sábado, 26 de noviembre de 2016

OTOÑO


"Sólo sé que ha acabado el verano
cuando el viento y los pájaros
se cambian de paisaje."
Vicente Martín

Ya están huyendo sabios los vencejos
a su invierno africano y generoso.
Trazan sus siluetas,
desde los mechinales que abandonan,
midiendo y dibujando
concretas lineales acrobacias
sobre el lienzo gastado de la tarde.
Un viento enardecido del suroeste
anuncia temporal. Octubre llega.
El verano se niega a despedirse
con torpes estertores
del sol encaramado sangrante
entre nubes de la tarde rendida.
El tapete del mar se está arrugando
y los veleros visten con trapío
virginal su recia arboladura
camino del refugio de la rada.
La arena, fugitiva entre las dunas,
acelera su danza
camino de la orilla y reprime
sus prisas cuando encuentra
las frescas humedades,
que en bajamar está dejando el agua.
Varias sombrillas gritan dando tumbos
sus colores brillantes
y una pelota grande y ampulosa
desliza su vestido arlequinado
sobre la mar con viento favorable.
Los vencejos, en sólida armonía,
se pierden a lo lejos.
Al fondo, en la arboleda,
hay hojas que deciden suicidarse
desde las altas ramas.
Pero el viento,
cual vegetal ángel de la guarda,
las recoge en sus manos
y las desmaya sumisas
sobre el poblado suelo…
Mi alma está otoñal.
Lleva también vencejos
negros y nubarrones
sobre la piel herida por tu ausencia.
Es una hoja
dorada y distinta a las demás
que se eleva en brazos de la brisa,
buscando con anhelo restallante
la mar como destino,
sabiendo que serán sus aguas últimas.
Aferrada a un carcomido tronco
soporta la embestida de las olas
confiando su cuerpo
a la noche apenas formulada.
Ha llegado mi otoño
…y estoy triste.

Luis Carlos Mendías Márquez (Sevilla)
Premio local en el X Certamen Rumayquiya
Publicado en la revista Aldaba 31

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