Infiltración
Aspiro a ruiseñor de lira y verso,
anclado en el umbral de la palmera;
en tu fragilidad de cristalera
vibre mi canto, místico o perverso,
que te alce o te seduzca. Si converso,
sea mi voz afable mensajera,
o vigoroso impulso de pantera;
núcleo tu intimidad de mi universo.
Seas copa de barro o cáliz de oro,
te sorbo en alborozo y te incorporo
a la corriente en fuego de mis venas.
Te filtras en los surcos de mi vida,
lluvia fecundadora y encendida,
y dulce, vorazmente me envenenas.
Esta noche eres mía
Risa tienes de alondras, y mirada de estrellas;
ruedan por cada esquina tus andares de viento;
te he visto en el dormido cristal de la laguna,
y en la piel me bosquejan tus dedos arabescos.
Tantas preguntas tengo…, mas ninguna he de hacerte;
sólo tengo dos manos, de espíritu bohemio,
que escribirán poemas en tu carne desnuda,
reventando en tu entraña la fiera del deseo.
Redoblarán campanas de torres invisibles,
y en temblores de tierra, y en tormenta de truenos,
has de cruzar por nubes, remontarás torrentes,
y en tus ojos cerrados danzarán adulterios.
Ah, las lúbricas sombras, censos de tantas noches,
los placeres prohibidos que recubre el silencio;
no voy a destaparlos, duerman en sus cavernas;
esta noche no sabe de furtivos recuerdos.
Esta noche eres mía; se me han desvanecido
hogueras y bengalas, como espiral de incienso;
sólo tu ardiente llama se mantiene encendida,
y a ella me acojo, inerme, sobre tu propio lecho.
Mas has de abrir los ojos, no quiero que rehuyas
la luz que en este instante te aviva en mi cerebro.
Quiero ser penetrado por la sed de tus ojos
como a golpes de falo yo mismo te penetro.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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