sábado, 31 de diciembre de 2016
EN UN LUGAR DE LA MANCHA
Tras leer las más de mil páginas del libro en menos de sesenta segundos X—C 513 se quedó estático. Durante varios minutos su cerebro cibernético dio miles de vueltas a lo que había leído. Luego proyectó ante sí una imagen holográfica de sí mismo y se contempló. Si hubiera tenido rasgos humanos su expresión sería entre pensativa y valorativa. Observó la holografía desde todos los ángulos, muy detenidamente: su brillante cuerpo era muy estilizado, si fuera humano sería extremadamente delgado. Su cabeza, alargada, terminaba en algo que bien podía parecer una barba. Los relieves en torso y extremidades semejaban a las partes de una armadura. De haber podido, el robot habría abierto los ojos como platos para expresar su sorpresa:
—Soy Don Quijote —dijo en un susurro infrasónico.
Y decidió, en ese instante, que debía vivir todas las aventuras del infortunado hidalgo.
Para su desgracia, X—C 513 eligió convertir en su fiel escudero al primer humano bajito y rechoncho que encontró: el ingeniero jefe del proyecto del que él mismo formaba parte quien, al darse cuenta de su delirio, dio orden inmediata de que “el señor Don Quijote de lata” fuera desconectado y reparado sin demora.
Un mes más tarde, X—C 513 fue nuevamente conectado.
—Ya no volverás a hacer cosas raras —comentó el ingeniero dándole un golpecito en la cabeza.
X—C 513 lo miró con su inmutable rostro y luego volvió a la habitual postura estática de espera.
Si el ingeniero hubiera sido capaz de escuchar infrasonidos, habría escuchado al robot murmurar:
—En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...
Dolo Espinosa —seud.— (España)
Publicado en la revista digital Minatura 153
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