Livianas y etéreas burbujas.
Nos dejamos llevar
por el aire
y a través
de nuestra transparencia
podían vernos las entrañas
mientras esperaban expectantes
y con la boca llena de moscas
a que reventásemos
sin dejar más rastro
que una esquela
donde ponga:
“No existieron”
De vez en cuando
volvemos a renacer
escapándonos de las cañerías,
formando hermosos espectáculos
a base de detergentes
y ese jabón que usas
para lavar tus bajos fondos.
Francisco Tomás Barriento Eusebio -Campofrío-
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