(Para Estela, mi hija Amada)
Se ha llenado de vacíos todo...
Tu sonrisa se quedó en el aire...
Se abrió la puerta de infinito asombro
y te abrazaste a Dios, volviendo al polvo...
La gota de agua se evaporó en la esencia.
Blanca la luz que te vistió de gloria.
En lento ascenso mutaste en inocencia,
y en un vuelo de Amor, te uniste al Todo.
¡Hija del corazón...!
¡Hija de mi alma...!
¡Me desborda el dolor...!
¡Tu ausencia es llanto...!
Te veo juguetear en mis retinas,
en la inocencia sin tiempos de la infancia,
cuando abrazada tu pequeña mano,
se apretaba a la mía, en cada paso.
Te veo en la feliz adolescencia,
tejiendo sueños e hilvanando espacios,
en esa confusión que todos fuimos,
de creer saber todo, sin ser sabios.
¡Hija del corazón...!
¡Hija del alma...!
¿Cómo decirte adiós...?
Secar mis lágrimas...
Desde esa mar celeste en que te encuentras
de espumas de algodón y olas en calma,
envíame las fuerzas que me faltan,
para aceptar, lo que no acepta mi alma.
¡Espérame...!
¡Qué iré...!
¡Te lo prometo...!
A la hora sin hora señalada,
y he de abrazar tu esencia con mi esencia,
en una eternidad de carcajadas.
¡Hija del corazón...!
Hija del alma...!
¡Voy de camino a ti...
Tan sólo...
Tan sólo...
¡Aguarda...!
Audroc -Argentina-
Publicado en Estrellas poéticas 57
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