OLORES
Cuando abro mi ventana para
contemplarte, siento que tu olor
purifica mi cuerpo
que tu brisa me acaricia la cara
que tu color se dibuja en mis ojos
que tu belleza resplandece mi rostro
siento, que me devuelves la vida
cuando tu olor a sal penetra por
mis venas como savia fina.
CARMEN PÉREZ MARTELL
OLORES
Hablando de olores pienso en España y en el aroma de algunas regiones.
Andalucía huele a claveles, a incienso y cera en las procesiones de su Semana Santa y a Jerez.
En Valencia huelo al azahar de sus naranjos y a fuego en pólvora en las fallas de San José.
Madrid huele a pinares en la sierra y el olor de la capital es a carburante. También huele por la mañana a churros y al mediodía a hierbabuena.
Las ciudades del norte, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Galicia, huelen a mar bravío y a marisco.
Extremadura huele a dehesa y jamón.
Castilla a mies recién segada de cebada y trigo. No en vano hay una región llamada Tierra del Pan.
PILAR SÁNCHEZ BARCIAS
OLORES
Sevilla huele a azahar
cuando llega la primavera
y en Cádiz hueles a mar
siempre que por ella paseas.
El perfume del azahar
es perfume embriagador
pero el olor a mar
es un olor cautivador.
Quiero embriagarme de azahar
y que me cautive el mar
porque quiero oler profundamente
y entre esas fragancias perderme.
Huele a misterio Granada
cuando uno se pierde en la Alhambra
y Córdoba agua rezuma
en la Mezquita bajo la luna.
Quiero descubrir el secreto
de mi Granada sultana
y mojarme a la luz de la luna
en mi Córdoba musulmana.
JOSÉ LUIS RUBIO
OLORES
Los olores
con los ojos cerrados
invaden los sentidos
inundan los nervios olfativos
llenan la mente
de luces y colores.
El olor desde la puerta
de una panadería
no necesita los ojos
para saber lo que hay dentro.
Tenemos cinco sentidos
y la capacidad de utilizarlos.
ANNE SAMPSON
LOS OLORES
Los olores cuando se tiene cierta edad y se ha estado en muchos sitios, seguro que se ha olido mucho, unas veces buenos otras veces malos.
Yo me quedaría con los buenos. Recuerdo cuando era un niño de ocho a nueve años. Posguerra, raciones y poquísimo dinero, así que cuando mi madre guisaba algo bueno que todo lo era se me avivaba el sentido del olfato y olía a gloria.
La plaza Santa Catalina en ella se hizo un jardín allí había toda clase de flores y olía la mar de bien.
Recomiendo los olores que desprenden las piedras cuando la marea está en bajamar.
Los olores del mar abierto y los olores que se desprenden cuando los depredadores hacen matanza o pasa un cadumen de pescado da un olor que los pescadores de esta zona le llamamos (gomaura) seguro que no está en el diccionario. También en el mar se huele mal, todo pescado podrido lo hace.
ANTONIO BASALLOTE
OLORES
En mi memoria guardo olores escondidos
que escapan a hurtadillas,
y me evocan vivencias del pasado.
En mi memoria adormece
el olor a infancia,
a algodón de azúcar,
piñonate y turrón,
a pinturas y gomas de borrar,
a talco, colonias y ollas a presión.
En mi memoria atesoro
el olor a tierra mojada,
a salitre y a mar.
también retengo olores
que me previenen de peligros,
olor a gas, a humo
olor a muerte y podredumbre.
A veces mi memoria
busca olores embriagadores
que me transporten a ínsulas desconocidas,
dónde poder perderme del olor a uno mismo.
VIRTUDES ROLDÁN
LOS OLORES
Mi pituitaria ha sido siempre muy sensible tanto a los olores como a los hedores. Cuando era pequeña mi madre en cuanto me veía torcer el gesto, decía ¡ya está oliendo mal! Era verdad, sin embargo cuando el olor era agradable se reflejaba una alegre sonrisa en mi rostro.
Hay tres ciudades separadas en el tiempo y la distancia que al recordarlas por mor de sus olores me traen a la memoria los tiempos pasados en ellas.
Vivíamos en Madrid cerca de la fábrica de jabones Gal. Cuando pasábamos cerca, unas veces era la sonrisa, estaban añadiendo el perfume característico del jabón Eno de Pravia, pero cuando el proceso estaba en el momento de utilizar las grasas que solían ser de sebo de cordero, no había sonrisa, sino un apresurar el paso y torcer el gesto, llevándose todos los transeúntes la mano a la nariz. Cuando le pregunté a mi madre el porqué de todo aquello me hizo saber que no era posible que existiera el jabón que tanto nos gustaba sin antes pasar por el desagradable trance de la maloliencia. ¡Parecía algo tan misterioso! De momento todo se me escapaba. Todo se aclaró cuando un día mi madre se puso a hacer jabón casero con el sebo de un corderito lechal que nos supo tan rico por Navidad.
Pero donde más he experimentado la fuerza de toda clase de olores y hedores fue en mi primer viaje a la India. Al llegar a Dehli toda clase de ellos se desbordan por doquier. Al principio no me era fácil reconocerlos, pero poco a poco fluían, las especies, pimienta, canela, todas las mezclas de curry, las esencias de loto, jazmín, patchuli, sándalo y tantos, que nunca hubiera imaginado pudieran existir y para poner el contrapunto el olor de excremento de las vacas sagradas o no que pasean libremente por las calles. Olor India.
Pero no creáis, cada país y cada ciudad tienen su aroma, pronto en Andalucía resaltaran los olores a flores, azahar, cera y pescaíto frito, que gracias a Dios se elevarán por encima del humo y la contaminación. Llegará la Semana Santa a Sevilla.
CONCHA GOROSTIZA
No hay comentarios:
Publicar un comentario