En la quieta calma,
donde solo se oye el rumor del bosque
lleno de vida que late,
elementales y animales se afanan en la vida,
goce y disfrute sin prisa, sin ansias.
Abiertos sus sentidos a percibir
aromas que el viento en sus alas arrastra,
en gráciles bocanadas reparte esencias
que todos comparten.
Marcan besos los ramajes,
y los dejan flotando en el aire,
caen a la tierra y su semilla se esparce...
Y sin tenerse motiva el sentimiento,
sin rozarse se sienten,
es tal la complicidad de vida
que la emoción es en sus días constante.
Viven la realidad de sueños nuestros,
duermen y amanecen en la algarabía,
los primeros reflejos de sol
son su despertar cada día.
No existe la culpa, ni el odio,
solo a veces, el miedo...
cada vez que invadimos su espacio
y destrozamos su entorno, su vida
...y su medio...
LOLA WIZNER
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