Los disfraces del erizo enmudecen el silencio
de nuestros cuerpos.
Regresar de Ítaca después de marejadas insomnes
y encontrarte, recostada, taciturna, brava.
Desfallezco, mi amor, desfallezco
con rumores de leyendas en mis labios,
con vapores mitológicos sobre mi espalda,
con el frío de lo que no fue.
Entregado a la pasión de las primeras veces,
acurruco tu legado de besos sobre la alborada
mantengo tu sed de nada
y las pasiones de los arrabales
en la nostalgia.
Sergio García Soriano
Publicado en la revista Oriflama 16
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