Voy a morir feliz si es que me toca
cuando estén los candiles apagados
y los buques se queden despojados
por los filos culpables de una roca.
La Parca tiene espumas en la boca,
los muertos que se quedan calcinados
por antorchas y bosques alumbrados
donde una bruja desazón provoca.
Para acabar lo pronto de la vida
tiene dientes y el alma del chasquido,
una prenda gloriosa y encendida.
Al morir tiene angustia y un ladrido,
un alacrán de sangre maldecida,
un perro que se duerme perseguido.
Odalys Leyva Rosabal -Cuba-
Publicado en la revista Oriflama 22
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