viernes, 3 de febrero de 2017

EN EL LAGO


Allí algo flotaba. Me acerqué para ver que era. No era una rama caída tras la tormenta. Me pareció que era un cuerpo. Miré pero no toqué. Telefoneé a la policía. Al moverlo resultó ser el cuerpo de una adolescente. Tenía una herida en la cabeza y un brazo roto. Debió despeñarse y golpearse contra las rocas. Perdido el conocimiento se ahogó. Así parecía en principio que había sucedido.
Sin embargo en el periódico del día siguiente leí: “Joven asesinada en el lago”.
Al parecer la autopsia reveló que las heridas eran anteriores a la caída. Al caer al lago ya estaba muerta. El golpe de la cabeza fue el causante de la muerte. Después la tiraron al lago pensando que se hundiría y no sería encontrada. Pero el asesino se equivocó. Ahora la policía estaba tras su pista.
Me llamaron. Me preguntaron si había visto algo extraño. Nada vi. Llegué al lago mucho después del asesinato. Sin embargo manifesté que alguien vería algo pues por allí pasaba mucha gente admirando las bellas cascadas. Alguien debió ser testigo de lo ocurrido. Lo difícil sería encontrar a esos testigos porque no se hallaron huellas claras.
Un mes después se cerró la investigación. Fue imposible descubrir al asesino. Las pistas no llevaron a ningún sitio.

JOSÉ LUIS RUBIO

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