2976
La belleza, la gracia, nos rodean,
mas si no nos impregnan, no las vemos.
Hay que agrietar los muros de la mente,
que por nuestra apatía las bloquean.
Sensibles a los otros, hallaremos
cuanta luz y color tiene el ambiente.
2977
Eres mi catedral, y tus vidrieras
brillan al sol en múltiples colores,
hasta que el barco de la noche arriba.
Y en toda tu belleza reverberas
a la luz interior, que en sus fulgores
toda tu auténtica belleza estriba.
2978
La multitud me agobia, me limita,
me roba la quietud del pensamiento
que sólo en el silencio se ejercita;
batahola rodando en el cemento,
que con prisa y simpleza se da cita
para apresar la pompa del momento.
Prefiero mi silencio. Me libera
de la perenne confusión de fuera.
2979
Soy de mi propia soledad amigo,
porque yo la elegí, y en ella creo.
Nunca será adversaria ni castigo,
sino hospitalidad y galanteo.
¿Qué mejor compañía que conmigo?
¿Qué roce más gentil que su aleteo?
Es la otra soledad, la que es impuesta,
que nos deja la vida descompuesta.
2980
Amor de juventud, tímida llama
de elegancia sensual, parpadeante.
y en el fondo ligera.
Vamos envejeciendo, y nos reclama
víctimas de su fuego desbordante,
y de ambos, cuerpo y alma, se apodera.
¿Se invertirán tal vez las estaciones,
tornándose el invierno en primavera
como ésta fue perdiendo sus arpones?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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