Un pájaro que no vuela
cree que el árbol es el mundo.
La sangre que no irrumpe
sostiene que el miedo es una equivalencia.
La propia cárcel cree
que su resguardo es el resumen de la cárcel.
El pájaro medra en la sangre
en la ausencia de las resonancias
en el fondo falso de los apareamientos
en el esplendente vagido del otoño
en el innegable augurio de un acto
que no siempre es una frase
ni un grito conjugado
en todo caso
el diálogo lento entre el miedo
la sangre el pájaro y el mundo
únicamente deslumbrado por el misterio
de tus ojos.
Conrado Yasenza
Publicado en la revista Molino Rojo y Fernet
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