Los carros de los dioses
no sacuden las nubes,
se deslizan en silencio
como rayos de luz.
Los pasos de los dioses son
casi imperceptibles
como el susurro de la hierba.
Cuidadoso, cuidadoso
sigues los senderos,
que tienen el aroma
de su proximidad viviente.
¡No grites nombres!
Ellos huyen, te abandonan
colmado de palabras
en un mundo vacío.
Del libro País oculto de
Karin Boye -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
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