jueves, 31 de enero de 2019
MI BREVE VIAJE
En este minúsculo paréntesis eterno,
miro al cielo.
Dibujo con mis letras en mi lienzo,
en la sala eterna, la obra del Maestro.
Doy un clic a mi ordenador,
el me conduce por esta ventanita
de mi navegador,
al ciberespacio eternal por donde vamos,
siguiendo al Capitán del barco eterno.
Y, así vamos dejando una estela infinita
de palabras que reflejan
nuestros sueños e ilusiones,
que acá se quedarán cuando caiga el telón,
la función termine, así no más, nos marcharemos.
En esta brevedad, también contemplo:
El desfile en silencio de aquellos
que un día sin pensar llegaron.
Pero al abrir sus ojos descubrieron
un mundo muy diverso;
un reino vegetal con sus secretos,
un reino mineral con sus destellos,
pero, un reino animal,
confuso e incierto.
Y... allí estaba yo, inmerso entre ellos,
perdido en la jungla del silencio,
escuchando voces, observando rostros,
estrechando manos, engendrando hijos,
hoy, mirando nietos.
Contemplo a mi esposa,
guerrera virtuosa,
esa compañera que un día en el camino,
quiso acompañarme en esta aventura
de ser uno solo, cual dijo el Eterno.
Y el reloj me dice: " se te acaba el tiempo"
y dentro de mí, surge la pregunta: y...
¿Tú, sembraste un árbol?...
¿Escribiste un libro?...
¿Engendraste hijos?...
¿Estás satisfecho?...
Puedo confesarles, con placer inmenso:
Que sin darme cuenta cual Pablo escribiera,
¡Mísero de mí!, pudiendo hacer más,
solamente hice... lo que me pidieron.
Hoy... solos con mi esposa,
allí, en nuestro lecho,
después de andar tanto, redimiendo el tiempo,
me siento dichoso, más no satisfecho;
tendré que decirle así a mi Maestro:
Solo hice lo justo y pudiendo hacerlo,
no hice un poco más,
pues mi breve vida, se esfumó cantando,
como pasa el viento,
aquí en mi mochila llevo mi inventario,
quedan uno hijos, también, unos nietos.
Algunos amigos, más... muchos recuerdos.
Lo dirá la historia, lo dirán, mis versos.
Con mi rostro en alto, me hincaré callado,
Ante el Padre Eterno.
Muy agradecido, por darme permiso
de haber transitado el basto universo,
por salvarme y luego...
Me verá a los ojos, sonreirá en silencio,
como un Padre bueno que abraza a su hijo,
que estuvo perdido, pero en Jesucristo,
¡está de regreso!
José Rueda Ardila -Colombia-
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