viernes, 29 de julio de 2016
LA ILUSIÓN / LA DERROTA
LA ILUSIÓN
Todos los viernes recibía un hermoso ramo de rosas amarillas.
-¿Quién te manda flores? -preguntaban mis amigas.
Ante esas preguntas reía enigmática para mostrar mi alegría y disimular mi reserva.
Ya no era secreto para nadie. Sólo para mí.
Ese día mi sangre apremiaba mis venas. La duda y el temor de que no llegaran producían en mí sensaciones diferentes que no podía manejar.
Todo se calmaba cuando el timbre sonaba y al abrir, el ramo pasaba a mis manos.
Mas luego de un tiempo dejaron de llegar. Me invadió la tristeza. Me había hecho adicta a ellas y ahora las extrañaba.
Habían sido el símbolo del afecto que necesitaba mi corazón triste y vacío de cariño.
¿Quién me las enviaba? ¿por qué dejó de hacerlo?
Sólo pienso que era alguien que me amaba pero tuvo que partir.
Quizá regrese. Y cuando lo haga, el timbre sonará y recibiré de sus propias manos las hermosas flores que tan sólo él sabrá elegir y regalarme.
LA DERROTA
No quería llegar a su casa. Es por eso que entró en una cafetería para hacer tiempo pues no deseaba ver a su esposa.
El humo, junto con el aroma del café recién servido lo motivaron a hilvanar secuencias de una vida pasada teñida de felicidad.
Los giros de la cuchara hipnotizaron su mente llevándolo a pensar en su gran enemigo: "la rutina", que con despiadada indiferencia logró sintiera el gran vacío que ocupaba su corazón.
Se sintió sin fuerzas para luchar, por ello hizo lo que nunca debió hacer...¡se entregó!
Sorbió lentamente el café, pagó y despacio, con la cabeza vacía de ilusiones inició el regreso a su casa, sintiendo el pecho cansado de tanta soledad en compañía.
Marta Díaz Petenatti
Publicado en la revista Arena y cal 213
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