miércoles, 20 de diciembre de 2017

BREVE HISTORIA DE AMOR


Por los soportales de la noche la vio pasar. Siguió sus pasos lentos, perdidos, bajo la trémula luz de las farolas. Por un instante le pareció vislumbrar un atisbo de tristeza en sus ojos. Quedó intrigado y se abandonó a la ensoñación. Risas mojadas en alcohol cruzaron la avenida y un menesteroso gritó, delirante, que el mundo se acababa. La miró de nuevo a los ojos y ella, ajena, levantó su mirada al cielo infinito. Él le dijo:

—Te alcanzaré en el sueño, mujer. Deja tu cuerpo abierto que encuentre en él reposo. Lo recorreré explorando cada milímetro y me pararé a beber de sus placeres. Luego, borraré mis huellas para que nadie pueda seguir mis pasos.

Y ella, que no había reparado en él, lo miró con la intriga con la que se mira a los locos. Le gustó el brillo gastado de sus ojos y terminaron amándose como se aman los desconocidos que acaban buscándose en los otros.

Isidoro Irroca

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