Te doy las gracias,
señora,
por enseñarme
a esperar sin esperanza.
Y te doy las gracias,
señora,
por hacer que escribiera
los versos más solitarios
de nuestras vidas.
Te doy las gracias,
señora,
por hacer que viera
la película de nuestra historia
solo en blanco y negro.
Y te doy las gracias,
señora,
por guiarme solo de mi mano
y no de la tuya
por los infiernos de mis deseos.
Al final te doy las gracias,
señora,
porque he aprendido,
escondido de todos
y solo de mis amores
que se puede vivir con esperanza,
que se puede dormir
sin la soledad no querida
y que se puede soñar
en un cuento lleno de colores
que pintar
cuando dejes de ser mi señora
y dejes que yo sea
el señor de mi existencia.
Cesar Pablo Vallejo
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