Anoche no me rodeaste con tus brazos
y pensé
no es bueno que dos que se aman
se protejan del tacto.
Anoche no presagiaste con tu beso
mis buenas noches
y pensé
no es bueno que dos que se aman
rehúsen la caricia del labio
antes de morir un poco.
Anoche mientras dormías
se te escapó una sonrisa
y supe que no soñabas conmigo
y pensé
no es bueno que dos que se amaron
se olviden de que una vez se amaron.
Del libro Este singular nosotros de
Santiago Tobar -Alcorcón-
Publicado en Acantilados de papel
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