Cuando ella termina de beber la manzanilla, se asoma a la taza y descubre un botón cosido en el fondo. Mete la mano, tira de él y al hacerlo, el fondo se abre.
Entra un vendaval y la engulle.
SUBIENDO
–¿Piso por favor? –pregunta el ascensorista.
–A la terraza –responde el maniquí– y deje de pisarme el collar; las escaleras están fuera de servicio.
Del libro Huracán y otros textos de VIRGINIA RODRÍGUEZ HERRERO
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