Pocas cosas hay tan nobles
como trabajar en la casa
de un amigo que construye su casa.
Con “Zinzetto” tomamos cervezas
sudando fuerte
bajo el sol de Caprarola
reímos y contamos historias
y al final del día
el trabajo ha sido hecho
y lo hemos pasado tan bien
que muchos domingos me sorprenden
aguardando la llegada del lunes.
Sentados en el tejado
descansando y fumando un cigarrillo
vislumbramos un palacio de mármol
que se hizo en la montaña el Papa Farnese
Pero de pronto
“Zinzetto” se ha puesto serio:
“Morgan, hay algo que debo decirte:
supongamos que, Dios no lo permita,
tuvieras un accidente…
yo haría un buco en la tierra
y te enterraría aquí
arriba te plantaría
una planta de limones
para disimularte, je je
nadie encontraría al “aryentino”…
poeta ispiradíssimo
¡Tragado literalmente por la tierra… eheheh!
Porque si se te ocurre morirte
en mi casa, Morgan del cazzo…
un extranjero ilegal….
¡A mí se me combina
un “casino” infernale !
Pensé--------------------
en las raíces del árbol
cosiéndose en mis costillas
en una fioritura blanca
silbada por la madre naturaleza
y ciempiés y gusanitos limpios
de tierra negra
jugando escondidas
por entre mi ausencia de nariz
y ojos,
proyectándome
verde invencible
hacia mis ramas abigarradas
de limones fragantes y rotundos,
balanceándome plácido
en el viento de un verano italiano
mientras me salpican
6 mariposas amarillas
rutilantes de ácida felicidad.
-Bueno, no está tan mal.
-Grazie tante Morgan,
¡sabía que lo entenderías!
-“Zinzo” querido,
ya va siendo hora
de que sea yo
quien te dé las gracias,
por todo, gracias.
LEO MORGAN
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 33
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