El amor ya no es.
Murió como la mente muere: el deseo puro
que renuncia a la forma dichosa que usó,
el gozo y la claridad abundantes expiran.
El arrepentimiento es inútil.
Entonces no sufras por lo que pudiste borrar,
la falla repentina del pasado, el dolor
de su cambio reticente, y la desgracia.
Abandona la inocencia,
y cambia tu naturaleza por el duelo
que plantea indiferencia a la voluntad
que ningún deseo es permanente para el sentido.
Despídete de mí
¿Qué recompensa, o piedad, o engaño
puede curar, o qué serenidad supuesta
disimula la pérdida mortal que repetimos?
La mente se transformará, y la transformación será el consuelo.
Edgar Bowers (Traducción de Cristian M. Torres)
Publicado en Periódico de poesía 89
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