Te escuché cantar
aquella tarde de primavera
y me atreví descaradamente
a pedirte que me regalaras
una canción que me llevara
a soñar en un mundo diferente.
No tengas prisa, piensa despacio,
busca las notas, escribe la letra,
compón esa canción desesperada
y cuando nos encontremos,
mirándonos a los ojos,
te pediré que me la regales.
Compláceme. Regálame
la canción que así me sentiré
muy feliz, muy feliz,
soñando que el mundo
al fin ha cerrado puertas
y ventanas a la violencia.
Tal vez me dirás
que no me quede la canción
que la regale a otros
para que el sueño
sea el sueño de todos
para que se sientan en paz.
JOSÉ LUIS RUBIO
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