Diecinueve
Me muero todo
me muero en serio
me muero para siempre
se muere todo de mí
se muere de mí lo que soy
y lo que hubiera podido ser
(pensé en mi juventud)
Por eso me tragué sólo diecinueve
pastillas y no las veinte del frasco
completo de Halopidol
Porque pensé.
Manos no tiene
Manos no tiene sino
grandes revólveres
Son para él
sus manos
No tiene manos que tienen
revólveres:
tiene revólveres
Ramplonamente iluminado el galpón
Sentado sobre un barril
habla por teléfono:
—Chí. Acribillado lo dejé. Muchos pum.
Después me dolían, me quedaron ardiendo.
Se me gastó
el frasquito de la crema.
Del libro Desecho e izquierdo de ROLANDO REVAGLIATTI -Argentina-
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