Mi ósculo al céfiro que trae tu aroma
bella y gran mujer, con olor a flor,
y es que tu grandeza de ti se desploma,
y emana el manjar con luz de tu amor,
por ser la purista ninfa en mi terruño,
elevo mi canto en verso al celaje,
ese que me cubre a mi sol, y puño,
por llevar tu brillo como gran plumaje.
Dejas quito al viento con tu sutileza,
y tu suculenta mirada de diosa;
absortas mi alma, tú, ser prodigiosa,
eres el cantar de toda grandeza
que vierte la paz y felicidad,
por ser la mujer de divinidad,
por eso te adoro,
te sueño y respeto, por ser de mi alma
la bella castalia y el magno tesoro.
Jose Manuel Quintero Rojas
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