EXALTACIÓN DE LA SAETA 2011 (17-4-2011)
Buenas tardes señor Concejal, representantes de las Hermandades y Cofradías, directivos del Centro Municipal de Mayores, pensionistas y jubilados, saeteros, amantes de la saeta. Un nuevo año nos reunimos para exaltar a la saeta y a los saeteros. Por eso para empezar, quiero rendir una homenaje, con un sencillo poema, pues poeta soy, a dos enamorados de la saeta y el cante que en el tiempo se nos han perdido.
SAETA DESDE EL CIELO
La saeta está llorando.
¡Qué triste está la saeta!
Dos lágrimas caen
de sus ojos hasta la tierra.
Dos perlas nacaradas
que se le escapan del alma.
La saeta está llorando.
¡Qué pena aflige su alma!
Siente su pecho la ausencia
de dos amigos entrañables
que hoy no están presentes
para cantarle su cante.
La saeta está llorando.
¡Qué infeliz ella se siente!
Antonio y José no están aquí,
Ahora le están cantando,
mirándole a los ojos,
a Jesús el Nazareno
y a su madre María
en el teatro del cielo.
La saeta está llorando.
¡Qué sola está la saeta!
Dos amigos se han marchado
en una barca marinera
con un cante entre los labios
para acompañar a María,
en su trance más feliz,
en la Santa Cena del Paraíso.
La saeta está llorando.
¡Qué agrio su padecer!
Pero no te aflijas saeta
que desde el cielo como lluvia
menuda hasta ti llegará
una impresionante saeta
escrita por Antonio Cifuentes
y cantada por José Periáñez.
¡Silencio! ¡Silencio, señores!
¡Qué la saeta suena!
En estos años muchas cosas se han dicho ya sobre los orígenes y la historia de la saeta pero como lo hacemos de año en año bueno es siempre recordar algunos datos.
Juan José Gil dice que la saeta se puede entender desde dos puntos de vista, el religioso y el artístico. Pero intentemos situarnos para entender estos dos hechos fundamentales que tienen mucho de común y mucho de diferencia.
Sin duda alguna la saeta pertenece a una rama de cantes que expresan un sentir del pueblo en un momento concreto del año y, ante una circunstancia puntual de un hecho singular de los cristianos católicos que se rememora año tras año, la Semana Santa. Pero también hay que decir que se da en la calle, ante los Pasos que las diferentes Cofradías sacan a la calle en procesión.
Subido en una burrita
entró en Jerusalén
y con palmas y laureles
salieron a recibir
al rey de todos los reyes.
El hombre por naturaleza, ha cantado a diferentes situaciones de la vida, a su trabajo, al amor, a la muerte, al campo, a la mina, a la fragua, a la cárcel. Y también en lo religioso tiene su participación y su expresión a través de Romances Litúrgicos que llegan al pueblo en los Pregones Litúrgicos.
En estos pregones se narra los momentos más significativos de la vida de Jesucristo, desde el nacimiento, pasando por sus hechos, milagros y enseñanzas, hasta llegar a la Pasión, Muerte y Resurrección.
De aquella cena que diste
doce fueron los que estaban
uno sólo te vendió
solo por treinta monedas
que de nada le sirvió.
Situémonos en los siglos anteriores al XVI, cuando el Latín era en la iglesia su lenguaje universal. Yo me pregunto, el pueblo llano ¿qué podía entender si muchos de ellos no sabían ni leer ni escribir? Hasta hace pocos años, una parte de la Misa se oficiaba en Latín y la verdad yo no lo entendía y seguramente una parte de mi familia tampoco, pero seguíamos el canto como algo natural.
Llegó al huerto, hizo oración
por todos los que vivían
de tanta contemplación
gotas de sangre corrían
para nuestra redención.
Hacia el siglo XVI y XVII esta situación empieza a cambiar y es cuando La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, es llevada por los Hermanos Reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco. Estos monjes salían de su retiro el Domingo de Cuerda por la tarde todos los meses del año y bajaban al pueblo a andar el Viacrucis. Iban ataviados con una soga y coronas de espinas a perdonar los pecados a todo aquel que quisiera. Y entre estación y estación del Vía Crucis cantaban Saetas. Así aparece recogido en un libro editado en Sevilla en el año 1961 de Fray Antonio de Escaray.
Pilato lavó sus manos
cuando el pueblo le pidió
que fuera pena de muerte
y el tribunal le entregó
a aquel cordero inocente.
Este era el objetivo de estas saetas aún no flamencas y muy lejos todavía de serlo. Pero musicalmente ¿cómo situamos las saeta? Esto es imposible saberlo a ciencia cierta, ya que no existen datos sonoros pero se quiere aceptar como génesis musical tres vertientes principales. A una cierta raíz árabe. B de los cantos sinagogales judíos. C la descendencia directa de los cantos cristianos.
Nuestro país ha recibido influencias a través de las diferentes culturas que en ella se han asentado durante algún tiempo, unas más y otras menos. Este peregrinar de culturas nos ha enriquecido en muchos aspectos de nuestra vida, e inclusive en la música también en el flamenco y como no en la Saeta.
Siendo él objeto de burla
con suplicio y sufrimiento
cae por tercera vez
y en aquel rostro divino
hasta la muerte se ve.
Pero no olvidemos nunca, que la propia cultura española, y más concretamente andaluza es la principal fuente de inspiración en la configuración de la saeta tal y como la conocemos hoy.
La parte propiamente literaria de la saeta tiene en su formación diferentes elementos que nos puede servir de guía. Las que proceden de las actividades apostólicas de los Padres Franciscanos, las que tiene descendencia de los Pregones y los Romances de Pasión, las originadas por inspiración poética popular o culta y, aquellas que escribiera Fray Diego de Cádiz conocidas como Miserere.
Antes los ojos del pueblo
dejan desnudo al cordero
le quitan sus vestiduras
y se echaron en suerte
hasta su manto de púrpura.
1800 a 1840, la saeta pasa a ser un canto popular del pueblo y no un acto religioso de los monjes de la época. Este modelo de saeta, aún no flamenca, viene a ser pausada, monótona, sencilla, liviana y pobre en ejecución, configurándose en algunas comarcas como saetas autóctonas muy propias del lugar, entre otras están la saeta cordobesa o la saeta vieja, la saeta cuartelera de Puente Genil, la saeta samaritana de Castro del río, la saeta vieja de Arcos de la Frontera.
Era la hora tercera
cuando lo crucificaron
y le dieron de beber
hiel y vinagre mezclado
cuando se sintió con sed.
Con la saeta ocurre lo mismo que con cualquier otro cante flamenco. Es decir, el hombre no pasa desapercibido ante este hecho significativo y religioso, por lo que tomando como base este cante popular, lo modifica y lo engrandece, sin perder su base y lo configura en un cante de tal magnitud que lo incorpora al acerbo flamenco. Aunque también, como en otros estilos, a veces llega a perder el origen de lo que la saeta es.
En esa hora fatal
no tuvieron suficiente
una lanza le clavaron
hasta ver su cuerpo inerte
en el madero postrado.
José Mª Sbarbi escribe hacia 1880 un artículo dirigido a Don Antonio Machado y Álvarez Demófilo sobre la saeta. En él habla de un cante popular que ha pasado a ser cante de unos pocos privilegiados y llenos de facultades en la voz, un cante lleno de melismas y muy recargado.
También cuenta que las letras se han convertido en una chabacanería. Demófilo le contesta en otro artículo poco después que desconoce datos sobre este cante, que solamente lo que conoce de ella es el haberlas escuchado en Sevilla, Cádiz y Jerez.
Cuando expiró el Nazareno
se doblaron las potencias
las estrellas se apagaron
los templos se estremecieron
cuando lo crucificaron.
Estos datos nos llevan a varias conclusiones. Podemos situar la saeta flamenca hacia el año 1880 aproximadamente. Coincide este hecho con las primeras referencias que se tiene de los que hoy consideramos como los primeros cantaores considerados como flamencos y con una etapa de desarrollo de este arte. Y se localizan tres comarcas que a su vez también se consideran como la cuna fundamental del cante Cádiz, Jerez y Sevilla.
En la saeta flamenca como tal, se fija en su creación a Manuel Centeno en Sevilla, aunque ésta se cree que llega de Jerez, acompañada de muy pocos matices que la identifiquen como flamenca. Esta saeta, ya flamenca, se canta por siguiriya. Antes de continuar, señalemos también que hay quien cree que es una creación de Enrique el Mellizo cantaor gaditano.
José de Arimatea
hace de pueblo andaluz
que todas las primaveras
para bajar de la cruz
anda buscando escaleras.
.Yo soy más partidario de creer que la divulgación primera de la Saeta Flamenca de Centeno viene dada por las primeras grabaciones sonoras, más que pensar en él como el creador de la misma. Entre los cantaores contemporáneos de Centeno nos encontramos a Chacón, El Torres, El Mellizo.
La Saeta llega la mundo flamenco a través de la Siguiriya y de las Tonás, así como de todos los estilos que se derivan de estos cantes. Hoy también se cantan saetas por Malagueñas.
Cristo que muerto va
el de la faz amorosa
tronchado como una rosa
en esa urna de cristal
donde tu cuerpo reposa
y hoy sepultura te dan.
Durante los años que componen la denominada Ópera Flamenca la Saeta también adquiere los matices que en ella se desarrollan, perdiendo hondura y cogiendo un carácter más caracterizado por el gongorismo, alargamiento masivo de los tercios, es decir, lo mismo que en otros cantes de la época.
Solo me queda por señalar a mi entender, el origen en sí de la palabra Saeta, en la que solo se baraja la que deriva del latín Sagita, sin tener más referencias que lo que esta significa en sí.
La noche del Viernes Santo
en la triste soledad
María sigue a su hijo
que va de cuerpo presente
para poderlo enterrar.
El cante por Saeta se puede entender desde dos perspectivas: La puramente flamenca y la puramente religiosa.
Pero no olvidemos que la una sin la otra no sería nada, las dos forman un engranaje en la que un hecho significativo está presente, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Y es la saeta a modo de cante flamenco las que nos cuenta todo esto, con pocos versos pero muy directo. Como dijo el poeta Federico García Lorca “… son como flechas que atraviesan el corazón…”.
.
Vacía la tumba está
solo queda la mortaja
porque el Nazareno
a la vida volvió
un domingo por la mañana.
Las saetas que he recitado son de Salvador Periáñez, Diego el Pirulo y José Puchirichi.
Canten en paz Antonio y José.
JOSÉ LUIS RUBIO
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