como
una versión a lo siglo XIX del Quijote.
El realismo está en su total apogeo durante la adolescencia
y maduración intelectual de Emilio Zola. Será él, finalmente,
quien lo lleve hasta sus últimas consecuencias como seguidor
de Balzac –no hay que olvidarlo- y de Flaubert.
“La Comedia Humana” de Honorato Balzac es sin lugar a dudas
determinante en la formación literaria de Zola, quien propugna
por una literatura, en sus propias palabras, “que se inspire
en principios científicos y que conceda suma importancia a
las determinaciones materiales de las pasiones humanas.”
Punto básico en su manera de abordar y tratar sus historias
es la herencia de las personas y el factor determinado por
el medio ambiente.
Es el nacimiento del naturalismo lo que vemos surgir con
las novelas de este autor fundamental. El naturalismo convierte
a la novela en un anexo de la historia natural y auxiliar de
la medicina.
El escritor no fantasea ni especula en torno a determinado
ambiente y personajes. Trata de observar los hechos y retratarlos
con minuciosa fidelidad. Por supuesto que hace su análisis
de los mismos comparativamente y busca ahondar con todo
rigor en la conducta humana.
Claro es que Emilio Zola no era un hombre de ciencia, sino
un escritor. Lo cierto es que aunque hubiese sido un científico
no habría podido ver y conocer “toda la realidad”, pues esta
no es plana y, de hecho, si somos conscientes de nuestras
limitaciones, nunca ha estado, ni está, a la simple vista del
ojo y el cerebro de los humanos.
Es por eso que el fervor cientificista de Zola visto desde
nuestro tiempo resulta un tanto ingenuo. Aunque es innegable
que, pese a sus clisés realistas y vicios literarios de su época,
su gran talento de narrador los supera y logra dar vida a
sus relatos contra el espesor descriptivo que, por momentos,
da la impresión de asfixiarlo.
Se puede decir que los salva la intensidad dramática y la
energía humana que despliegan los personajes en mitad de
un ambiente dibujado con escrupulosa exactitud.
Zola a los veintiocho años de edad experimenta como
novelista y decide emular a Balzac escribiendo una segunda
comedia humana. Ello lo lleva a dar forma a veinte novelas.
Ciclo impresionante donde el escritor estudia al detalle, y
según sus recursos y los conocimientos médicos de su época,
las taras hereditarias de cinco generaciones sucesivas de una
familia en los más diversos y contrastantes ambientes.
Surge así “Los Rougon-Macquart”, historia natural y social
de una familia bajo el Segundo Imperio. Mil personas y
algunas más se mueven en ese desbordante espejo de la
humana comedia de Zola.
El escritor nos lleva de la vida provinciana al ambiente
del mercado central de Paris. Nos revela los fondos del
alcoholismo tabernario en los medios obreros de su tiempo.
Nos despeja las incógnitas de la vida cortesana con la
Historia de “Nana”. Guía nuestros pasos y nuestros ojos a
través de las páginas de “Germinal” por los subterráneos
mineros y las luchas que los animan.
Nos retrata en “La obra” el drama de un pintor dominado
por su arte. Por cierto que esta novela lo enemistaría con
Cézame, ya que el gran pintor, que era su amigo, se sintió
retratado en ella, lo que no le hizo ninguna gracia.
Por otro lado logra un daguerrotipo intenso con “La tierra”
al revelarnos la sufrida vida de los campesinos franceses
de su tiempo.
La humanidad sufriente y latiente hasta sus extremos transita
por las páginas, en trágico movimiento, de sus conmovedoras
novelas.
No olvidamos la titulada “La bestia humana”, donde expone
hasta sus últimas consecuencias lo que pueden hacer los celos
en un alma humana, ni tampoco “El desastre”, donde recoge
y exhibe los sangrientos días que vivió la Francia durante
los acontecimientos revolucionarios de la Comuna de 1871.
En la obra de Emilio Zola, a partir de “Germinal” palpitará
un hálito socialista. Por cierto que a Zola le costaría muy
caro su defensa, con su artículo “Yo acuso”, de Alfredo
Dreyfus, aquel militar francés de origen judío acusado
de espionaje en 1894.
Mientras tantos callaron ante aquel acto indignante, Zola
alzó su voz y reclamó con su pluma justicia para aquel
patriota, inocente y libre de toda culpa, como se confirmaría
doce años después –1906- en que fuera rehabilitado.
Zola, debido a la publicación de aquel artículo, tuvo que
exiliarse en Inglaterra.
Al volver a Francia de su exilio moriría en circunstancias
aún todavía no puestas en claro.
Al morir contaba con sesenta y dos años de edad.
Había nacido en Paris en 1840.
...Y YO...
...Y yo quisiera ver
lo que no ven mis ojos
en cuanto ven sin ver.
Que quisiera ver yo
lo que no ven mis ojos
en el agua y la flor.
Que ver, ¡ay!, yo quisiera
lo que no ven mis ojos
en la nube y la piedra.
Que yo quisiera, yo,
ser tú y poder ver
con tus ojos el sol.
Que yo, mi amor, quisiera,
mirándome en tus ojos,
vivir a vida plena.
Que yo quisiera, amor,
mirándome en tus ojos,
ver por fin un día a Dios.
ELLOS
Ellos,
los no nacidos todavía,
leerán
y harán suya mi poesía.
¡Qué imprevistos y extraños
son siempre los caminos
del arte y de la vida!
JUAN CERVERA SANCHIS.