En estas calles húmedas,
y de ventanas cerradas
en el fondo de la noche,
crecen flores volcánicas.
Ellas, se hacen dueñas de los deseos
de todos los que caminan,
buscando, tan oculto fuego,
llamaradas de carmín y perfumes,
que reviven manos ajenas
a sus vidas y a sus sueños,
abonándolas con esos fluidos
de sus cuerpos temblorosos.
Y en el jardín nocturno, ellos
derraman sus quimeras,
sobre los pétalos
de las orquídeas más extrañas.
María Jesús Zaldívar Navarro
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