Con aroma a estampida me miro
los ojos que no miran, me pierdo
en la mullida presencia que vaga
por la cuerda dúctil del patíbulo.
Ajeno a toda deuda
invierto en bonos de otras horas,
hipoteco los recuerdos
que me seducen y ejecutan,
cuando se abren los chiqueros del alba,
cuando soy llamado sin voz,
cuando me peinan con pesadillas;
pero retorno una vez tras otra
a recibir la dosis de bayonetas
sobre mi piel manchada de crepúsculos.
Nací de la jungla, cansado,
cubierto del elixir de una mentira.
Aparqué mi noche en otras noches
y soporté los latidos del tiempo.
No me vieron herir las manos
ni amasar lágrimas de hiel y sangre,
y aún así me ajustician con el dedo
de los ojos corruptos desde la barrera;
pero sólo las paredes de mi desolación
saben de las horas no recuperadas
en la ventana de mis anhelos.
GUILLÉN LOSADA-Montilla-
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